domingo, 1 de mayo de 2011

DIVINO NIÑO

  
Esta imagen es española de mediados del siglo pasado. Me la mandaron desde Paraguay en un estado algo calamitoso (lo pueden ver en las fotos). Precisaba una restauración y pintura a nuevo.

 Lo interesante de usar pigmentos naturales es que se puede volver la imagen a sus colores reales, originales y eso es fantástico. Para ello hay que reconocer los colores que tiene e ir anotando para luego crear el mismo. Muchos colores se forman de la superposición de distintos pigmentos (atención con esto, hay que ir probando). 

En este caso, hubo que quitarle toda la pintura que le habían puesto de color borravino. Como les digo siempre, NUNCA PINTEN LAS IMÁGENES CON CUALQUIER PINTURA, PORQUE LA TAREA DE RESTAURACIÓN LUEGO SE COMPLICA.


Los pasos fueron los siguientes:



1) Empezar a sacar la pintura de la imagen. Reconocer los colores originales y en un dibujo casero ir anotándolos (esto es muy importante, porque después del lijado completo es casi imposible).


2) Rehacer dedos, manos, caras, vestimentas, etc. con yeso betalfa o masillas, dejar secar muy bien. En este caso le faltaba toda la mano derecha, por eso buscando por internet di con una imagen muy parecida de la firma OLOT, en la que aparecía con dos palomitas y eso hice.


3) El aburrido lijado con lijas de distintos grosores, luego pasar goma laca.


 

4) Como les digo siempre, ahora llega lo más lindo “pintar”. Cuando se está en este paso no hay que apurarse o desesperarse, es muy lento, y al comienzo pareciera que no se hace nada, pero en un santiamén aparece la obra terminada, eso es maravilloso. Hay que trabajar con muy buenos pinceles, cómodos y con una buena paleta de colores.

 


5) Pintar detalles dorados o bien hacerlos con dorado a la hoja.

6) Por lo menos 2 capaz de barniz semimate.


 


Algunos detalles sobre el Niño Jesús:

Desde tiempos muy antiguos los católicos han tenido mucha devoción al Divino Niño Jesús, y han honrado su santa infancia, considerando esta edad de Jesucristo como una maravilla de inocencia y amabilidad.


Ya hacia el año 1200 San Francisco de Asís dispuso recordar con mucha solemnidad la Navidad haciendo un pesebre lo más parecido posible al de Belén y celebrando así entre pastores, ovejas, bueyes y asnos la misa de la medianoche, y haciendo él mismo un hermoso sermón de Nochebuena recordando la gran bondad del Hijo de Dios al quererse hacer hombre en Belén por salvar nuestra alma.

Más tarde San Antonio de Padua fue un devoto tan entusiasta del Niño Jesús que según las imágenes que de él se conservan, mereció que el Divino Niño se le apareciera.

Otro santo al que se le presenta en las imágenes teniendo entre sus brazos al Niño Jesús es San Cayetano, el cual lo que necesitaba pedir lo pedía por los méritos de la infancia de Jesús.

Modernamente los santos que más contribuyeron a difundir la devoción al Niño de Belén fueron Santa Teresa y San Juan de la Cruz.

Santa Teresa de Jesús le tenía un amor tan grande al Divino Niño que un día al subir una escalera obtuvo tener una visión en la que contemplaba al Niño Jesús tal cual había sido en la tierra. En recuerdo de esta visión la santa llevó siempre en sus viajes una estatua del Divino Niño, y en cada casa de su comunidad mandó tener y honrar una bella imagen del Niño Jesús que casi siempre ella misma dejaba de regalo al despedirse.

Millones de creyentes han hecho la experiencia de pedir favores a Dios por los méritos de la infancia de Jesús y han conseguido maravillas. Y nosotros vamos a hacer lo mismo. Queremos honrar la infancia de Jesús y darle gracias por haber nacido en Belén para salvarnos.

Desde hace unos trescientos años la devoción al Niño Jesús se ha extendido rápidamente por Europa, América, Asia, Africa y Oceanía. Las gentes empezaron a experimentar que cuando piden favores a Dios por los méritos de la infancia de Jesús consiguen maravillas.

Existen alrededor de todo el mundo muchas figuras e imágenes representando al Niño Jesús mediante las cuales se han obtenido grandes milagros. Entre las más conocidas se encuentran: el Niño Jesús de Praga, en Checoslovaquia; el Santo Niño de Atocha, en México; el Divino Niño de Arenzano, en Italia y el milagroso Niño Jesús de Bogotá en Colombia, entre otros.

En el año 1636 Nuestro Señor le hizo a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento esta promesa: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y tu oración será escuchada".



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