Desde hace algunos años me dedico a la creación y restauración de imágenes religiosas. De a poco les iré mostrando algunas de mis piezas y voy a compartir con ustedes las distintas técnicas que se emplean. Muchas de las piezas se encuentran a la venta, sólo tienen que consultar. Muchas gracias por compartir conmigo este espacio. Estamos en Misiones, Argentina. Para comunicarse escribir al e-mail: daniel1962ar@gmail.com
jueves, 30 de octubre de 2014
lunes, 27 de octubre de 2014
domingo, 26 de octubre de 2014
jueves, 23 de octubre de 2014
lunes, 20 de octubre de 2014
Para los amigos del Facebook.
Para todos aquellos que me preguntaron si estábamos en Facebook, esta es la dirección:
https://www.facebook.com/pages/Imaginer%C3%ADa-Religiosa-San-Juan-De-Dios/231289990348953?fref=ts
Figuramos como : Imaginería Religiosa San Juan de Dios. Con un simple "ME GUSTA" en la página, estarán al tanto de los últimos trabajos que realizamos en el taller y de novedades eclesiales, al igual que el santoral. Los esperamos.
Que Jesús y María, nuestra Buena Madre nos guíen y protejan.
domingo, 19 de octubre de 2014
19 de octubre BEATIFICACIÓN DEL PAPA PABLO VI.
Hijo de un abogado y de una piadosa mujer,
Giovanni Battista Montini nació en Concesio, cerca de Brescia, el 26 de
septiembre de 1897. Desde pequeño Giovanni se caracterizó por una gran timidez,
así como por un gran amor al estudio.
Acogiendo la llamada sacerdotal, Giovanni
ingresó a los 19 años al Seminario de Brescia. Ordenado sacerdote del Señor el
29 de mayo de 1920, cuando tenía cumplidos 23 años, se dirigió a Roma para
perfeccionar allí sus estudios teológicos.

En 1931, a sus 32 años, le era asignada la
cátedra de Historia Diplomática en la Academia Diplomática.
En 1937 fue nombrado asistente del Cardenal
Pacelli, quien por entonces se desempeñaba como Secretario de Estado. En este
puesto de servicio Monseñor Montini prestaría un valioso apoyo en la ayuda que
la Santa Sede brindó a numerosos refugiados y presos de guerra.
Arzobispo y cardenal preparando el Concilio
Vaticano II En 1944, ya bajo el pontificado de S.S. Pío XII, fue nombrado
director de asuntos eclesiásticos internos, y ocho años más tarde,
Pro-secretario de Estado.

En diciembre de 1958 fue creado Cardenal por
S.S. Juan XXIII quien, al mismo tiempo, le otorgó un importante rol en la
preparación del Concilio Vaticano II al nombrarlo su asistente. Durante estos
años previos al Concilio, el Cardenal Montini realizó algunos viajes
importantes: Estados Unidos (1960); Dublín (1961); África (1962).

El
Papa Pablo VI y el Concilio Vaticano II
El pontificado de Pablo VI está profundamente
vinculado al Concilio, tanto en su desarrollo como en la inmediata aplicación.

Conciencia, renovación, diálogo, son los
caminos que hoy se abren ante la Iglesia viva y que forman los tres capítulos
de la encíclica».
Sesiones del Concilio Vaticano II y varios
viajes apostólicos Cronología del Concilio bajo su pontificado
El 29 de setiembre de 1963 se abre la segunda
sesión del Concilio. S.S. Pablo VI la clausura el 4 de diciembre con la
promulgación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia.
En enero de 1964 (4-6), S.S. Pablo VI realiza
un viaje sin precedentes a Tierra Santa, en donde se da un histórico encuentro
con Atenágoras I, Patriarca de Jerusalén.
El 6 de agosto de 1964, S.S. Pablo VI publica
su encíclica programática Ecclesiam suam.

Entre la tercera y cuarta sesión del Concilio
(diciembre 1964), S.S. Pablo VI viaja a Bombay, para participar en un Congreso
Eucarístico Internacional.
El 4 de octubre, durante la cuarta y última
sesión del Concilio, viaja a Nueva York a la sede de la ONU, para hacer un
histórico llamado a la paz mundial ante los representantes de todas las
naciones.
El 7 de diciembre de 1965, un día antes de
finalizar el gran Concilio, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I hacen
una declaración conjunta por la que deploraban y se levantaban los mutuos
anatemas —pronunciados por representantes de la Iglesia Oriental y Occidental
en Constantinopla en 1054, y que marcaban el momento culminante del cisma entre
las Iglesias de oriente y la de occidente—.

El Post-Concilio La aplicación del Concilio:
la época post-conciliar Culminado el gran Concilio abierto al tercer milenio,
se iniciaba el difícil periodo de su aplicación. Ello exigía un hombre de mucha
fortaleza interior, con un espíritu hondamente cimentado en el Señor; hombre de
profunda oración para discernir, a la luz del Espíritu los caminos seguros por
donde conducir al Pueblo de Dios en medio de dificultades propias de todo
proceso de cambio, de adecuación, de renovación... propias también de la furia
del enemigo, cuyas fuerzas buscan prevalecer sobre la Iglesia de Cristo.
Lo que a S.S. Pablo VI le tocó vivir como
Pastor universal de la grey del Señor, lo resume el Papa Juan Pablo II en un
valiosísimo testimonio, pues él —como dice él mismo— había podido «observar de
cerca» su actividad: «Me maravillaron siempre su profunda prudencia y valentía,
así como su constancia y paciencia en el difícil período posconciliar de su
pontificado.
Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro,
sabía conservar una tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los
momentos más críticos, cuando parecía que ella era sacudida desde dentro,
manteniendo una esperanza inconmovible en su compactibilidad» (Redemptor
hominis, 3).
El
primer Papa en América y otras labores de su pontificado.

Por otro lado, fomentó con insistencia la
colaboración colegial de los obispos. Este impulso se concretaría de diversas
formas, siendo las más significativas el proceso de consilidación de las
Conferencias Episcopales Nacionales en toda la Iglesia, los diversos Sínodos
locales y también los Sínodos internacionales trienales. Durante su pontificado
los temas tratados en estos Sínodos episcopales fueron: el sacerdocio (1971); la
evangelización (1974); la catequesis (1977).
Otro hito importante de su pontificado lo
constituye el viaje realizado al continente americano para la inauguración de
la II Conferencia general del Episcopado Latinoamericano, siendo ésta la
primera vez que un Sucesor de Pedro pisaba tierras americanas.
Su
peculiar doctrina, las enseñanzas al Pueblo de Dios.
S.S. Pablo VI ha dejado un rico legado en sus
muchos escritos. Dentro de esta larga lista cabe resaltar a la encíclica
Populorum progressio, la cual trata sobre el tema del desarrollo integral de la
persona.

Para muchos, esta carta vino de algún modo, a
completar y profundizar la Gaudium et spes. Además, constituyó el telón de
fondo de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Puebla.
La encíclica programática Ecclesiam suam –la
primera que escribió— es asimismo, de gran importancia. Manifiesta que de la
«conciencia contemporánea de la Iglesia —nos dice S.S. Juan Pablo II—, Pablo VI
hizo el tema primero de su fundamental Encíclica que comienza con las palabras
Ecclesiam suam; (...) Iluminada y sostenida por el Espíritu Santo, la Iglesia
tiene una conciencia cada vez más profunda, sea respecto de su misterio divino,
sea respecto de su misión humana, sea finalmente respecto de sus mismas
debilidades humanas: es precisamente esta conciencia la que debe seguir siendo
la fuente principal del amor de esta Iglesia, al igual que el amor por su parte
contribuye a consolidar y profundizar esa conciencia.

Son muy significativas también todas las
enseñanzas dadas con ocasión del Año Santo de la Reconciliación, en 1975, lo
que queda manifiesto en una importante exhortación apostólica: La
reconciliación dentro de la Iglesia. Por otro lado, es también de especial
importancia El Credo del Pueblo de Dios. En él, el Papa Pablo VI hace una hermosa
profesión de fe, que reafirma las verdades que el Cuerpo místico de Cristo cree
y vive, tomando así una firme postura ante los no pocos intentos de agresión
que sufría la fe cristiana.
La herencia que ha dejado a la Iglesia con
todos sus escritos es invalorable.
Iluminando
la plenitud humana de vida próximo ya a su muerte .Su tránsito a la casa del
Padre
Su Santidad Pablo VI, luego de su incansable
labor en favor de la Iglesia a la que tanto amor mostró, fue llamado a su
presencia por el Padre Eterno, el 6 de agosto de 1978, en la Fiesta de la
Transfiguración (que curiosamente fue también la fecha de la publicación de la
encíclica que anunciaba el programa de su pontificado).
Acaso el Señor mismo, con este signo de su
amorosa Providencia, quiso rubricar con sello divino aquello que el Santo
Padre, pocos años antes, había escrito en una preciosa exhortación apostólica
sobre la alegría cristiana: «...existen muchas moradas en la casa del Padre y,
para quienes el Espíritu Santo abrasa el corazón, muchas maneras de morir a sí
mismos y de alcanzar la santa alegría de la resurrección.

Y ciertamente, el Padre Eterno quiso que este
hijo suyo, habiendo pasado por muchos sufrimientos y habiendo entregado
ejemplarmente su vida en el servicio amoroso a la Iglesia, pasase "de la
cruz a la luz" en el día en que la Iglesia entera celebraba la gran Fiesta
de la Transfiguración, que indica esperanzada la meta final a la que conduce la
muerte física de todo cristiano fiel.
Y él —como dijera S.S. Juan Pablo I— había
transitado ese camino de modo ejemplar: «(...) en quince años de Pontificado,
este Papa ha demostrado no sólo a mí, sino a todo el mundo, cómo se ama, cómo
se sirve y cómo se trabaja y sufre por la Iglesia de Cristo».
Él
mismo, vislumbrando ya esta magnífica realidad, dejaría escrito para todos en
su "Testamento":
«Fijo la mirada en el misterio de la muerte y
de lo que a ella sigue a la luz de Cristo, el único que la esclarece; miro, por
tanto, la muerte con confianza, humilde y serenamente. Percibo la verdad que
ese misterio ha proyectado siempre sobre la vida presente y bendigo al vencedor
de la muerte por haber disipado en mí las tinieblas y descubierto su luz.
»Por ello, ante la muerte y la separación
total y definitiva de la vida presente, siento el deber de celebrar el don, la
fortuna, la belleza, el destino de esta misma fugaz existencia: Señor, te doy
gracias porque me has llamado a la vida y más aún todavía porque me has
regenerado y destinado a la plenitud de la vida».
Su
magisterio pontificio
Encíclicas:
Ecclesiam suam (6-8-1964), sobre los caminos
que la Iglesia Católica debe seguir en la actualidad para cumplir con su
misión.
Mysterium fidei (3-9-1965), sobre la doctrina
y culto de la Santa Eucaristía.
Sacerdotalis caelibatus (24-6-1967), sobre el
celibato sacerdotal.
Humanae vitae (25-7-1968), sobre la
regulación de la natalidad.
Exhortaciones
apostólicas:
Marialis cultus (2-2-1974), sobre la recta
ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen.
Petrum et Paulum.
Gaudete in Domino (9-5-1975), sobre la
alegría cristiana.
Evangelii nuntiandi (8-12-1975), acerca de la
evangelización en el mundo contemporáneo.
Cartas
apostólicas:
Octogesima adveniens (1971), con ocasión del
80 aniversario de la encíclica Rerum novarum.
Declaraciones:
Persona humana (29-12-1975), acerca de
algunas cuestiones de ética sexual.

Otros:
Constitución apostólica Paenitemini
(17-2-1966), sobre el valor de la penitencia individual.
El "Credo del Pueblo de Dios"
(30-6-1968).
El Papa
Francisco lo proclama Beato el 19 de octubre de 2014 en la Plaza de San Pedro.
viernes, 17 de octubre de 2014
miércoles, 15 de octubre de 2014
Mensaje del Papa por el inicio del Año Jubilar, por el aniversario del nacimiento de Santa Teresa de Ávila.
La iglesia celebra la memoria litúrgica de
Santa Teresa de Ávila. Por este motivo comienza el Año Jubilar por el quinto
centenario del nacimiento de esta santa española (28 marzo 1515 – 15 octubre
1582). El Papa Francisco escribe un mensaje al obispo de Ávila con este motivo.
Vaticano, 15 de octubre de 2014
A Monseñor Jesús García Burillo Obispo de
Ávila
ÁVILA Querido Hermano:

En la escuela de la santa andariega
aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la
lección de su vida y de su obra. Ella entendió su vida como camino de
perfección por el que Dios conduce al hombre, morada tras morada, hasta Él y,
al mismo tiempo, lo pone en marcha hacia los hombres. ¿Por qué caminos quiere
llevarnos el Señor tras las huellas y de la mano de santa Teresa? Quisiera
recordar cuatro que me hacen mucho bien: el camino de la alegría, de la
oración, de la fraternidad y del propio tiempo.

Hay que procurarla ya «a los principios»
(Vida 13,1). Expresa el gozo interior del alma, es humilde y «modesta» (cf.
Fundaciones 12,1). No se alcanza por el atajo fácil que evita la renuncia, el
sufrimiento o la cruz, sino que se encuentra padeciendo trabajos y dolores (cf.
Vida 6,2; 30,8), mirando al Crucificado y buscando al Resucitado (cf. Camino
26,4). De ahí que la alegría de santa Teresa no sea egoísta ni
autorreferencial. Como la del cielo, consiste en «alegrarse que se alegren
todos» (Camino 30,5), poniéndose al servicio de los demás con amor desinteresado.
Al igual que a uno de sus monasterios en dificultades, la Santa nos dice
también hoy a nosotros, especialmente a los jóvenes: «¡No dejen de andar
alegres!» (Carta 284,4). ¡El Evangelio no es una bolsa de plomo que se arrastra
pesadamente, sino una fuente de gozo que llena de Dios el corazón y lo impulsa
a servir a los hermanos!

Por muchos caminos puede Dios conducir las
almas hacia sí, pero la oración es el «camino seguro» (Vida 21,5). Dejarla es
perderse (cf. Vida 19,6). Estos consejos de la Santa son de perenne actualidad.
¡Vayan adelante, pues, por el camino de la oración, con determinación, sin
detenerse, hasta el fin! Esto vale singularmente para todos los miembros de la
vida consagrada. En una cultura de lo provisorio, vivan la fidelidad del «para
siempre, siempre, siempre» (Vida 1,5); en un mundo sin esperanza, muestren la
fecundidad de un «corazón enamorado» (Poesía 5); y en una sociedad con tantos
ídolos, sean testigos de que «sólo Dios basta» (Poesía 9).

¡Cómo desearía, en estos tiempos, unas comunidades cristianas más
fraternas donde se haga este camino: andar en la verdad de la humildad que nos
libera de nosotros mismos para amar más y mejor a los demás, especialmente a
los más pobres! ¡Nada hay más hermoso que vivir y morir como hijos de esta
Iglesia madre!

La santa escritora y maestra de oración fue
al mismo tiempo fundadora y misionera por los caminos de España. Su experiencia
mística no la separó del mundo ni de las preocupaciones de la gente. Al
contrario, le dio nuevo impulso y coraje para la acción y los deberes de cada
día, porque también «entre los pucheros anda el Señor» (Fundaciones 5,8). Ella
vivió las dificultades de su tiempo –tan complicado– sin ceder a la tentación
del lamento amargo, sino más bien aceptándolas en la fe como una oportunidad
para dar un paso más en el camino. Y es que, «para hacer Dios grandes mercedes
a quien de veras le sirve, siempre es tiempo» (Fundaciones 4,6).

«¡Ya es tiempo de caminar!» (Ana de San
Bartolomé, Últimas acciones de la vida de santa Teresa). Estas palabras de
santa Teresa de Ávila a punto de morir son la síntesis de su vida y se
convierten para nosotros, especialmente para la familia carmelitana, sus
paisanos abulenses y todos los españoles, en una preciosa herencia a conservar
y enriquecer.
Querido Hermano, con mi saludo cordial, a
todos les digo: ¡Ya es tiempo de caminar, andando por los caminos de la alegría,
de la oración, de la fraternidad, del tiempo vivido como gracia! Recorramos los
caminos de la vida de la mano de santa Teresa. Sus huellas nos conducen siempre
a Jesús.
Les pido, por favor, que recen por mí, pues
lo necesito. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
Fraternalmente,
Francisco.
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