Santos
Agustín Zhao Rong, sacerdote, Pedro Mártir Sans, obispo, y compañeros,
mártires, que en varias épocas y lugares de China testimoniaron con coraje el
Evangelio de Cristo con la palabra y con la vida y, cayendo víctimas de las
persecuciones por predicar o profesar la fe, fueron partícipes del glorioso
banquete del Cielo.
Hasta 1583
no se inició una actividad misionera católica en China, gracias a la obra del
jesuita Mateo Ricci, después de que en 1514 los portugueses, desembarcaran en
Guangzhou (Cantón), comenzaron los primeros contactos comerciales. A la muerte
de este jesuita en 1619, había unos 2.500 cristianos. Después de que la
dinastía Ming fue sustituida por la Manchú (1644), comenzó una primera reacción
contra los cristianos, exarcebada también por el desarrollo de la cuestión de
los ritos.
En la persecución de 1648, sufrió martirio, con la acusación de
haber falsas doctrinas religiosas, el dominico san Francisco Fernández de
Capillas, protomártir de China, que había empezado 15 años antes su trabajo
apostólico en la provincia de Fujian.
Bajo el
reinado del emperador Kangxi (1654-1722) se siguieron dando condiciones
favorables para la expansión del cristianismo (los jesuitas fueron llamados a
Pekín en calidad de “doctos”), si bien, a menudo turbadas, una vez más, por la
cuestión de los ritos, la misma que durante los sucesores de aquel soberano
contribuirá a desencadenar entre 1726 y 1796 un largo período de persecuciones.
Entre 1747-1748 sufrieron el martirio el obispo dominico Pedro Mártir Sans
(1747), y cinco dominicos (1748): Francisco Serrano, Joaquín Royo, Juan Alcober
y Francisco Díaz.
A comienzos
de 1800, tras la represión de las revueltas instigadas por la secta del “loto
blanco”, los cristianos fueron acusados de rebelión y hostilidad a la autoridad
imperial y los misioneros proscritos del país. Entre los mártires de esta
persecución se cuentan los catequistas chinos: Pedro Wu Goecheng (1814) y José
Zhang-Dapeng (1815), el Obispo de
Tabranca Juan Gabriel Taurin Dufresne (1815), el sacerdote Agustín Zhao Rong
(1815), el franciscano Juan Lantruda de Triora (1816), los sacerdotes José
Yuan-Tsi-Te (1817) y Pablo Lieou-Han-Tso (c.1818), el paulista Francisco de
Régis Clet (1820), el sacerdote Tadeo Liu (1823), el catequista Pedro Liu
Ouen-Yen (1834).
En la nueva
oleada de persecuciones que sobrevino en los años del conflicto anglochino,
conocido como “la guerra del opio” (1839-1842), padeció martirio el catequista
Joaquín Ho-Kai-Tche (1839).
Otros muchos cristianos testimoniaron con la vida
su fe, como el misionero oratoriano Juan Gabriel Perboyre (1840), el sacerdote
de las Misiones Extranjeras Augusto Chapdeleine (1856), el laico chino Lorenzo
Bai Xiaoman (1856), la catequista Inés Cao Guiying (1856).
En 1858,
por orden del mandarin MaoKou (en la provincia de Guizhou) fueron tres los
catequistas asesinados, conocidos como los “Mártires de MaoKou”: Jerónimo
Lou-Tigmey, Lorenzo Wang Bing y Águeda Lin-Tchao. A estos hay que añadirles el
mártir José Tchong-ta-Pong. En 1860 el Tratado de Pekín admitió la libertad
religiosa, y a pesar de ello continuó la persecución.
En 1861
sufrieron martirio, dos seminaristas y dos laicos. Se les conoce como “Mártires
de Qingyanzhen”: José Zhang Wenlan, seminarista. Pablo Chen Changpin,
seminarista. Juan Bautista Lou Tingying, laico. Marta Wang-Luo Mande, laica.
En 1862,
fueron masacrados los “Mártires de Guizhou”, a saber: Juan Pedro Neel,
Sacerdote de las Misiones Extranjeras. Los catequistas: Martín Wu Xuesheng,
Juan Zhang Tianshen, Juan Chen Xianheng y Lucía Yi Zhenmei.
Vino una
época de relativa tranquilidad, Francia sustituyó a Portugal como potencia
protectora de las misiones, con lo cual se promulgó un decreto que se permitía
a los chinos seguir el cristianismo.
La Iglesia pudo vivir abiertamente y
ejercer su labor misionera y se multiplicó la presencia de misiones y
misioneros.
En el
período inmediatamente posterior a la guerra chino-japonesa de 1894-1895, que
llevó a la división de China en zonas de influencia extranjeras, la emperatriz
Cixi canalizó contra los occidentales, y sobre todo contra los misioneros
europeos y los católicos chinos (considerados como una quinta columna que
actuaba en favor de las potencias extranjeras), el odio del movimiento de los boxers.
En los años 1900-1909 se produjeron numerosas matanzas de cristianos, en las
que perecieron cerca de 30.000 personas, sobre todo en las provincias septentrionales
del país. Como resultado de esto tuvo lugar el martirio de algunos misioneros y
de muchos chinos que se agruparon en los siguientes grupos.
a) Mártires
de Shanxi, el 9 de Julio de 1900, que eran Franciscanos: el obispo Gregorio
Grassi, el obispo auxiiliar Francisco Fogolla, los sacerdotes Elias Facchini y
Teodorico Balat y el hermano franciscano Andrés Bauer. De los mártires chinos
de la familia franciscana forman parte también 11 franciscanos seglares, todos
chinos: los seminaristas franciscanos: Juan Zhang Huan, Patricio Dong Bodi,
Juan Wang Rui, Felipe Zhang Zhihe y Juan Zhang Jingguang. El sirviente y
terciario franciscano Tomás Shen Jihe. El catequista Simón Qin Cunfu. El laico
Pedro Wu Anbang. El agricultor Francisco Zhang Rong. Los laicos: Matías Fen De
y Pedro Zhang Banniu. A ellos se le añaden algunos fieles laicos chinos:
Santiago Yan Guodong, Santiago Zhao Quanxin y Pedro Wang Erman.
b) Mártires
del Hunan Meridional, el 7 de Julio 1900, también sacerdotes franciscanos:
Antonio Fantosanti, José María Gambaro y Cesidio Giacomantonio (4 Julio). A los
franciscanos se añaden siete Franciscanas Misioneras de María: María Ermelina
de Jesús, María de la Paz, María Clara, María de Santa Natalia, María de San
Justo, María Adolfina y María Amandina (9 Julio).
La rebelión
de los bóxers se difundió al vicariato apostólico Xianxian, confiado a los
jesuitas, los cristianos asesinados se cuentan por millares. Entre los
misioneros jesuitas se encuentran: León Ignacio Mangin, Pablo Denn, Modesto
Andlauer y Remigio Isoré. Hay que destacar el martirio de María Zhu que
trabajaba en la misión y dio su vida para proteger a los misioneros.
Martirizados
por los Bóxers en 1900 y en otros años, la mayoría en la iglesia de del pueblo
de Tchou-Kia-ho, donde se habían refugiado.