Es la
tradición que el presbítero Honesto llegó a la Pamplona romana enviado por San
Saturnino para evangelizarla, y que el senador Firmo se convirtió al
cristianismo con toda su familia. Fermín, su hijo, fue educado por Honesto y
cuando tuvo diecisiete años comenzó a predicar por los alrededores. Más tarde,
a los veinticuatro, fue consagrado obispo por Honorato, prelado de Toulouse.
A los
treinta y uno, Fermín marchó a predicar el Evangelio a las Galias: en un primer
momento, en Aquitania, Auvernia y Anjou; más tarde, en Amiens, lugar donde
consiguió muchas conversiones y donde, finalmente, sufrió cárcel y, con
posterioridad, martirio por decapitación, precisamente un veinticinco de
septiembre.
Su cuerpo,
sepultado en secreto por algunos cristianos, aparecería portentosamente siglos
después, el trece de enero del año 615, en el episcopado de San Salvio, y sería
trasladado a la cercana ciudad: unos magníficos relieves góticos del siglo XV,
labrados en el trasaltar de aquella catedral que conserva los restos del Santo,
narran esta historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario