Hoy en Argentina, estamos de fiesta, una nueva beata argentina nos enorgullece y nos llama a seguir a Cristo siempre.
Mamá Antula, la nueva beata argentina.
VIDA
Y OBRA
Guiadas
por un sacerdote jesuita, el Padre Gaspar Juárez, se dedicaban a ayudar a los
sacerdotes, instruir a los niños, cosían, bordaban, cuidaban enfermos y
repartían limosnas. En 1767 Carlos III decide expulsar a los Jesuitas de
América. María Antonia cuenta con 37 años cuando sucede esto, y quiere
reinstaurar los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Esto no fue bien visto
por la sociedad, el medio era hostil, pero ella sigue con su idea de organizar
esta práctica piadosa. Los participantes vivían en un lugar cerrado durante
varios días escuchando charlas a fin de que reflexionen sobre su vida y
apliquen lo que les es un bien para su alma.
Comienza
María Antonia invitando uno a uno a estos retiros desde 1768 a 1770. Lo hace
caminando descalza por las tierras de Santiago del Estero, Silípica, Loreto,
Salavina, Soconcho, Atamasqui, etc. Luego decide salir a otras provincias y se
va caminando a Catamarca, La Rioja, Jujuy, Salta y Tucumán. El Obispo de
Tucumán le da la licencia y así comienzan a aceptarse nuevamente esta práctica
religiosa. Los frutos de los Ejercicios se conocen por el bien que le hace al
pueblo y sus cambios en la vida diaria. Los Ejercicios duraban 10 días y se
hacían todo el año. Convivían las Damas con sus siervas y en tandas separadas
los hombres con sus ayudantes de campo.
Luego
del éxito y buenos frutos de estos retiros, decide ir a Buenos Aires. En ese
momento era considerado una locura ya que debían caminar 1400 kilómetros a pie.
Los peligros son múltiples ya que las zonas eran habitadas por animales
salvajes: jaguares, chanchos del monte y ladrones que atacaban a los viajeros.
Una de sus frases que guían sus pasos era “la paciencia es buena pero más la
perseverancia”, y lo aplica en su máxima expresión.
Cuando
llega a Buenos Aires en Septiembre 1779 va a visitar al Virrey y al Obispo
durante un año para que le otorguen la licencia. El Virrey Vértiz tenía una
antipatía visceral por todo lo que era jesuítico, le niega la autorización. En
1780 comienzan los retiros en Buenos Aires con un éxito increíble. Es allí cuando
el Obispo cambia su parecer y apoya esta obra, por los frutos que dan en sus
fieles. Llegaron a ver tandas de 200 personas y la Providencia fue muy generosa
en asistir a todas las necesidades de los practicantes.
La
comida que sobraba se repartía a los presos y a los mendigos que concurrían a
la Casa. Ella escribe: “Veo que la Divina Providencia me socorre
indefectiblemente para su continuación y que cada día más experimenta el
publico el fruto de ellos. En cuatro años de ejercicios se han acercado más de
15.000 personas.”
Luego
sus ansias de “quisiera andar hasta donde Dios no fuese conocido” la lleva a
Uruguay, Colonia y Montevideo, donde está tres años. Retorna a Buenos Aires y
comienza la edificación de lo que hoy es uno de los edificios más antiguos de
Buenos Aires, la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, en Av. Independencia
1190, Capital Federal, Argentina. Ella va tocando puerta por puerta, hasta el
Virrey acepta su obra . Ella dice “la obra era de Dios y para Dios” y es así
como se edifica esta magnífica Casa.

La beata María
Antonia realiza muchos hechos pródigos entre ellos cuando faltaba alimentos
para sus practicantes la comida se reproducía de la olla o el pan se
transformaba en fruta, o cuando faltaba grasa para preparar la comida, pasaba
un donante por la puerta dejando justo lo que se necesitaba ese día.
El
7 de Marzo de 1799 muere a los 69 años. Sus restos descansan en la Basílica de
Nuestra Señora de la Piedad en la calle Bartolomé Mitre 1524, Capital Federal,
Argentina. El 12 de Julio de 1799 se le rinde homenaje en la Basílica de Santo
Domingo. Cuando muere se calcula que unas 70.000 a 80.000 personas se habían
beneficiado de los retiros espirituales.

Más información viviste www.beatificacionmamaantula.org