SAN JUAN DE DIOS

Recorrió Sevilla, Gibraltar, Ceuta y se asentó finalmente en Granada. Se dice que en una ocasión a los 40 años de edad, mientras estaba en Granada, asistió a una prédica del padre San Juan de Ávila y se impresionó a tal grado que se arrodilló y comenzó a gritar: “Misericordia Señor, que soy un gran pecador”, después de lo cual se confesó con San Juan de Ávila y se autoimpuso como penitencia fingir como loco para recibir un trato con humildad, rechazo y maltrato, incluso llegó a estar internado en un asilo para locos, el Hospital Real granadino donde lo maltrataban y lo golpeaban como se acostumbraba hacer en esa época con los enfermos dementes.
La estancia de San Juan en el asilo fue muy importante ya que comprendió el gran error de la forma en la que se trataba en esa época a los enfermos mentales, y fue lo que lo motivó a ayudarlos, tanto así que alquiló una casa vieja en Granada donde recibía a cualquier enfermo, mendigo, loco, anciano, huérfano o desamparado.
La mantenía pidiendo limosna en las calles.
Si bien es verdad que no era médico ni sabía medicina, obtenía más éxitos en el tratamiento de esas personas que cualquier médico.
Estableció las bases de un nuevo concepto de atención sanitario al tratar a las personas enfermas desde un enfoque integral y con el máximo respeto por su dignidad. Enseñó que primero hay que curarles el alma con amor y buenos tratos, si se quiere obtener la curación del cuerpo.

Fue entonces que el obispo lo llamó Juan de Dios. Un día su hospital se quemó y durante el incendio, sin pensar en sí mismo, entró en más de una ocasión para sacar a los enfermos, así logro salvar la vida de todos sus pacientes.
Finalmente después de haber trabajado incansablemente durante 10 años en su hospital, murió el 8 de marzo de 1550 (el mismo día que nació, pero 55 años más tarde, cerrando así un ciclo).
SAN CAMILO DE LELLIS

Poco después regresó al ejército y llevó una vida disoluta que le hizo perder sus escasos bienes y terminar en la miseria viviendo de limosna.
Más tarde fue llevado a un Convento de Frailes Capuchinos donde trabajó como peón de albañil y ahí tuvo lugar su conversión ingresando a dicha orden como fray Cristóbal.

Al ver el trato negligente que se daba a los enfermos, pensó en una asociación que les brindara un trato digno, en eso influyó también el haber presenciado muchos heridos abandonados en los campos de batalla. Ingresó a la Universidad Gregoriana (antes Colegio Romano) y se ordenó sacerdote a los 34 años de edad.
Se dedicó a trabajar como enfermero y finalmente pudo fundar el 8 de diciembre de 1591 la Congregación de Hermanos Ministros de los Enfermos y Mártires de la Caridad (“Clericorum Regolarium Ministrantium Infirmis) conocida como los Camilianos, la cual contaba entre sus votos con uno especial: el de “servir a todo enfermo aún el contagioso, a costa de la propia vida”. Fue de gran ayuda en una epidemia de tifus que surgió en Roma.
Introdujo la práctica de cerciorarse que los enfermos estuvieran muertos antes de enterrarlos y que las oraciones continuaran al menos 15 minutos después de la muerte aparente, para evitar que fueran enterrados vivos.
Después de una vida dedicada por completo a la asistencia de los enfermos abandonados, murió el 14 de julio de 1614 en Roma y fue canonizado el 29 de junio de 1746 por el papá Benedicto XIV. En 1886 el Papa León XIII declaró a San Juan de Dios y a Camilo de Lellis protectores de todos los hospitales y enfermos del mundo católico, así como del personal hospitalario.
Para Camilo no hay otra profesión que pueda ser más sublime que la de atender y servir a los enfermos; por ello afirmaba: “Entre las obras de caridad cristiana ninguna agrada más a Dios que la de servicio a los pobres enfermos”.
De ahí se desprenden sus bienaventuranzas: “Bienaventurado y dichoso el servidor de los enfermos que gasta su vida en este santo servicio con las manos metidas en la masa de la caridad”, “Dichosos ustedes, que tienen tan buena ocasión de servir a Dios a la cabecera de los enfermos” y “Dichosos ustedes, si pueden ir acompañados al tribunal de Dios por una lágrima, un suspiro o una bendición de estos pobrecitos enfermos”.
El día 8 de marzo se conmemora la fiesta de San Juan de Dios y a San Camilo de Lellis, según el santoral, se lo conmemora el día 14 de julio.
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