MARIANA
COPE nació en Heppenheim (Alemania) el 23 de enero de 1838, emigró con su
familia a Útica (Nueva York, USA). Nutrida en la fe, recibió el don de la
compasión y de saber responder a todo aquel que se encuentra necesitado,
siempre en el respeto hacia los demás y sacrificándose ella misma.
En
1862, ingresó en las Hermanas de San Francisco de Filadelfia (hoy Congregación
de las Hermanas de San Francisco de la Comunidad de Neumann) y tomó el nombre
de Mariana. Además de dedicarse a la enseñanza, fundó y gestionó dos
hospitales, respectivamente en Útica (1866) y en Syracuse (1869).
En 1877 fue
elegida provincial de su congregación. Durante el desarrollo de este servicio,
respondió a una petición urgente del rey de Sandwich (actualmente Hawai) para
enviar hermanas que deberían ocuparse de los que más sufrían en pueblo.
Inicialmente,
la Madre Mariana pensaba simplemente en ayudar a seis hermanas voluntarias a
resolver la misión pero, profundamente conmovida por la situación crítica de
todos los que estaban afectados de la lepra, ella decidió quedarse con ellos.
Inicialmente, ejerció durante cinco años su apostolado juanto a los residentes
del “Leper Hospital” en Honolulu y después en la Península de Kalaupapa durante
treinta años.
Durante su exilio,
escogido libremente, la Madre Mariana ofrece un refugio seguro y amoroso a los
marginados de la sociedad. Colaboró en la obra de San Damián de de Molokai y,
en 1889, después de la muerte del padre Damián, aceptó la dirección del hogar
para los varones, además del trabajo con las mujeres y las niñas.
Con
profunda solicitud maternal, la Madre Mariana prometió a sus hermanas que
ninguna de ellas se contagiaría de la lepra por el contacto con sus pacientes
y, hasta hoy, así ha sido. Los historiadores de su tiempo se referían a ella
como a “una religiosa ejemplar, de un corazón extraordinario”. Era una mujer que
no buscaba protagonismo. Su lema, según testificaron las Hermanas, era: “Sólo
por Dios”.
La
Madre Mariana murió el 9 de agosto de 1918 y fu enterrada por la persona que
tanto amó durante su vida. En el 2004, sus restos fueron trasladaros a la
capilla de la Casa Medre de Syracuse. La “Madre de los marginadas” fue
beatificada el 14 de mayo de 2005 y canonizada el 21 de octubre de 2012 por el
papa Benedicto XVI.
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