Esta
imagen de San Damián de Molokai, gran santo belga, está realizada con la
técnica de telas encoladas y masillas epoxídicas…pero tiene una historia. Fue
realizada en un comienzo, como otro santo italiano y casi terminándola,
anuncian que prefieren que sea San Damián de Molokai. Reconozco mi error, por
apurarme a realizarla y querer que lo más rápidamente posible, la gente tenga
su imagen. PERO COMO “DIOS ESCRIBE DERECHO EN RENGLONES TORCIDOS” TODO TIENE
SOLUCIÓN. Cortando cabeza y agregando partes de hábito, se soluciona. Te cuento
cómo lo hice.
1-
Lo
primero es ver si se puede reformar, en este caso se pudo, porque el hábito
coincidía, sotana y capilla ya estaban, faltaba agregar sólo el sombrero y el
escapulario. Distinto hubiera sido, transformar a algún franciscano en el Beato
Charles de Foulcald, cuyos hábitos son tan distintos. Lo primero es sacar la
capilla (pequeña capa que cubre los hombros) luego cortamos la cabeza que ya no
va y preparamos la nueva, para este paso hay que ayudarse con estampas o fotos
para que se parezca lo más posible. San Damián lleva anteojos, mucha paciencia
al hacerlos con alambre, da trabajo, pero se logra.
2- Protejemos
lo más que podamos la imagen para no mancharla demasiado en el momento de cortar
la cabeza. Una vez hecho esto y ya lista la nueva cabeza, vamos a poner un
soporte de madera entre el cuello y la nueva cabeza, para que encastren
perfectamente bien, todo tiene que quedar bien fijo con masilla epoxídica.
Dejamos un día secando y chequemos que haya quedado super firme, en caso
contrario, volvemos a reforzar con masilla epoxídica.
3-
Se
corta la vestimenta que falta (escapulario) en tela de algodón o lino (NO
SINTÉTICO). A todas estas partes se les pasan una mezcla de cola de carpintero,
tiza, enduído y colorantes. Por lo menos 2 manos y de ambos lados. Adherimos
todo y dejamos secar muy bien entre tela y tela, lo mismo cuando se pinta,
DEJAR SECAR MUY BIEN ENTRE MANO Y MANO. Nos vamos ayudando con alfileres para
mantener a cada tela en su lugar. Agregamos la capilla que habíamos sacado y la
adherimos muy bien. Una vez que esté totalmente pintada y seca, se procederá a
la decoración con los distintos elementos, en este caso agregamos el escudo de
los Padres de Picpus o Sacerdotes de los Sagrados Corazones, congregación a la
que pertenecía San Damián de Molokai. Siempre lo último en poner es la aureola.
4-
Retocar
con pigmentos al tono las marquitas que hubiéramos dejado y retocar con los
colores apropiados para crear sombras. Trabajo terminado y listo para exponer. Habrás
visto que muchas veces es mejor buscar soluciones que ahogarse en ellas. Ahora
sí a disfrutar de la imagen de este gran santo, apóstol de los leprosos en la
isla de Molokai.
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