Por Álvaro de Juana
VATICANO,
11 Jul. 17 / 05:23 am (ACI).- A través de un Motu Proprio (documento que parte
del mismo Papa Francisco), el Vaticano establece una nueva posible causa de
beatificación: la del ofrecimiento de la propia vida.
Esta
nueva causa se añade a las otras tres ya existentes y contempladas hasta el
momento por la Congregación para las Causas de los Santos: la del martirio, la
de las virtudes heroicas y la de las causas excepcionales.
“Son
dignos de especial consideración y honor los cristianos que, siguiendo más de
cerca las huellas y las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y
libremente la vida por los otros y han perseverado hasta la muerte en este
propósito”, explica la Santa Sede.
El
texto también manifiesta que “es verdad que el heroico ofrecimiento de la vida,
sugerido y sostenido en la caridad, expresa una verdadera, plena y ejemplar
imitación de Cristo, y por tanto, es merecedora de aquella admiración que la
comunidad de los fieles reserva a menudo a aquellos que voluntariamente han
aceptado el martirio de sangre o han ejercitado en grado heroico las virtudes
cristianas”.
La
nueva disposición recibió el parecer favorable de la Congregación de las Causas
de los Santos en la sesión plenaria del 27 de septiembre de 2016 tras estudiar
detenidamente estos casos.
El
Motu Proprio establece, por tanto, que “el ofrecimiento de la vida es un nuevo
caso en el proceso de beatificación y canonización, distinta de los casos del
martirio y de la heroicidad de las virtudes”.
Para
que el “ofrecimiento de la vida” sea válido en la beatificación de un Siervo de
Dios, debe responder a “el ofrecimiento libre y voluntario de la vida y heroica
aceptación por caridad de una muerte segura y rápida”; “ejerciendo, al menos en
grado ordinario, las virtudes cristianas antes de ofrecer la vida y, después,
hasta la muerte”; la “existencia de fama de santidad y de signos, al menos
después de la muerte” y “la necesidad del milagro para la beatificación, que
tenga lugar después de la muerte del Siervo de Dios y por su intercesión”.
Las
otras tres vías
En
un artículo, el periódico oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, detalla
cuáles eran hasta ahora las otras tres vías. En la del martirio, se contempla
la “aceptación voluntaria de la muerte violenta por amor de Cristo, de parte de
la víctima”. “El odio del perseguidor por la fe o por otra virtud cristiana”
así como “la mansedumbre y el perdón de la víctima que imita el ejemplo de
Jesús, el cual en la cruz invocó la misericordia del Padre por sus nuevos
asesinos”.
En
la vía de las virtudes heroicas, se deben ejercer “convenientemente, con
prontitud, agradablemente y sobre el modo de acción común, para un fin
sobrenatural y por un coherente periodo de tiempo, es decir, hasta hacerlo
convertirse en un modo habitual de ser y de actuar conforme al Evangelio”.
L’Osservatore
Romano aclara que “se trata de las virtudes teologales (fe, esperanza,
caridad), cardinales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza) y ‘anexas’
(pobreza, obediencia, castidad humildad)”.
La
tercera vía es la menos conocida y menos habitual. Se trata de la de los “casos
excepcionales”, llamados así por el Código de Derecho Canónico. “Su
reconocimiento lleva a la confirmación
de culto antiguo, llamada también “beatificación equivalente”.
El
periódico detalla la diferencia entre la vía del “martirio”, la de las
“virtudes heroicas” y esta nueva del “ofrecimiento de la vida”: “aunque tienen
elementos que las hacen parecerse, es una nueva vía que intenta valorizar un
heroico testimonio cristiano, hasta ahora sin un procedimiento específico,
porque no entraban en las causas del martirio ni tampoco en la de las virtudes
heroicas”.
Sin
embargo, respecto a la del martirio “se diferencia porque no hay un perseguidor
que querría imponer la elección contra Cristo”. Sobre la vía de las virtudes
heroicas, la principal diferencia es que “no es la expresión de un prolongado
ejercicio de las virtudes, y, en particular de una caridad heroica”.
Por
tanto, para que esta nueva causa sea válida, “se requiere un ejercicio
ordinario de vida cristiana, que haga posible y comprensible la decisión libre
y voluntaria de donar la propia vida en un acto supremo de amor cristiano, que
supere el natural instinto de supervivencia, imitando a Cristo, que se ha
ofrecido al Padre por el mundo, en la cruz”, dice el artículo.
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