Nuevos Beatos: Pierre Claverie
y 18 compañeros religiosos y religiosas, mártires de Argelia asesinados,
por odio a la Fe, en Algeria entre 1994 y 1996.
Fecha de beatificación: 8 de
diciembre de 2018.
Breve
Reseña
El Papa Francisco aprobó, el 26 de enero de 2018, el
decreto que reconoce el martirio de Mons. Pierre Claverie, Obispo de Orán,
Argelia, asesinado el 1 de agosto de 1996, y de otros 18 religiosos y
religiosas de Argelia, asesinados por terroristas islámicos, entre los que
están los 7 monjes trapenses del monasterio de Tibhirine inmortalizados en la
película De dioses y hombres. Con el reconocimiento del martirio tan sólo queda
determinar la fecha de su beatificación.
"Estamos muy contentos con la decisión del Santo
Padre", ha dicho a la Agencia Fides, Su Excelencia Mons. Paul Desfarges,
Arzobispo de Argel, al comentar sobre la autorización del Papa Francisco,
"En nuestro comunicado hemos querido resaltar que no podemos pensar en
nuestros mártires sin recordar a los cientos de miles de argelinos y argelinas
que han fallecido por permanecer fieles a su fe en Dios y su conciencia (...)
Deseamos que con esta beatificación sea un signo de perdón y de paz para todos,
porque se trata de hombres y mujeres de paz y perdón que han dado su vida por
todos".
Monseñor
Pierre Claverie
Pierre Claverie, de nacionalidad francesa, nació en un
barrio obrero de Argel llamado Bab el Oued, el 8 de mayo de 1938. Creció en el
seno de una familia no particularmente devota, pero que profesaba el credo
católico y que llevaba cuatro generaciones viviendo en Argelia. Pierre tuvo su
primer contacto con la orden de los dominicos a los 11 años, cuando se apuntó a
un grupo de Boy Scouts bajo la supervisión de religiosos de esta orden.
Después de terminar sus estudios secundarios, fue a
Grenoble, Francia, para estudiar en la Université de Grenoble. Fue en esta
ciudad donde conoció el rechazo hacia las personas que se manifestaban en
contra de la presencia de Francia en Argelia. Fue también allí donde se dio
cuenta de las limitaciones de lo que hasta entonces él consideraba Francia, y
que más tarde llamaría ¨La burbuja colonialista¨.
En 1958, Pierre entró en la orden de los Dominicos y empezó
su noviciado en el monasterio de Lille. Terminó sus estudios en Le Saulchoir,
un instituto dominicano cerca de París. Durante este tiempo, la guerra de la
independencia de Argelia, que había empezado en 1954, llegó a su fin en 1962.
Tres años más tarde, en 1965, Pierre Claverie fue ordenado sacerdote.
Regresó a Argelia y, tras haber ejercido como director de
Instituto, fue nombrado Obispo de Orán en el año 1981. Gran conocedor de la
religión islámica, durante su ministerio se esforzó por acercar a cristianos y
musulmanes y promover el diálogo interreligioso.
Desde 1992, y después del estallido de la guerra civil en
Argelia, la Iglesia católica, que servía principalmente a trabajadores
extranjeros en la zona, recibió diversas amenazas. Muchas voces desde Europa
aconsejaban a la Iglesia católica abandonar el país, sin embargo, Pierre
Claverie se opuso firmemente a esta idea, ya que, aunque nunca conseguiría
obtener la nacionalidad argelina, él se consideraba argelino y se negaba a
abandonar a las personas de este país, cuyo destino estaba inexorablemente
ligado al suyo. Durante este tiempo, él también se negó a quedarse callado, ya
que cuando lo consideraba necesario, no dudaba en criticar públicamente las dos
fuerzas que vivían la tragedia de la guerra civil: El frente islámico de Salut
(FIS) y el gobierno argelino.
El 26 de mayo de 1996 ocurrió el tristemente famoso
asesinato de los monjes del monasterio de Tibhirine. Pierre Claverie sabía que
su vida también estaba en peligro y aun así continuó en Argelia. El primero de
agosto de 1996, una bomba estalló en la puerta de entrada al obispado
llevándose la vida de Mons. Claverie y de su joven chófer y amigo Mohamed un
poco antes de la medianoche.
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Los
mártires de Tibhirine.
Queremos recordar ahora la muerte, martirial, de siete
monjes trapenses. Se encontraban en un monasterio en las montañas de la zona
del Atlas, en Tibhirine, cerca de la ciudad de Medea. El monasterio había
recibido el nombre de Nuestra Señora de Atlas.
Los monjes, procedentes de Francia, se dedicaban a la
oración y al servicio. Era una manera silenciosa y llena de amor de testimoniar
su fe en Cristo y su amor a los hombres, también a aquellos que pertenecen a
una religión diferente de la propia.
Querían mostrar que era posible una convivencia fecunda
entre cristianos y musulmanes, que el Amor de Dios se ofrecía a todos, que
existían caminos para unir a personas de culturas, razas y religiones
distintas.
El territorio en el que se encontraba el monasterio llegó a
ser, con el inicio de las violencias, sumamente inseguro. Grupos armados podían
moverse con bastante facilidad entre las montañas, sin que el ejército lograse
controlar sus movimientos.
Las autoridades de la zona ofrecieron a los monjes la posibilidad
de ser protegidos por la policía, o de refugiarse en alguna ciudad más segura.
Los monjes se negaron. Luego fue un jefe de los grupos terroristas quien les
pidió que se marchasen. También dijeron que no: estaban allí como hombres de
paz, como religiosos, y el mismo Corán alaba la vida de quienes se dedican por
entero, como ellos, al servicio de Dios.
El 24 de diciembre de 1995 se presentó un grupo de
terroristas. Pidieron medicinas y dinero. También pidieron que uno de los
monjes, el hermano Luc (un médico de 80 años, muy amado por la gente del
lugar), dejase el monasterio para atender a los terroristas heridos. El abad,
padre Christian de Chergé, respondió que sus peticiones eran imposibles. No
tenían dinero, y el hermano médico era muy anciano para ir a las montañas.
Después de esta “visita”, el abad y los demás trapenses
sabían que su vida corría peligro. Pensaron en dejar el monasterio, para evitar
un “suicidio colectivo”.
A los pocos días se presenta el obispo y habla con la
comunidad. Respeta la decisión que han tomado, pero les pide que reflexionen en
el significado de su “huida”: muchos otros religiosos y religiosas se dejarán
llevar por el pánico, y abandonarán a sus comunidades.
El abad invita a los monjes a la oración. Desde el diálogo
con Dios, cada uno debía decidir si permanecer en el monasterio o abandonar la
zona. Uno por uno da su sí a la idea de seguir en el lugar en donde Dios los
había destinado. El martirio se convierte, desde ese momento, en una
posibilidad real, muy cercana.
El momento de la prueba no se hizo esperar. El 26 de marzo
de 1996, siete monjes del monasterio fueron secuestrados por un grupo de
terroristas. Otros dos monjes quedaron allí, al no haber sido descubiertos por
los “visitantes”.
Los secuestradores piden a Francia la liberación de varios
terroristas como canje por los monjes. Francia se niega a negociar. Juan Pablo
II, desde Roma, pide, suplica, que los monjes sean liberados.
El 21 de mayo de ese mismo año los siete monjes fueron
asesinados. Sólo el 30 de mayo fueron encontrados sus restos mortales cerca de
Medea.
Junto con el abad, padre Christian de Chergé, dieron su
vida el maestro de novicios (padre Christophe), otros dos sacerdotes (padres
Bruno y Célestin) y tres hermanos (Luc, el anciano médico, Michel y Paul).
¿Qué sentido puede tener, en la vida de los pueblos, en
Argelia y en el mundo, ese sacrificio, esa muerte? La clave de lectura podemos
encontrarla en el testamento espiritual que había escrito, entre diciembre de
1993 y enero 1994, el abad, padre Christian de Chergé. En este testamento
muestra su amor a Cristo y, desde ese amor, su amor a las poblaciones
musulmanas de la zona.
El P. Christian quería que su posible muerte violenta no
fuese vista como signo de la crueldad de los argelinos, muchos de ellos hombres
y mujeres de buena voluntad, sino que tuviese un significado distinto, que sólo
Dios puede dar al derramamiento de sangre de un mártir. Podemos leer algunas de
sus frases:
“Si me sucediera un día -y ese día podría ser hoy- ser
víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento a todos los
extranjeros que viven en Argelia, yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi
familia, recuerden que mi vida estaba entregada a Dios y a este país. Que ellos
acepten que el único Maestro de toda vida no podría permanecer ajeno a esta
partida brutal. Que recen por mí.
¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda? Que sepan
asociar esta muerte a tantas otras tan violentas y abandonadas en la
indiferencia del anonimato. Mi vida no tiene más valor que otra vida. Tampoco
tiene menos. En todo caso, no tiene la inocencia de la infancia. He vivido
bastante como para saberme cómplice del mal que parece, desgraciadamente,
prevalecer en el mundo, inclusive del que podría golpearme ciegamente.
Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez
que me permita pedir el perdón de Dios y el de mis hermanos los hombres, y
perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido”.
El testamento expresa un profundo deseo de reconciliación,
de amor, de respeto hacia los musulmanes, hacia tantas hombres y mujeres de una
religión no siempre bien conocida, no siempre bien estudiada, no siempre vista
con la mirada con la cual Dios sabe leer la historia de los seres humanos.
Volvemos a transcribir otras líneas del escrito del P. Christian:
“Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón a los que
me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista: ‘¡qué diga ahora lo que
piensa de esto!’ Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más
punzante curiosidad. Entonces podré, si Dios así lo quiere, hundir mi mirada en
la del Padre para contemplar con Él a sus hijos del Islam tal como Él los ve,
enteramente iluminados por la gloria de Cristo, frutos de su pasión, inundados
por el don del Espíritu, cuyo gozo secreto será siempre el de establecer la
comunión y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias”.
Las palabras finales del testamento son una invitación al
perdón, una especie de abrazo profundo, sincero, a quien pueda llegar a
convertirse en “verdugo”, cuando lo único que quería el abad del monasterio de
Nuestra Señora de Atlas era sentirlo como hermano y amigo:
"Por esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de
ellos, doy gracias a Dios que parece haberla querido enteramente para este
gozo, contra y a pesar de todo.
En este gracias en el que está todo dicho, de ahora en más,
sobre mi vida, yo os incluyo, por supuesto, amigos de ayer y de hoy y a vosotros,
oh amigos de aquí, junto a mi madre y a mi padre, mis hermanas y hermanos y los
suyos, ¡el céntuplo concedido, como fue prometido!
Y a ti también, amigo del último instante, que no habrás
sabido lo que hacías. Sí, para ti también quiero este gracias, y este ‘A-Dios’
en cuyo rostro te contemplo.
Y que nos sea concedido reencontrarnos como ladrones
felices en el paraíso, si así lo quiere Dios, Padre nuestro, tuyo y mío. ¡AMÉN!
IM JALLAH!"
San Juan Pablo II supo entrever el significado de la muerte
del P. Christian y de sus compañeros: una entrega a Dios por Argelia, por la
gente de un pueblo que ha sufrido y sufre cada vez que algunos de sus hijos se
apartan del camino del amor. En una carta enviada por el Papa a los
cistercienses reunidos en capítulo general, les decía:
"El testamento que dom Christian de Chergé nos ha
dejado ofrece a todos una clave que nos permite comprender los trágicos
acontecimientos en medio de los que él y sus hermanos han tenido que moverse y
cuyo significado final ha sido el don de sus vidas en Cristo. 'Mi vida
-escribía- está entregada a Dios y a este país'" (carta de Juan Pablo II
del 10 de octubre de 1996).
La sangre de unos monjes se derramó, por unos instantes, en
el suelo entre las montañas de Argelia. No vemos ahora su fecundidad. Más allá
de las estrellas, donde Dios lee lo que hay en los corazones de sus hijos, la
ternura divina ha acogido a estos siete hijos suyos, mártires del amor, fieles
seguidores de la ternura y del servicio que nos testimonió, con su vida y con
su muerte, Jesús, el Hijo del Padre, el Hijo de María, nuestro Hermano y
Salvador.
A
continuación los nombres de los 19 mártires que conforman este grupo, ordenados
según la fecha de su martirio:
1.
HENRI VERGÈS
Religioso profeso de los Hermanos Maristas
Nacido el 15 de julio de 1930 en Matemale,
Pyrénées-Orientales (Francia)
2.
PAUL-HÉLÈNE SAINT RAYMOND
Religiosa profesa de las Hermanitas de la Asunción
Nacida: 24 de enero de 1927 en París (Francia)
23 de octubre de 1994 en Bab-el-Oued, Argel
3.
MARÍA CARIDAD ÁLVAREZ MARTÍNEZ
Religiosa profesa de las Hermanas Misioneras Agustinas
Nacida: 9 Mayo de 1933 en Santa Cruz de Salceda, Burgos
(España)
4.
ESTHER PANIAGUA ALONSO
Religiosas profesa de las Hermanas Misioneras Agustinas
Nacida: 7 Junio de 1949 en Izagre, León (España)
27 de diciembre de 1994 en Tizi-Ouzou
5.
ALAIN DIEULANGARD
Sacerdote de los Misioneros de África (Padres Blancos)
Nacido el 21 de mayo de 1919 en Saint-Brieuc, Cotes-d'
Armor (Francia)
6.
CHARLES DECKER
Sacerdote de los Misioneros de África (Padres Blancos)
Nacido: 26 de diciembre de 1924 en Amberes (Bélgica)
7.
JEAN CHEVILLARD
Sacerdote de los Misioneros de África (Padres Blancos)
Nacido el 27 de agosto de 1925 en Angers, Maine-et-Loire
(Francia)
8. Christian Chessel
Sacerdote de los Misioneros de África (Padres Blancos)
Nacido el 27 de octubre de 1958 en Digne,
Alpes-de-Haute-Provence (Francia)
3 de septiembre de 1995 en Belcourt, Argel
9.
DÉNISE LECLERC (BIBIANE)
Religiosa profesa de las Hermanas Misioneras de Nuestra
Señora de los Apóstoles
Nacido: 08 enero 1930 en Gazeran, Yvelines (Francia)
10.
JEANNE LITTLEJOHN (ANGÈLE-MARIE)
Religiosa profesa, Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de
los Apóstoles
Nacida: 22 de noviembre de 1933 en Túnez (Túnez)
10 de noviembre de 1995 en Argel
11.
ODETTE PRÉVOST
Religiosa profesa, Hermanitas del Sagrado Corazón
Nacida el 17 de julio de 1932 en Oger, Marne (Francia)
21 de mayo de 1996 cerca de Médéa
12.
CRISTIANO DE CHERGÉ
Sacerdote trapense profeso
Nacido: 18 de enero de 1937 en
Colmar, Haut-Rhin (Francia)
13.
PAUL DOCHIER (LUC)
Religioso trapense profeso
Nacido el 31 de enero de 1914 en Bourg-de-Péage, Drôme
(Francia)
14.
CRISTOPHE LIBRETÓN
Sacerdote trapense profeso
Nacido el 11 de octubre de 1950 en Blois, Loir-et-Cher
(Francia)
15.
MICHEL FLEURY
Religioso trapense profeso
Nacido el 21 de mayo de 1944 en Sainte-Anne, Loira
Atlántico (Francia)
16.
LEMARCHAND CRISTIANO (BRUNO)
Sacerdote trapense profeso
Nacido el 01 de marzo de 1930 en Saint-Maixent, Deux-Sèvres
(Francia)
17.
CÉLESTIN RINGEARD
Sacerdote trapense profeso
Nacido el 27 de julio de 1933 en Touvois, Loira Atlántico
(Francia)
18.
PAUL FAVRE-MIVILLE
Religioso trapense profeso
Nacido el 17 de abril de 1939 en Vinzier, Haute-Savoie
(Francia)
1 de agosto de 1996 en Orán
19.
PIERRE-LUCIEN CLAVERIE
Sacerdote dominico profeso
Obispo de Orán
Nacido el 8 de Mayo de 1938 en Argel (Argelia)
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