Por:
Fr. Tomás Gálvez | Fuente: fratefrancesco.org
Variedades
de hábitos religiosos franciscanos
La
variedad de tonalidades del hábito primitivo se debía, aparte de la diversidad
natural del color de la lana, al hecho de que el paño para las túnicas no se
confeccionaban expresamente para los frailes, sino que éstos los recibían como
limosna por los benefactores.
Eran ellos, por tanto, quienes elegían el color y
la calidad del paño, aunque siempre bajo el control del superior, según las
Decretales de Juan XXII (1317) y Benedicto XII (1336).
Mayor
rigidez en el color se observa a partir de la división de la Orden, ocurrida en
1517, sobre todo por el valor simbólico del gris, que recuerda la ceniza y el
polvo de que estamos hechos, y la penitencia. El gris fue el color oficial para
todos los franciscanos hasta mediados del siglo XVIII. Tanto es así que, debido
a las dificultades para conseguir tal paño en cantidad suficiente, hubo un
momento en que las Constituciones de los Observantes y de los Capuchinos
ordenaron que cada provincia fabricase sus propios paños para conseguir la
máxima uniformidad.
El capítulo general del 1694 de la Regular Observancia, por
ejemplo, ordenaba que "se fabriquen paños del todo semejantes en el color
y calidad, en la trama y en el grosor, tejidos con lana blanca y negra mezclada
en tal proporción que resulte, a juicio de los expertos, un paño ceniciento
como lo vemos en los hábitos y capas de nuestro padre San Francisco, S. Bernardino de
Siena y S. Juan de Capistrano, los cuales, aunque se conserven en provincias y
países distintos, son de un mismo color ceniza, más o menos claro".
En
los Menores Conventuales se nota una cierta tendencia al negro ya en la segunda
mitad del siglo XVIII, aunque sus Constituciones Urbanas, en la edición del
1803 imponían el hábito gris ceniza. Esta prescripción desapareció en la
edición de 1823, en parte porque con la Supresión napoleónica, habiéndose
extinguido las corporaciones religiosas, sus miembros se vieron obligados a
asumir el hábito talar negro del clero secular.
Restaurada la Orden, los
frailes prefirieron continuar con el color negro, aunque hoy el gris se está
recuperando de nuevo, de manera que ya lo visten casi todos los conventuales de
Asia, África y América, así como los de Australia y algunas provincias
europeas.
Los
Frailes Menores Observantes pasaron del color ceniza al marrón hace poco más de
un siglo, en la segunda mitad del siglo XIX. Se empezó en Francia y se impuso
para toda la Orden en el capítulo de Asís del 1895, cuando León XIII reunificó
en una sola a las distintas familias reformadas: observantes, alcantarinos,
recoletos y reformados ("El color artificial de las vestiduras exteriores
se parezca al color de la lana natural negruzca con tendencia al rojo, color
que en italiano se llama marrone, y en francés marron").
Los
Menores Capuchinos siguieron de algún modo la evolución de los Observantes,
aunque, para evitar cualquier diferencia local, en 1912 se estableció que el
color del hábito tenía que ser castaño, el mismo que el de los observantes,
aunque algo más amarillento ("colorem debere esse castaneum, italice
castagno, gallice marron, anglice chestnut, germanice kastanienbraun, hyspanice
castaño").
El
más parecido en la forma al de San Francisco es el hábito de los Capuchinos,
por su capucho alargado y cosido al cuello de la túnica.
El hábito de los
Observantes se distingue por ser más ajustado y por el capucho suelto que cae
sobre los hombros en forma de esclavina corta por delante y a los lados, y
alargada por detrás, hasta la cintura. El hábito de los Conventuales es
parecido al de los Observantes, pero el capucho es más pequeño y la esclavina
más baja, hasta casi tocar los codos.
El hábito de los Terciarios Regulares o
frailes del TOR era hasta hace pocos años de igual forma y color que el de los
Conventuales, pero ahora han vuelto al color tradicional gris, con esclavina
baja y puntiaguda por detrás y por delante.
Más
recientemente han surgido algunas congregaciones franciscanas con hábitos
diferentes, pero muy semejantes a los ya citados, con túnica y capucho gris o
marrón. Pero también los hay tirando a celeste, como el de los Franciscanos de
la Inmaculada, e incluso de color verde.
No obstante, a pesar de las
diferencias de forma y color, el distintivo común de todos los franciscanos y
franciscanas, que los hace diferentes de cualquier otra Orden o Congregación de
la Iglesia, es el uso exclusivo del cordón de lana blanca, que Francisco eligió
para ceñirse la cintura, para cumplir fielmente el mandato de Cristo, que envió
a sus apóstoles por el mundo "nada para el camino", ni siquiera el
cinturón (cf. Mateo 10).
En
cuanto al calzado, San Francisco caminó siempre descalzo, de acuerdo con el
mandato de Jesús a los apóstoles: "no llevéis sandalias..."
Sólo
en los dos últimos años de su vida, para ocultar las vendas ensangrentadas por
los estigmas de los pies, tuvo que llevar zapatos de piel o de paño, como se
pueden ver en las reliquias de Asís.
La Regla sólo dice que los frailes pueden
usar calzado en caso de necesidad.
Las sandalias, sin embargo, se impusieron
pronto, como puede verse en las pinturas de Giotto, donde todos los frailes,
excepto Francisco, las llevan del mismo modelo. Más tarde, los reformados que
vivían en las ermitas empezaron a usar unas sandalias con suelas altas de
madera llamadas zuecos o "zoccoli", de ahí que en Italia los
Observantes fuesen también conocidos por mucho tiempo como frailes
"zoccolanti".
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