El hábito que usó San Francisco de Asís y que se conserva en la basílica del santo en Assisi, Italia.
Por:
Fr. Tomás Gálvez | Fuente: fratefrancesco.org
De
las túnicas que se conservan de San Francisco sabemos que éstas tenían forma de
cruz o de tau, como expresión de que el Hermano Menor debe crucificar en sí mismo
las pasiones de este mundo.
Al
ser lo primero que salta a la vista de quien se acerca a los franciscanos, el
tema del hábito suscita curiosidad y extrañeza a la vez, pues su forma y color
varía según las distintas familias franciscanas.
Hay que aclarar, en primer
lugar, que ninguna de las actuales órdenes o congregaciones franciscanas, ni
por forma ni por color, viste el hábito de San Francisco, que era en forma de
cruz y de lana gris. El paño, en efecto, no era teñido, sino tejido con lana
blanca y negra natural entremezclada que le daba un color ceniciento.
Hay
quien afirma que el Santo de Asís y sus compañeros al principio no vestían de
forma diferente a los pobres y campesinos de su tiempo, pero eso no es lo que
se deduce de sus escritos y biografías.
Es cierto que el modo de vestir de los
frailes Menores (túnica larga, capucho, cuerda y calzones) era más pobre que el
de cualquier religioso de aquel tiempo, mas no por eso dejaba de ser una divisa
religiosa que los diferenciaba de los seglares.
Las
dos Reglas de San Francisco y los biógrafos del Santo hablan de la humildad y
vileza del hábito de los Hermanos Menores, sin ofrecer detalles en cuanto al
color o la forma de la túnica y del capucho, pues lo más importante para
Francisco y a sus compañeros era la modestia y la pobreza.
La segunda Regla
impone a los frailes no juzgar ni despreciar "a los que visten ropas
suaves y de colores", por lo que deducimos que el color debía de ser
natural.
Gracias a los biógrafos y a las túnicas que se conservan de San
Francisco sabemos que éstas tenían forma de cruz o de tau, como expresión de
que el Hermano Menor debe crucificar en sí mismo las pasiones de este mundo.
En
cuanto al color, sólo en el Espejo de Perfección leemos que el Santo prefería a
la alondra entre todas las aves, porque "tiene un capucho como los
religiosos y es un pájaro humilde... Su ropaje, o sea las plumas, tiene el
color de la tierra, y ella da ejemplo a los religiosos de que no hay que tener
ropa delicada o de colores, sino modesta en el precio y el color, igual que la
tierra, que es el elemento más vulgar".
Pero la tierra, como todos
sabemos, tiene infinidad de tonalidades. Tomás de Celano, en el Tratado de los
Milagros, habla de un "paño ceniciento" como el de los cistercienses
de Tierra Santa, que Jacoba de Settesoli le trajo de Roma a Francisco
moribundo.
La única referencia al color del hábito del Santo la encontramos en
la Crónica de Roger de Wendover (muerto en 1236) y de Mateo Paris, donde se
dice que "los frailes que se llaman menores... caminaban descalzos, con
cinturón de cuerda, túnicas grises, largas hasta los tobillos y remendadas, con
un capucho basto y áspero".
En
un documento del año 1233, el rey de Inglaterra ordenaba al vizconde de Londres
la adquisición de una cierta cantidad de paños, la mitad de "blaunchet"
o blanco para los Dominicos, y la mitad de "griseng" o gris para los
Menores.
En 1259, el vizconde de Cerwich compraba también ciertos paños de
"russet" para las tunicas de los frailes Menores de Reading. El
"russet" era el "rusetus pannus" de color rojizo, resultado
de la mezcla natural de lana blanca y parda. Las Constituciones de Narbona del
1260 establecían que "las túnicas exteriores no sean ni del todo negras,
ni del todo blancas", lo cual dejaba un amplio margen de tonalidades de
grises.
En los frescos de Giotto de la Basílica superior de Asís podemos ver,
en una misma escena, hábitos grisáceos y rosados, pero siempre en tonos claros.
Las Constituciones Farinerias del 1354 sólo imponen que los superiores no
permitan el uso de paños con "motas de diferentes colores, ni demasiado
cercanos al blanco ni al negro".
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