Fr.
Sergio Pereira O.SS.T. ha recopilado mucha información en su blog “Meditaciones
Trinitarias”.
El
Hábito desde los orígenes de la Orden trinitaria hasta hoy
Desde
San Juan de Mata hasta la expansión de la Orden
Según
una antigua tradición de la Orden, el 2 de febrero de 1198, Inocencio III
impuso el hábito a san Juan de Mata y a san Félix de Valois, el mismo que en
días anteriores -supuestamente- el Papa había visto en la celebración de la
eucaristía, a saber: un ángel vestido de túnica y escapulario blancos con una
cruz roja y azul en el pecho.
La
vestición del hábito de manos de Inocencio III no se puede asegurar con
claridad y en cuanto al primer hábito que vistieron los trinitarios, aunque la
Regla no lo aclara, es probable que san Juan de Mata y sus compañeros vistieran
el de los Canónigos Regulares de San Víctor, una túnica de lino (la de los
trinitarios sería de lana) de color blanco y una Sobrepelliz de mangas anchas
(como una especie de roquete grande).
Sin
embargo, en este caso, tampoco se tienen las fuentes suficientes para saberlo
con certeza, salvo el hecho de que el signo externo -propiamente dicho- que
identificaba a los religiosos era la capa, igualmente de color blanca y a la
que iría unido el escapulario.
Que
en las capas de los Hermanos se pongan los signos.
El
dato más claro que ofrece la Regla trinitaria, respecto a la indumentaria de
los frailes, es que en las capas de los hermanos se pongan los signos (RT 8).
El Cardenal Vitry, que conocía distintos
hábitos de su época, especifica que en las capas blancas fijan en el exterior
una cruz roja y negra en medio del pecho (Les Origines, doc. 24, P. 115).
Con
la edición clementina de la Regla (1267) se especificarán los colores: pondrán
sobre el pecho una cruz, cuyo brazo vertical sea de paño rojo y el transversal
de color azul. (RTC 8)
La
forma de la cruz debió ser al principio como la que aparece en el mosaico de
Santo Tomás in Formis en Roma, es decir, una cruz griega que se ensancha un
poco al final de cada brazo (cruz paté).
Significado
de los colores
Por
más que la Regla y cronistas importantes para la historia inicial de la Orden,
como Jacobo de Vitry y Humberto de Romanis no lo especifican, la tradición ha
visto un reflejo figurativo de la Trinidad en los colores: Tres son los colores
del hábito, colores que simbolizan al padre, al Hijo y al Espíritu Santo (L’Ordre
des Trinitaires, 26).
Aunque
a lo largo de historia se han hecho diversas interpretaciones del significado
de los colores, como la ascética, que ve en el color blanco la castidad, en el
rojo la obediencia y en el azul la pobreza; la cristológica que ve simbolizado
en el rojo la humanidad de Cristo y en el azul, la divinidad; y la visión
mística de san Juan Bautista de la Concepción: La Santísima Trinidad os da una
dádiva celestial, que vistáis del color de vuestro enamorado Cristo, que es
pureza, sangre derramada y celos de crecer cada día en más amarlo (Obras VI,
38).
Lo
cierto es que el elemento simbólico es muy importante para el hombre medieval,
así que, no cabe duda de que san Juan de Mata e Inocencio III, dejaron
impregnado en los colores del hábito su simbología trinitaria, el emblema de la
Trinidad, que a causa de su visibilidad, no era necesario dar tantas
explicaciones y mucho menos colocarlas por escrito, él mismo era una
catequesis.
De
la imposición y la calidad del hábito.
Los
candidatos cuando eran acogidos en las casas de la Trinidad, servían a Dios
conservando sus vestidos seglares hasta el día de la ceremonia de imposición
del hábito, la cual se hacía el mismo día de la profesión.
En
su calidad, color y hechura, los trinitarios adoptaron como criterio: la
sencillez y los decretos de los concilios: Sus vestidos exteriores serán
cerrados, ni demasiado cortos, ni demasiado largos.
No
han de llevar telas de color rojo y verde (Can. 16 del concilio IV de
Letrán). Las prendas de vestir de los
pobres eran de lana sin teñir, y los frailes trinitarios buscando la pobreza
iban vestidos de día y de noche con túnicas blancas (Les Origines, 115: doc.
24)
Complementos
del hábito.
El
hábito se completaba con otras piezas. Se permite tener a cada hermano una
pelliza (una especie de chaqueta pegada al cuerpo), que se ajustaba encima de
la túnica.
Era
común en las regiones frías como en cerfroid. También formaban parte de la
vestimenta los calzones de origen galo (especie de pantalones de tela, atados
al talle). El calzado era el apropiado para los frecuentes viajes, generalmente
albarcas.
Un
hábito para cada nación
En
la medida en que la Orden de la Santa Trinidad se fue extendiendo, se hicieron
necesarias ciertas adaptaciones de la indumentaria de los frailes. A partir del
siglo XV, el hábito de la Orden variaba de acuerdo a cada región donde se
encontraba.
Para
el siglo XV en Francia se conservaba casi el mismo hábito de los orígenes, una
túnica de estameña (tejido de lana sencillo y burdo) blanca, con un escapulario
de lo mismo y unida a él la capucha: sobre el escapulario tenía una cruz (paté)
roja y azul. Al parecer usaban zapatillas cerradas.
Con
la reforma de Juan III en 1554, el hábito se compuso de una túnica y
escapulario de paño blanco, con una cruz sobre la muceta de lo mismo, a la que
estaba unida la capilla (capucha). Usaban calzado cerrado.
El
8 de octubre de 1580, mediante bula de Gregorio XIII, los ermitaños Julián de
Natonville y Claudio Aleph recibieron el hábito en Cerfroid, dando paso a la
reforma francesa. Estos frailes conservaron el mismo hábito, pero solo se les
permitía estar calzados por permiso del general o del provincial.
En
1768, cuando se obligó la unión de todas las ramas trinitarias en Francia y se
convirtieron en la Congregación de canónigos regulares de la Santísima
Trinidad, mudaron el hábito, quitando la capilla del escapulario y uniéndola a
una muceta que ponían encima de él. Continuaron con el uso de zapatos.
En
los siglos XVI y XVII en Castilla y Aragón los trinitarios calzados llevaban un
hábito compuesto de túnica, capucha y escapulario blanco con la cruz paté sobre
este último.
A
causa de una disputa con los Mercedarios, se vieron obligados a abandonar la
capa blanca y comenzaron a usarla negra con una capucha del mismo color. Los de
la provincia de Andalucía se diferenciaban en que la muceta (esclavina corta)
de la capucha estaba abierta por delante, y por la parte de atrás remataba en
medio punto.
Los recoletos de Valdepeñas, usaban el mismo hábito, solo que más
burdo y austero.
Con
el breve del 20 de agosto de 1599, Clemente VIII autorizaba la independencia de
los religiosos descalzos españoles (la rama de san Juan Bautista de la
Concepción).
Su
hábito estaba compuesto por una túnica y escapulario de paño blanco con una
cruz recta (eliminando la cruz paté) roja y azul, y una capucha unida a una
muceta. Andaban descalzos con sandalias de cáñamo.
Cuando salían del convento o
del coro se colocaban una capucha y un manto (capa) bastante corto de color
pardo oscuro que tiraba a negro, más adelante será totalmente negro.
En
Portugal tenían una variante del hábito que curiosamente conservaba la cruz
roja y azul sobre la capa que era de color blanco (como en los orígenes).
Usaban zapatos con hebillas plateadas.
Las
monjas y los laicos
El
hábito de las monjas españolas era una túnica y escapulario blancos, con la
cruz roja y azul (paté). Para ir al coro se colocan un manto negro. Las
recoletas de la Madre Ángela María de la Concepción, usaban el mismo hábito,
con la diferencia de que su cruz paté era más alargada. Las monjas descalzas
llevaban el mismo hábito de los religiosos descalzos, de cruz recta.
Las
monjas portuguesas usaban un hábito compuesto por una túnica sin corte hasta
los pies con magas estrechas. Sobre el escapulario llevaban la cruz trinitaria
todo de lana gruesa y blanca.
La toca era de lino tapado sin artificios. Cuando
tenían que aparecer al público tenían una especie de velo que les cubría el
rostro casi que llegaba a los pies. Usaban sandalias de cáñamo.
El
hábito de la Orden Tercera, compuesta por personas seglares, era un ropón
blanco y un escapulario con una cruz encarnada y azul. Este hábito lo llevaban
generalmente debajo de sus vestidos seglares.
Aunque
en algunas partes lo podían usar públicamente, tal como en París, donde usaban
un hábito semejante al de los religiosos, solo que en vez de manto (capa),
llevan sobre el ropón una especie de sotana abierta por delante y las mujeres,
en lugar de toca, tenían un pañuelo en punta y debajo del velo negro una toca
blanca.
En algunas regiones de Francia llevaban al
cuello una medalla de plata en triángulo.
El
hábito trinitario de hoy
Como
hijos de la Reforma de san Juan Bautista de la Concepción, el hábito que portan
los trinitarios del siglo XXI, es el de la descalcés trinitaria.
Aunque el uso
del hábito no es común en los religiosos trinitarios de hoy, esto no quiere
decir que se haya abandonado. De hecho el número 9 de las constituciones dice
expresamente:
“El
hábito, signo de nuestra consagración y de nuestra fraternidad, consta, según
la tradición recibida en la Orden, de túnica blanca con correa negra,
escapulario blanco que lleva encima una cruz de color rojo y azul, y capucha
igualmente blanca” (Const. 9).
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