Como ya les he contando en
dos entradas anteriores, mi viaje espiritual terminó en el Santuario de
Lourdes, Francia. Comparto con ustedes un poco de esa experiencia vivida.
Venía de la canonización de
la Madre Teresa en Roma, la alegría, el servicio y la caridad fueron su sello.
Seguí en Ávila con el camino teresiano, donde el silencio y la oración brotaban
por todos lados.
Ahora llega el momento de amalgamar todo y para eso, nada
mejor que recurrir a la Madre para que Ella misma nos aconseje, nos abrace y
nos cuide. Lourdes fue el lugar elegido, no por azar, sino por convicción.
Era
la segunda vez que estaba allá. La emoción y las lágrimas brotaron
naturalmente. Fue mi madre la que me dio a conocer esa advocación y la que de a
poco me llevó a amarla y venerarla.
La recordaba con mucho cariño y mi entrada
al santuario la hice de la mano de las dos madres, fue una sensación que no
puedo escribir en palabras, son esos sentimientos que no se pueden explicar ni
transferir.
Ahora entiendo al Premio
Nobel de Medicina, Alexis Carrel. Su
conversión se produjo en Lourdes y desde ese momento sus escritos maravillosos
sobre la Virgen María empezaron a circular por todo el mundo en varios idiomas.
Durante el año, son millones
las personas que pasan por allá, el Santuario está abierto las 24 horas y los
365 días del año.
Hay actividades en forma continua en muchos idiomas,
incluyendo las confesiones que cuentan con un lugar especial para ello, es un
lugar donde las caras se ven transformadas por la serenidad y la alegría. Es
ver en vivo y en directo la parábola del hijo pródigo.
En el Santuario existen
varias capillas y basílicas las que pueden ser visitadas por cualquiera que se
acerque allá, inclusive está la de San José donde se celebra la misa en
castellano. En forma continua se ven llegar grupos de peregrinos de diversas
partes del mundo, todos los continentes se unen y forman una nueva nación, la
de los hijos de María.
Todas las noches se realiza
la peregrinación de las antorchas (con velas), y consiste en marchar alrededor
del santuario mientras se reza el santo Rosario en varios idiomas, es un
momento de mucha piedad.
La gente va y viene, los
enfermos son ayudados por voluntarios para que puedan llegar hasta los lugares
del santuario, otras personas ayudan para acompañar a otros enfermos hacia las
piletas, en donde se sumergirán por completo y le pedirán a la Buena Madre que
los sane, si es la voluntad de Dios.
Sillas de ruedas y las muletas están por doquier, lo mismo que las lágrimas que
brotan de miles de rostros de todos los colores, es que la Madre besa
constantemente a los que se acercan a visitarla.
El beso y la caricia de una
madre, desarman a cualquiera y lo hace sentir en un estado ideal de paz y
serenidad. Nos viene a la mente las palabras de Cristo en la cruz cuando "Jesús,
viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre:
"Mujer, he ahí a tu hijo". Luego dice al discípulo: "He ahí a tu
madre"" (Jn. 19, 26-27).
Recorriendo las distintas
basílicas, no solo nos deleitamos con los paisajes soberbios que rodean al
lugar: las montañas, el río Gave y la forestación contribuyen, sino que nos
encontramos con misas y rosarios rezados constantemente y cualquiera se puede
unir en esos momentos.
También nos encontramos con la urna que contiene la
reliquia de Santa Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes y la imaginación
nos hace recordar esos momentos de la visión que tanto hemos escuchado o leído.
Llegamos al momento máximo,
la gruta donde se apareció la Santísima Virgen y el manantial que le hace
“descubrir” a Santa Bernardita y que desde ese momento sigue brotando agua sin
parar.
La cola para pasar frente a ellos siempre está, pero nadie se inquieta,
no hay apuros ni situaciones incómodas porque todo el mundo sabe lo que va a
hacer, estar un ratito con su Madre y eso no se precede con malhumor o
incomodidades.
Uno pierde la noción del
tiempo, todo se pasa muy lento y rápido a la vez, no se puede explicar, lo
mismo ocurre con las conversiones que ocurren minuto a minuto y los milagros
que se suscitan a diario, luego la iglesia tendrá que verificarlos.
Si la voluntad de Dios les
permite hacer este viaje, no lo duden, háganlo y verán que es real todo lo que
les comento, quedarán sin palabras y con un corazón renovado y todo esto se
debe al amor y la protección que María de Lourdes nos regala a diario. Dios los
bendiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario