La madre Clelia Merloni nació
en Forli el 10 de marzo de 1861, sus padres fueron Teresa Brandinelli y
Gioacchino Merloni, un rico empresario industrial. Fue bautizada en la Catedral
de Forli el mismo día de su nacimiento.
Tuvo una infancia atribulada,
por así decirlo. Cuando tenía tres años muere su mamá. Su abuela se encarga de
la educación de la nietita. Luego, su padre, contrae matrimonio, ya que es
viudo, con una joven católica muy practicante, quién es figura importante para
Clelia porque le enseña amar aquel que fue crucificado y que sería el amigo
inseparable de Clelia durante el exilio de su Congregación. Volviendo más
atrás, Joaquín, el papá de Clelia, echa de su casa a la abuela porque consiente
mucho a Clelia. Clelia se refugia sólo en su madrastra, la cual le enseña todo
sobre Corazón de Jesús, la Virgen, la Cruz, el Amor, el Perdón, el Paraíso,
tantas cosas... Ella era un reflejo de amor maternal.
Pero Gioacchino decide mudarse a otra casa, allí tendrían una
empleada que se encargaría de educar a la niña, pero que carecía totalmente de
virtudes y valores cristianos, para su fortuna esta mujer no pudo dañar su
alma.
Entre 1876 y 1877 está en
Savona, con las Hermanas Hijas de Nuestra Señora de la Purificación, y después
de 1883 a 1887 ingresa a la congregación de las Hijas de Nuestra Señora de las
Nieves, siempre en Savona. Pero el designio que Dios tiene sobre ella es otro
y, debido a las imprevistas enfermedades, debe renunciar a la vida religiosa.
En 1892 entra en la Congregación de las Hijas de Santa María de la Providencia
en Como y se enferma por tercera vez. Después de la repentina curación de la
tuberculosis, gracias a la intercesión del Corazón de Jesús, su especialísimo
protector, y del Corazón Inmaculado de María, se siente misericordiosamente
devuelta a la vida y tiene clara y precisa visión de lo que debe hacer:
consagrarse al bien de los miserables, de los huérfanos, de los abandonados y
convertirse en madre espiritual de almas creando un instituto de religiosas
que, con ella, trabajasen en la Iglesia de Dios en un Instituto consagrado al
Sagrado Corazón de Jesús.
A la edad de 33 años, dio el
primer paso hacia la fundación del Instituto. Ese 24 de abril de 1894 era
-aparentemente- un día como cualquier otro, fue el día en que Clelia Merloni,
junto con su amiga, Elisa Pederzini, partió hacia Viareggio. Unas semanas más
tarde una tercera amiga se unirá a ellas: Giuseppina D'Ingenheim. Clelia,
Elisa, Giuseppina: las tres primeras.
Clelia ni siquiera sabía dónde
estaba esta ciudad. Ella nunca la había oído nombrar. La había visto en un
sueño y luego la buscó en el mapa. Al llegar a la estación de Viareggio,
comenzó en el camino que se abría frente a ella y de inmediato se encontró en
la pequeña iglesia de la Señora del Carmen, donde se detuvo para orar. Continuó
y se encontró frente a la iglesia de San Francisco (ahora iglesia de San
Antonio).
Aquí Clelia Merloni y sus colaboradores fueron recibidos con
comprensión franciscana por los hermanos menores. Al poco tiempo encontraron
una casa para ellas en Vía Garibaldi, casi en el centro de la ciudad.
El 30 de mayo de 1894, en la
iglesia de San Francisco, el Padre Bigongiari presentó a "los tres
primeros Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús" a una "gran multitud
de fieles", inaugurando así el naciente Instituto.
En el edificio que
albergó la primera comunidad, e inmediatamente después a la primera escuela fue
colocada una placa cuando se celebró el primer centenario: "En esta casa
-30 de mayo de 1894- la Madre Clelia Merloni fundó el Instituto de los
Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús. - En el día del centenario - 30 de mayo
de 1994 ". El edificio del que estamos hablando (ahora renovado) se
encuentra en Vía Garibaldi, en la esquina de Vía di Mezzo (ahora Vía Veneto).
Las familias de Viareggine
comprendieron rápidamente la importancia de esta institución que estaba
gobernada por solo tres monjas.
El nombre de la Congregación
era todo un programa de fe y amor, que se arraigaba en las profundidades del
alma de Clelia y que comprometía a los miembros de su Instituto a la
continuidad de la gloriosa misión de Santa Margarita María Alacoque: dar a
conocer y amar el Corazón de Jesús.
La profecía de Zacarías "Miraran al
que traspasó" (Zac 12,10) se realizará con particular acento de verdad en
el nuevo grupo de almas consagradas que fijarían -por vocación de amor- los
ojos de corazón y actividad en Aquel que por amor se dejó traspasar.
Al poco tiempo surgió una
escuela en esa casa, por lo que pronto la casa fue demasiado pequeña. El
trabajo creció con otras aperturas: una en Via di Mezzo, y otra en Via della
Stella. Poco después, Clelia compró el Palazzo Montecatini con las finanzas de
su padre, antigua sede del Collegio San Ponziano, frente a la Iglesia de la
Santísima Anunciación, en Via Regia.
En este palacio, Clelia dio la bienvenida
a los niños huérfanos y poco después también a los ancianos. Además, las
Hermanas también se dedicaron a enseñar catecismo a los niños. En el archivo de
la Iglesia de la Anunciación hay una carta autografiada del 10 de agosto 1896,
con la cual Madre Clelia pidió permiso para enseñar catecismo a los niños en
esas instalaciones, y el consentimiento que ella recibió.
La Congregación pronto se hizo
numerosa. Las obras también se multiplicaron fuera de Viareggio. Pero tras la
muerte del padre de Clelia y las malhadadas inversiones realizadas por un
administrador incapaz, los Apóstoles se vieron obligados a abandonar muchas
Obras y también Viareggio. Debido a esto y tras una serie de calumnias en su
contra, en 1904 fue destituida de su título de Superiora General pasando el
gobierno a la Madre Marcelina Viganó.
Pero la Divina Providencia los cuidó y la
Congregación no se extinguió, por el contrario tuvo un nuevo impulso vigoroso
gracias a Monseñor Giovanni Battista Scalabrini, Obispo de Piacenza, quien
envió a los Apóstoles en Misiones entre los italianos en el extranjero, primero
en América del Sur (Brasil: São Paulo y Paraná), y luego en América del Norte
(EE. UU.).
Tras varios pedidos y luego de
muchos años alejada de su congregación - 24 en total- el 7 de marzo de 1928 fue
autorizada a volver. Anciana y muy débil, pasó los últimos dos años de su vida
en una habitación alejada de la comunidad, un tiempo marcado por una intensa
oración que ofreció al Corazón de Jesús para la salvación de las almas. La
madre Clelia Merloni murió en Roma el 21 de noviembre de 1930, dejando un rico
legado espiritual a sus hijas.
Su venerado cuerpo reposa en
la Capilla de la Casa General. El Edicto de introducción de la Causa de
Canonización de Madre Clelia Merloni fue emanado por S.E. Rev.ma Card. Ugo
Poletti, Vicario de la Diócesis de Roma, el 20 de mayo de 1989 y el acto de
apertura del proceso tuvo lugar en Roma el 18 de junio de 1990. El cual se
concluyó en la diócesis de Roma el 1 de abril de 1998.
Las actas y documentos
fueron entregados a la Congregación de las Causas de los Santos. Las Apóstoles
que actualmente desarrollan su apostolado en Italia, Suiza, Brasil, Argentina,
Chile, Estados Unidos, Mozambique, Benín, Albania, Taiwan y Filipinas, imploran
del Sagrado Corazón de Jesús la gracia de verla incluida entre los Santos.
El 26 de enero de 2018 el
Santo Padre Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos
a promulgar el decreto relativo a un milagro, atribuido a la intercesión de la
Venerable Sierva de Dios Clelia Merloni, la fecha en que se realizó la
ceremonia de beatificación fue el 3 de noviembre de 2018, durante el
ponfificado de S.S. Francisco.