“Al
desatarse las iras antirreligiosas de la Revolución Francesa en 1792 la priora
de las carmelitas de Compiègne, Teresa de San Agustín, convocó un día a toda la
comunidad y expuso a las monjas qué podrían hacer ellas, pobres mujeres, en
aquellos aciagos momentos por los que atravesaba la Iglesia de Francia y de
acuerdo con los fines fundacionales del monasterio.


El
16 de julio, conmemoración de Nuestra Señora del Carmen, las monjas compusieron
unas letrillas que escribieron con unos tizones sobre trozos de papel que luego
repartieron; todos corearon las canciones de las religiosas con música de la
Marsellesa, el himno revolucionario que nadie les podía prohibir; eran
enardecidas loas a la esperanza, un canto de júbilo hecho plegaria y expresión
de una viva fe.

El
cortejo de aquellas religiosas por las calles de París, camino del cadalso, no
era el espectáculo fúnebre al que estaba acostumbrado a presenciar el populacho
parisiense, sino algo muy singular: sobre una carreta al descubierto las
dieciséis carmelitas iban cantando en gregoriano el Miserere y la Salve Regina.
Y cuando avistaron el lugar del holocausto entonaron el Te Deum, todo un rito,
ciertamente, pero que entrañaba un torrente de vida. Al pie de la guillotina y
ante un silencio impresionante las carmelitas entonaron el Veni Creator
Spiritus y fueron renovando una por una su profesión religiosa en manos de la
priora, M. Teresa de S. Agustín Lidoine: “Yo…(Sor Ana María, Sor Carlota, Sor
Eufrasia, Sor Enriqueta, Sor Marta, Sor Constanza…) renuevo mis votos de
pobreza, obediencia y castidad…usque ad mortem, hasta la muerte. Jamás se
habían pronunciado unas fórmulas de profesión más verídicas ni patéticas que
aquéllas.
La
literatura que ha popularizado tanto este hecho histórico nos habla de la
indecisión de la joven novicia Sor Constanza a entregar su vida en testimonio
de su fe. Pero mucho más de admirar es, a nuestro juicio, la entereza de
aquellas ancianas carmelitas, Sor Ana María de Jesús Piedcourt y Sor Carlota de
la Resurreción Thouret, ambas de 79 años, entregando sus vidas repletas de
generosidad en testimonio de su amor y fidelidad a Jesucristo”.


Hna.
Teresa de San Agustín (Magdalena Claudina Lidoine) Priora de todas ellas, nacía
en París el 22 de Septiembre de 1752.
Hna.
San Luis (María Ana Francisca Brideau), nace en Belfort.
Hna.
de Jesús Crucificado (María Ana Piedcourt), nace en Paris.
Hna.
de la Resurrección (Ana María Magdalena Carlota Thouret), nace en Mouy (Oise).
Hna.
Eufrasia de la Inmaculada Concepción (María Claudia Cipriana Brard), nace en Bourth
Eure.
Hna.
Enriqueta de Jesús (María Francisca Gabriela de Croissy) nace en París.
Hna.
Teresa del Corazón de María (María Ana Hanisset), nace en Reims.
Hna.
Teresa de San Ignacio (María Gabriela Trézel), nace en Compiègne.
Hna.
Julia Luisa de Jesús (Rosa Chrétien), nace en Evreux (Eure).
Hna.
María Enriqueta de la Providencia (Anita Pelras), nace en Cajarc.
Hna.
Constanza (María Juana Meunier), nace en Saint-Denis.
Hna.
María del Espíritu Santo (Angélica Roussel), nace en Fresnes.
Hna.
Santa María (María Dufour), nace en Bann´s.
Hna.
San Francisco Javier (Isabel Julieta Verolot), nace en Lignières.
Luisa
Catalina Soiron, tornera, nace en Compiègne.
Teresa
Sairon, tornera, nace en Compiègne.
Ocurrió
este martirio en París el 17 de julio de 1794. El Papa San Pío X las beatificaba
el 27 de Mayo de 1906.
Fuente:
http://www.ocarm.org/carmspir/csdesp19.htm#2.6
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