“Señor, lo he dejado todo, absolutamente todo,
para amarte hasta el último momento de mi vida y para difundir tanto como yo
pueda, la veneración de tu sacratísimo Corazón."
La
vida de esta enamorada del Sagrado Corazón se inició el 8 de septiembre de 1863
en Münster, Alemania. Sus padres fueron los condes Droste zu Vischering. De
niña fue muy impetuosa y apasionada y tenía actitudes que desconcertaban a sus
parientes por la seguridad y la intrepidez que manifestaban.
Pero
María no solo era una niña caprichosa, también despertaba mucha ternura por su
gran sensibilidad frente a las necesidades de los demás.
A
los 12 años, el día de su confirmación, experimenta el llamado de Dios a
consagrarse a Él y se despierta en su corazón un fuerte deseo de hacer
apostolado.
Esta
inquietud la tendrá muy presente en el internado de las Hermanas del Sagrado
Corazón, al cuál es enviada por su familia para estudiar. Ella misma nos narra
su experiencia: «Yo aprendí un poco a dominar mi carácter.

Ya
joven, a María le llama la atención la vida que llevan las Hermanas de San José
y pide su admisión en el convento de Copenhague. Pero por su frágil salud no es
aceptada. Teniendo la convicción de la consagración, hace un voto privado de
virginidad y lleva una vida austera en la casa de sus padres.
En
1888 ocurre un hecho providencial: «…Cuando estaba a punto de ir al
confesionario en la Iglesia de Darfeld, me vino de repente esta idea: "tú
tienes que ir a la Congregación del Buen Pastor" en una forma tan
determinada que a partir de este momento estaba completamente segura y
decidida... »
El
21 de noviembre de 1888 ingresa María Droste zu Vischering en el convento del
Buen Pastor en su ciudad natal. A partir de ahora se dedicará al apostolado de
las jóvenes en peligro y abandonadas.
Las
hermanas del Buen Pastor tenían una tierna devoción a los sagrados Corazones de
Jesús y María, devoción a la que María tenía un gran amor desde pequeña. Hecha
su profesión toma el nombre de Hermana María del Divino Corazón.
La
educación y los dones personales que tenía, favorecieron mucho su fecundo
apostolado con las chicas necesitadas. Siempre estaba alegre y su bondad no
tenía límites.
En
1891 la enviaron como superiora a la comunidad de su Congregación en Oporto,
Portugal. Soportó difíciles pruebas y tuvo que poner toda su confianza en la
Providencia para cubrir las grandes necesidades económicas y espirituales del
apostolado de las hermanas.
Al
parecer, por el exceso de trabajo, su médula espinal se vio afectada y quedó
inválida, aún así continuó su misión con los necesitados. El Señor la elegiría
para transmitir un mensaje importante al Papa: Consagrar el mundo al Sagrado
Corazón.
La
religiosa, obediente a esta revelación particular, escribió al Santo Padre León
XII este pedido.
El
8 de junio de 1899, la hermana María entregó su espíritu al Señor. A los tres
días de su tránsito a la casa del Padre, el Papa dio cumplimiento a la petición
que la hermana María le hiciera y consagró el mundo al Sagrado Corazón. Pablo
VI la beatificó el 1º de noviembre de 1975, coronando esta bella rosa de la
Iglesia el corazón manso y humilde de Jesús en el cielo.
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