María
Isabel Salvat Romero, nombre con el que fue bautizada la nueva santa, nació en
Madrid el 20 de Febrero de 1926. Perteneciente a una familia acomodada de la
capital española, tomó los votos en 1952, y antes de llegar a Sevilla pasó por
los conventos de Estepa y Villanueva del Río y Minas.
Fiel
seguidora de Santa Ángela y observadora intachable de las reglas del Instituto,
mantuvo intacto el carisma fundacional. Fue elegida Madre general de la
Compañía de la Cruz el 11 de Febrero de 1977, pero antes fue maestra de
novicias y consejera generalicia.
Austera
y pobre para sí misma -«De lo poco, poco», solía decir- hacía vivir a las
hermanas el espíritu del Instituto en la fidelidad a las cosas pequeñas. Se
entregó a todos los que la necesitaban, especialmente a las niñas de los
internados.
Con
los enfermos y pobres sobresalía su delicadeza y caridad, los trataba como a
nuestros “amos y señores”. Era extremada en atenciones, según las necesidades
de cada uno.
Cada
mañana, Hermana María de la Purísima se dirigía a “las cuevas” lejos del
convento para asistir a las ancianas: lavarlas, curar sus heridas, hacerles la
comida, lavarles la ropa etc. En estas asistencias siempre escogía lo más
trabajoso y penoso.
Se
arrodillaba ante ellas para lavarles los pies, curarles las llagas, poniendo en
las heridas el bálsamo de su amor y caridad mientras escuchaba sus penas y se
las aliviaba con su cariño y comprensión.
Les
enseñaba a rezar y a confiar en el Señor; con su ejemplo hacía crecer en ellas
la paciencia y resignación ante el dolor y soledad de sus vidas.
Con
su cariño y paciencia fue ganando el corazón de tantas personas que poco a poco
las fue acercando al Señor. Su generosidad con los pobres fue extremada, hasta
darles, a veces, los alimentos de la Comunidad confiando en que la Divina
Providencia no les iba a faltar a las Hermanas.
Trabajó
incansablemente por hacer vida el ideal de Santa Ángela de la Cruz: “Hacerse
pobre con los pobres para llevarlos a Cristo”.
En
los últimos días de su vida, cuando la cruz de la enfermedad se le hizo sentir
de una forma más dolorosa sólo se le oyó decir momentos antes de su muerte:
¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!
Falleció
el día 31 de octubre de 1998. En 2009 fue declarada venerable, y en septiembre
de 2010 fue beatificada en una multitudinaria ceremonia en el estadio de la
Cartuja de Sevilla.
La
Santa Sede le ha reconocido dos milagros: la curación de una niña con una
cardiopatía congénita y de un cofrade de la Hermandad de la Macarena que
despertó después de 12 días en coma.
El
domingo 18 de octubre del año 2015 fue canonizada en el Vaticano la Madre María
de la Purísima de la Cruz, superiora general de la Congregación de las Hermanas
de la Compañía de la Cruz, quien dedicó su vida a atender a los pobres, los
enfermos y a los más necesitados.
Es
la segunda religiosa de esta congregación en subir a los altares, junto con la
fundadora Sor Ángela de la Cruz.
Durante
la Santa Misa, presidida por el Papa Francisco a las 10.00 de la mañana,
también fueron proclamados santos Luis y Celia Martin, padres de Santa Teresita
del Niño Jesús; y el sacerdote diocesano Vincenzo Grossi, fundador del
Instituto de las Hijas del Oratorio.
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