San Alfonso
nació en Nápoles el 27 de Septiembre de 1696. Sus padres Don José de Liguori y
Doña Ana Cavalieri eran de familias nobles y distinguidas.
Era un
"niño prodigio" con gran facilidad para los idiomas, ciencias, arte,
música y demás disciplinas. Empezó a estudiar leyes a los 13 años y a los 16
años presentó el examen de doctorado en derecho civil y canónico en la
Universidad de Nápoles. A los 19 años ya era un abogado famoso.
Según se
cuenta, en su profesión como abogado no perdió ningún caso en 8 años, hasta que
un día después de su brillante defensa, un documento demostró que él había
apoyado (aunque sin saberlo), lo que era falso. Eso cambió su vida
radicalmente.
Hizo un retiro
en el convento de los lazaristas y se confirmó en la cuaresma de 1722. Estos
dos eventos reavivaron su fervor. Al año siguiente, en dos ocasiones oyó una
voz que le decía: "abandona el mundo y entrégate a mi". Hizo voto de
celibato y abandonó completamente su profesión. Muy pronto Dios le confirmó
cual era su voluntad.
Se fue a la
iglesia Nuestra Señora de la Misericordia a pedir ser admitido en el oratorio.
Su padre trató de impedirlo, pero al verlo tan decidido le dio permiso de
hacerse sacerdote pero con la condición de que se fuese a vivir a su casa.
Alfonso aceptó, siguiendo el consejo de su director espiritual que era
oratoriano.
Hizo los
estudios sacerdotales en su casa. Fue ordenado sacerdote en 1726 a los 30 años.
Los dos años siguientes se dedicó a los "vagos" de los barrios de las
afueras de Nápoles.
La prédica
sencilla desde el corazón
En los
comienzos del siglo XVIII combatió la prédica muy florida y el rigorismo
jansenista en los confesionarios. El predicaba con sencillez. El santo decía a
sus misioneros: "Emplead un estilo sencillo, pero trabajad a fondo
vuestros sermones. Un sermón sin lógica resulta disperso y falto de gusto. Un
sermón pomposo no llega a la masa. Por mi parte, puedo deciros que jamás he
predicado un sermón que no pudiese entender la mujer más sencilla".
San Alfonso
abandonó su casa paterna en 1729, a los 33 años de edad y se fue de capellán a
un seminario donde se preparaban misioneros para la China.
En 1730 el
Obispo de Castellamare, el Monseñor Falcoia, invita a Alfonso a predicar unos
ejercicios en un convento religioso en Scala. Este hecho tuvo grandes
consecuencias, porque ayudó a discernir a las religiosas una revelación que
tuvo la hermana María Celeste.
El día de la transfiguración de 1731, las
religiosas vistieron el nuevo hábito y empezaron la estricta clausura y vida de
penitencia. Así comienza la Congregación de las Redentoristas.
En 1732 se
despide de sus padres y vuelve a Scala, y con la ayuda y colaboración de un
grupo de laicos, a los 36 años funda la Congregación del Santísimo Redentor,
cuya primera casa perteneció al convento de las religiosas. San Alfonso era el
superior inmediato y Monseñor Falcoia era el director general.
Grandes
pruebas
Al poco
tiempo comenzaron los problemas. La congregación se dividió entre los dos
superiores. Al poco tiempo la hermana María Celeste se va a fundar otra
congregación. A los 5 meses el santo se quedó solo con un hermano, pero más
tarde se presentaron nuevos candidatos y se estableció en una casa más grande.
En 1734
funda otra casa en Villa degli Schiavi y se dedica a misionar allí. Su
confesionario estaba siempre lleno. Trataba a sus penitentes como almas que era
necesario salvar.
En 1737, se
divulgan rumores sobre la casa de Villa degli Schiavi y San Alfonso decide
suprimir esa fundación. Al año siguiente también cierra la casa de Scala.
Organizó
misiones en Nápoles por 2 años a pedido del Cardenal Spinelli, arzobispo.
En 1743, al
morir Mons. Falcoia, San Alfonso vuelve a ocuparse de su congregación como
superior general y se encarga de redactar las constituciones. A pesar de la
oposición de las autoridades españolas, los misioneros reorganizados fundan
varias casas.
En 1748 San
Alfonso publica en Nápoles la primera edición de su "Teología Moral".
La segunda edición apareció entre los años 1753 y 1755.
En 1749 el
papa Benedicto XIV aprobó la congregación y a partir de eso, el éxito fue
enorme.
En 1750,
los Jansenistas comienzan a divulgar que la devoción a la Santísima Virgen era
una superstición. San Alfonso defiende a Nuestra Señora, publicando "Las
Glorias de María".
San Alfonso
era estricto, pero a la vez tierno y compasivo.
En el
proceso de beatificación el P. Cajone dijo: "A mi modo de ver, su virtud
característica era la pureza de intención. Trabajaba siempre y en todo, por
Dios, olvidado de sí mismo.
En cierta ocasión nos dijo: 'Por la gracia de Dios,
jamás he tenido que confesarme de haber obrado por pasión. Tal vez sea porque
no soy capaz de ver a fondo en mi conciencia, pero, en todo caso, nunca me he
descubierto ese pecado con claridad suficiente para tener que confesarlo'
".
Esto es realmente admirable, teniendo en cuenta que San Alfonso era un
Napolitano de temperamento apasionado y violento, que podía haber sido presa
fácil de la ira, el orgullo y de la precipitación.
Obispo
A los 60
años fue elegido obispo de Sant' Agata de' Goti, diócesis pequeña con 30,000
habitantes, diecisiete casas religiosas y cuatrocientos sacerdotes entre los
cuales habían varios que no practicaban su ministerio sacerdotal o llevaban
mala vida. Algunos celebraban la misa en 15 minutos.
San Alfonso los suspendió
"ipso facto", a no ser que se corrigiesen, y escribió un tratado
sobre ese punto: "En el altar el sacerdote representa a Jesucristo, como
dice San Cipriano. Pero muchos sacerdotes actuales, al celebrar la misa,
parecen más bien saltimbanquis que se ganan la vida en la plaza pública. Lo más
lamentable es que aun los religiosos de ordenes reformadas, celebran la misa
con tal prisa y mutilando tanto los ritos, que los mismos paganos quedarían
escandalizados….Ver celebrar así el Santo Sacrificio es para perder la
fe".
Poco tiempo
después se desata en su diócesis una terrible epidemia que San Alfonso había
profetizado 2 años antes. Se morían por millares. El santo, para ayudar a las
víctimas, vendió todo lo que tenía y La Santa Sede le autoriza a usar fondos de
la diócesis y contrae grandes deudas.
Sus
esfuerzos por reformar la moralidad pública le trajo numerosos enemigos que lo
amenazaron de muerte. Solía decir: "Cada obispo está obligado a velar por
su propia diócesis. Cuando los que infringen la ley se vean en desgracia,
arrojados de todas partes, sin techo y sin medios de subsistencia, entraran en
razón y abandonaran su vida de pecado".
Dirigió
la diócesis de Santa Agata por 19 años.
Y más
pruebas...
En Junio de
1767, sufre un terrible ataque de reumatismo que casi lo lleva a la muerte.
Al terminar
de celebrar la misa el 21 de septiembre de 1774, San Alfonso se desmayó y quedó
inconsciente por 24 horas. Cuando regresó en sí, dijo a los presentes:
"Fui a asistir al Papa, que acaba de morir". El Papa Clemente XIV
muere el 22 de Septiembre de 1774.
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