Nuestros
Guardaespaldas Celestiales
¿Quiénes son los ángeles custodios?
Dios ha asignado a cada hombre un
ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en
este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las
almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel
destinado para su custodia”.
En el antiguo testamento se puede
observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la
acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando
Elías fue alimentado por un ángel (1 Reyes 19, 5.)
En el nuevo testamento también se pueden
observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles:
el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la
cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el
desierto.
La misión de los ángeles custodios es
acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los
peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino
para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre
está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él
ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se
divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se
aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le
prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida
diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.
Muchas veces se piensa en el ángel de
la guarda como algo infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la
persona crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con
mayores dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.
Para que la relación de la persona con
el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como
el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.
Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de
que él nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir
directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no
pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los
hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay
dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos
intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.
También se les pueden pedir favores
especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan
de determinado peligro o las guíen en una situación difícil.
El culto a los ángeles de la guarda
comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un
libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.
Cuida tu fe.
Actualmente se habla mucho de los
ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden
“angelitos” de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y
comentan su importancia y sus nombres. Hay que tener cuidado al comprar estos
materiales, pues muchas veces dan a los ángeles atribuciones que no le
corresponden y los elevan a un lugar de semi-dioses, los convierten en
“amuletos” que hacen caer en la idolatría, o crean confusiones entre las
inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.
Es verdad que los ángeles son muy
importantes en la Iglesia
y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les
puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses. No son lo único que
nos puede acercar a Dios ni podemos reducir toda la enseñanza de la Iglesia a éstos. No hay
que olvidar los mandamientos de Dios, los mandamientos de la Iglesia , los sacramentos,
la oración, y otros medios que nos ayudan a vivir cerca de Dios.
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