Es
la primera santa de nacionalidad colombiana.
Laura
Montoya, "La Madre Laura" nació en Jericó, Estado Soberano de
Antioquia, Colombia, el 26 de mayo de 1874. Fue bautizada el mismo día de su
nacimiento con el nombre de María Laura de Jesús.
Hija de Juan de la Cruz
Montoya y María Dolores Upegui, tuvo dos hermanos: Carmelina, que era mayor y
Juan de la Cruz, su hermano menor. Su padre, que era médico y comerciante,
murió asesinado cuando ella tenía dos años de edad.
Este
hecho, ocasionó una difícil situación económica en su familia. Su madre se vio
obligada a emplearse como maestra de religión. Por este motivo, cuando Laura
era aún niña, tuvo que habitar primero en la finca de su abuelo Lucio Upegui en
Amalfi y posteriormente viajó con su madre y hermanos al municipio de
Donmatías, en donde vivieron por algún tiempo.
Educación
Debido
a la precaria situación económica de su madre, Laura fue dejada en un hogar de
huérfanos en Robledo (actualmente comuna 7 de la ciudad de Medellín) el cual
era dirigido por su tía María de Jesús Upegui, religiosa fundadora de la
Comunidad de Siervas del Santísimo y de la Caridad.
Sin
haber recibido instrucción previa, su tía la inscribió a los 11 años de edad
como externa en el Colegio del Espíritu Santo, una institución educativa
frecuentada por niñas de clase alta de la ciudad.
No
obstante, en razón de las adversidades que vivió al habitar un hogar de
huérfanos, sin dinero para comprar libros mientras estudiaba en un colegio de
clase alta, se sintió marginada y al finalizar el año se retiró de la
institución.
Al
año siguiente se marchó a habitar en una finca de San Cristóbal al cuidado de
su tía enferma. Mientras estaba allí se entregó a las lecturas espirituales que
despertaron el deseo de hacerse religiosa carmelita.
En
1887 regresó brevemente a Medellín, al lado de su madre y al poco tiempo su
abuelo se enfermó, por lo que se retiró nuevamente a la finca de Amalfi a
cuidar de él hasta su muerte.
La
muerte de su abuelo empeoró la situación financiera de la familia. Cuando Laura
tenía 16 años, la familia decidió que ella debía hacerse maestra para ayudar
económicamente a su madre y hermanos.
De esta manera, se presentó a la Escuela
Normal de Institutoras de Medellín y obtuvo una beca del gobierno. Para su
sustento al inicio de sus estudios, su tía María de Jesús Upegui le dio
alojamiento, ofreciéndole a cambio dirigir el manicomio.
Al
poco tiempo se presentó una vacante en el internado y pasó a habitar en la
misma Escuela, obteniendo excelentes resultados en sus estudios. En 1893 se
graduó como maestra elemental de la Escuela Normal.
Experiencia
docente
Se
dedicó a formar jóvenes dentro de la fe cristiana y católica en diferentes
escuelas públicas del departamento de Antioquia.
Su
primera experiencia docente fue en Amalfi, en donde fue nombrada directora de
la Sección Superior de la Escuela municipal, según el decreto 234 de enero de
1894.
En
ella procuró impartir sus enseñanzas siguiendo una orientación religiosa que no
era del agrado de todas las autoridades del municipio.
Finalmente,
algunos opositores a la formación religiosa interpusieron una queja ante la
gobernación del departamento, a la cual la gobernación dio respuesta en favor
de Laura, apoyada por el secretario de Instrucción Pública Pedro A. Restrepo,
quien la conocía muy bien desde su paso por la Normal de Medellín.
La
guerra civil de 1895 obligó al cierre de las escuelas del departamento, lo cual
forzó a Laura a mantener únicamente las clases preescolares en su propia casa.
En
agosto de 1895 fue nombrada maestra en la Escuela Superior Femenina de
Fredonia. La apertura de otro Colegio de señoritas en Fredonia por parte del
cura del pueblo propició un reto para Laura que no llegó a afectar su buen
desempeño en la Escuela Superior Femenina, pues terminó siendo preferida por la
población. El 23 de febrero de 1897 fue trasladada a Santo Domingo.
Allí
decidió dar catolicismo a los niños en el campo. Mientras desarrollaba su
carrera pedagógica, cultivó la mística profunda y la oración contemplativa.
Debido
a su experiencia docente, su prima Leonor Echavarría le ofreció colaborar en la
dirección del recién inaugurado Colegio de la Inmaculada en Medellín.
El
colegio ganó mucho prestigio en la ciudad, en él estudiaban hijas de familias
de ingresos altos. Al morir su prima Leonor el 10 de junio de 1901, el colegio
quedó completamente en manos de Laura.
En
noviembre de 1905 el escritor Alfonso Castro comenzó a publicar una novela
llamada "Hija Espiritual" en la revista "Lectura Amena",
cuya intriga desacreditó notablemente al Colegio de la Inmaculada y a su
directora Laura, a tal punto que llevaron a su cierre definitivo.
Tras
el cierre del colegio, Laura fue nombrada maestra de la escuela de La Ceja en
donde estuvo por un poco tiempo y en 1907 la población le solicitó fundar un
colegio en Marinilla. Estando allí comprendió que su misión era evangelizar a
las comunidades indígenas de la región.
Misionera
religiosa
A
la edad de 39 años, Laura decidió trasladarse a Dabeiba en compañía de 6
catequistas con la aprobación del obispo de Santa Fe de Antioquia, monseñor
Maximiliano Crespo Rivera, para trabajar con los indígenas Emberá Katíos.
Desde
entonces dedicó el resto de su vida al apostolado y las misiones. El 14 de mayo
de 1914 fundó la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa
Catalina de Siena con un grupo de catequistas que la acompañaban a las
misiones.
A
partir de entonces se dedicó a establecer con las hermanas misioneras centros
cercanos a las comunidades indígenas, cuya casa principal estaba en Dabeiba.
Estableció las constituciones de la Congregación y en 1917 las presentó ante el
obispo Maximiliano Crespo Rivera.
En
1919 fundó en San José de Uré una misión para trabajar con los negros de la
región.
Practicó
la literatura, escribió más de 30 libros en los cuales narró sus experiencias
místicas con un estilo comprensible y atractivo. Su autobiografía se titula
"Historia de la Misericordia de Dios en un alma".
En
1939 el presidente Eduardo Santos la condecoró con la Cruz de Boyacá. Pasó sus
últimos 9 años de vida en silla de ruedas. Falleció en Medellín el 21 de
octubre de 1949, tras una larga y penosa agonía.
La
congregación de misioneras contaba con 90 casas en el momento de su muerte y
estaba conformada por 467 religiosas que trabajaban en tres países.
Beatificación
Restos
mortales de la Madre Laura. Misa en acción de gracias, Catedral Metropolitana
de Medellín.
La
causa para la beatificación de la Madre Laura fue introducida el 4 de julio de
1963 por la Arquidiócesis de Medellín.
El
11 de julio de 1968 la congregación religiosa de misioneras fundada por ella
recibió la aprobación pontificia. Fue declarada siervo de Dios en 1973 por el Papa
Pablo VI y posteriormente declarada venerable el 22 de enero de 1991 por el Papa
San Juan Pablo II.
El
propio San Juan Pablo II la beatificó el día 25 de abril de 2004 en una
ceremonia religiosa realizada en la Plaza de San Pedro en Roma en presencia de
30.000 fieles.
El
arzobispo de Medellín Alberto Giraldo Jaramillo erigió por medio del Decreto 73
de 2004 el Santuario en donde reposan las reliquias de la Madre Laura.
Posteriormente
el Congreso de Colombia aprobó la ley 959 del 27 de junio de 2005 por la cual
se le rinde homenaje a la Beata Madre Laura y reconocimiento a su obra
evangelizadora. Su fiesta se celebra el 21 de octubre.
Canonización
Carroza
de la Funeraria San Vicente, transportando los restos mortales de Santa Laura
hacia la Catedral Metropolitana de Medellín.
El
día 20 de diciembre del año 2012 en Ciudad del Vaticano, el cardenal Angelo
Amato dio a conocer la autorización del Papa Benedicto XVI para la canonización
de la Madre Laura Montoya, siendo la primera persona de nacionalidad colombiana
reconocida como santa en la Iglesia Católica.
El
Papa Francisco inscribió su nombre en el libro de los santos mediante la
fórmula canónica en solemne concelebración eucarística en la plaza de San Pedro
el 12 de mayo de 2013.
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