¿Quién
es la Hermana Irene Stefani?
Irene
nació en Anfo, Brescia (Italia), el 22 de agosto de 1891 y falleció a los 39
años de edad, el 31 de octubre de 1930, en Ghekondi (Kenya), víctima de la
peste que adquirió asistiendo a enfermos con ese mal.
Sor
Irene es una de las primeras misioneras de la Consolata quien recorrió los
senderos de la caridad heroica hasta entregar su propia vida por la difusión
del Evangelio.
Ella el
19 de Junio de 1911, a los 19 años de edad, deja su pueblo natal, Anfo, en la
provincia de Brescia (Italia), donde ya se le conocía como “el ángel de los
pobres”, y se dirige a Turín donde José Allamano, el fundador del Instituto de
los Misioneros de la Consolata, acababa de dar inicio también a las Misioneras
de la Consolata. El la recibe en el pequeño grupo de las primeras jóvenes
deseosas de entregar su vida a Dios para la obra misionera.
Acabada
su preparación, con confianza y humilde valentía, hacia finales de 1914, acepta
con entusiasmo el mandato para las misiones de Kenya, consciente de las
dificultades que la esperan.
Su
corazón no tiembla, porque está afianzado en Dios. El 29 de Enero de 1914, día
de su consagración a Dios por la misión, Sor Irene había condensado en pocas líneas
su programa de vida:
¡Sólo Jesús!
Todo con Jesús... Toda de Jesús.
Todo para Jesús… Nada para mí.
En
Enero de 1915 llega al Kenya, experimenta la pobreza extrema, la fatiga, la
soledad. Tiene que hacer el esfuerzo para aprender un idioma nuevo, penetrar en
una cultura muy diferente, deshacer prejuicios. Sor Irene ensancha su corazón,
para que en él encuentre espacio aquel mundo al que ella se entrega con todo su
ser: es mujer humilde, llena de fe ardiente, de caridad intrépida y esperanza
inquebrantable para anunciar que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador de la
humanidad.
En 1915
a los pocos meses de haber llegado al Kenya, la primera guerra mundial hace
sentir sus efectos en las colonias inglesas y alemanas e implica directamente
numerosos misioneros y misioneras presentes en África Oriental.
A
partir de Agosto de 1916, Sor Irene desarrolla la tarea de enfermera de la Cruz
Roja en Kenya y Tanzania, en los grandes hospitales de campo levantados por los
“carriers”, los trescientos mil y más indígenas movilizados por los ingleses
para defender y ensanchar sus fronteras.
Con piedad y abnegación pasa días y
noches en las grandes carpas donde se amontonan hasta dos mil enfermos y
heridos.
En aquellas miserables condiciones falta todo pero sor Irene suple a
la falta de remedios y de asistencia médica multiplicando los gestos de caridad
y con la cercanía afectuosa y maternal a cada uno de esos pobres jóvenes. “Esa
hermana es un ángel”, se oye comentar alrededor.
A fines
de la guerra Sor Irene vuelve al Kenya entre sus Agikuyus y se entrega
totalmente a la obra de evangelización con inagotable espíritu apostólico.
Ella
llega a ser maestra, enfermera, partera, visitadora familiar y a todos lleva
amor y gestos concretos de solidaridad. Tanto es así que la gente empieza a
llamarla con cariño “Nyaatha”, que significa “la madre toda misericordia”.
Al
cumplir 39 años de edad, frente a las necesidades incalculables de la obra
misionera y siempre más consciente de su pequeñez, Sor Irene siente la llamada
interior a ofrecer a Dios el sacrificio supremo de su vida para el adviento del
Reino.
Tan sólo dos semanas después de su ofrecimiento, asistiendo a un enfermo
de peste que muere entre sus brazos, contrae la misma enfermedad que en pocos
días la lleva a la muerte, víctima de su caridad heroica.
Es el
31 de Octubre de 1930. En cuanto la dolorosa noticia de su muerte se difunde,
la gente aturdida y consternada acude en masa a la misión para ver por última
vez su rostro, superando el temor supersticioso hacia los muertos, aún muy
arraigado en aquel tiempo.
Después
de más de medio siglo la Iglesia de
Nyeri (Kenya) y la de Turín piden a la “Congregación de los Santos” en Roma que
sean reconocidas las virtudes heroicas de Sor Irene Stefani, para gloria de
Dios y ejemplo a los fieles.
Sus restos,
exhumados en 1995, reposan en la iglesia de la Consolata en NyeriMathari
(Kenya).
Después
de la muerte, Sor Irene prosigue su itinerario misionero por los senderos del
mundo y hace sentir todavía su presencia a todos los que la invocan.
Beatificada
el 23 de mayo de 2015 por el Papa Francisco, en Nyeri (Kenia).
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