domingo, 1 de abril de 2012

SANTA BERNADETTE SOUBIROUS (BERNARDITA DE LOURDES)





Esta imagen de Santa Bernadette Soubirous está  hecha en yeso betalfa, tiene ojos de vidrio y está totalmente entelada con telas encoladas. Es el regalo que le he hecho a mi sobrina, María Belén, cuando se recibió de abogada. Los pasos fueron los siguientes:
1)    Diagramar la cabeza (quería que fuera solamente un busto), ponerle ojos de vidrio como ya te enseñé en otros trabajos. Se pasa enduído con yeso betalfa para tapar todos los cortes realizados a la hora de poner los ojos (les recuerdo que para poner los ojos hay que rebanar toda la cabeza y con mucha paciencia ir calando los espacios orbiculares “desde adentro de la cabeza hasta afuera” quedando como una máscara).

 
 

2)    Diagramamos la ropa, toda en lino o algodón puro, en este caso usé lino.



3)    Obviamente nuestras infaltables y aburridas lijas de distintos granos. Como les decía es la tarea más pesada y tediosa, pero hay que reconocer que el resultado final depende de este paso.
4)    La base se la voy a pintar en imitación mármol y todo el busto va a apoyar en una base de mármol blanco.
5)    Vamos poniendo las telas encoladas. Atención que no van de cualquier forma: 1) la pechera, 2) el cubre pecho (que luego se pintará de negro) 3) la cofia circular y 4) el velo. Al comienzo todo queda en blanco.









6)    Vamos pintando con pigmentos naturales y goma laca. Yo primero pinto lo negro y por último lo blanco. HAY QUE TRABAJAR CON MUCHO CUIDADO PARA NO MANCHAR LOS COLORES. Un consejo: cuando trabajo con estos dos colores siempre tengo pinceles distintos para cada uno, para evitar que se formen tonalidades de grises.









7)    Retocamos detalles. Ponemos una aureola de bronce lisa y barnizamos la pieza, por lo menos 2 manos.


 


Acá te muestro el paso a paso que hemos seguido para hacer esta imagen religiosa de Santa Bernardita:


  

  

 

Les cuento algo de esta gran santa a quien le tengo un especial cariño.
Nació en Lourdes (Francia) en 1844. Hija de padres supremamente pobres. En el bautismo le pusieron por nombre María Bernarda (nombre que ella empleará después cuando sea religiosa) pero todos la llamaban Bernardita.
Era la mayor de varios hermanos. Sus padres vivían en un sótano húmedo y miserable, y el papá tenía por oficio botar la basura del hospital. La niña tuvo siempre muy débil salud a causa de la falta de alimentación suficiente, y del estado lamentablemente pobre de la habitación donde moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de cólera que la dejó sumamente debilitada. A causa también del clima terriblemente frío en invierno, en aquella región, Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del asma, que al comprimir los bronquios produce continuos ahogos y falta de respiración.
Esta enfermedad la acompañará y la atormentará toda su vida. Al final de su existencia sufrirá también de tuberculosis. En ella se cumplieron aquellas palabras de Jesús: "Mi Padre, el árbol que más quiere, más lo poda (con sufrimientos) para que produzca más frutos" (Jn. 15).
En Bernardita se cumplió aquello que dijo San Pablo: "Dios escoge a lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir las vanidades del mundo". Bernardita a los 14 años no sabía leer ni escribir ni había hecho la Primera Comunión porque no había logrado aprenderse el catecismo. Pero tenía unas grandes cualidades: rezaba mucho a la Virgen y jamás decía una mentira. Un día ve unas ovejas con una mancha verde sobre la lana y pregunta al papá: ¿Por qué tienen esa mancha verde? El papá queriendo chancearse, le responde: "Es que se indigestaron por comer demasiado pasto". La muchachita se pone a llorar y exclama: "Pobres ovejas, se van a reventar". Y entonces el señor Soubirous le dice que era una mentirilla. Una compañera le dice: "Es necesario ser muy tonta para creer que eso que le dijo su padre era verdad". Y Bernardita le responde: ¡Es que como yo jamás he dicho una mentira, me imaginé que los demás tampoco las decían nunca!
Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de julio del mismo año, la Santísima. Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita. Las apariciones las podemos leer en detalle en el día 11 de febrero. Nuestra Señora le dijo: "No te voy a hacer feliz en esta vida, pero sí en la otra". Y así sucedió. La vida de la jovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades, penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de santidad tan grande que se ganó enorme premio para el cielo.
Las gentes le llevaban dinero, después de que supieron que la Virgen Santísima se le había aparecido, pero ella jamás quiso recibir nada. Nuestra Señora le había contado tres secretos, que ella jamás quiso contar a nadie. Probablemente uno de estos secretos era que no debería recibir dineros ni regalos de nadie y el otro, que no hiciera nunca nada que atrajera hacia ella las miradas. Por eso se conservó siempre muy pobre y apartada de toda exhibición. Ella no era hermosa, pero después de las apariciones, sus ojos tenían un brillo que admiraba a todos.
Le costaba mucho salir a recibir visitas porque todos le preguntaban siempre lo mismo y hasta algunos declaraban que no creían en lo que ella había visto. Cuando la mamá la llamaba a atender alguna visita, ella se estremecía y a veces se echaba a llorar. "Vaya ", le decía la señora, ¡tenga valor! Y la jovencita se secaba las lágrimas y salía a atender a los visitantes demostrando alegría y mucha paciencia, como si aquello no le costara ningún sacrificio.
Para burlarse de ella porque la Virgen le había dicho que masticara unas hierbas amargas, como sacrificio, el señor. alcalde le dijo: ¿Es que la confundieron con una ternera? Y la niña le respondió: ¿Señor alcalde, a usted si le sirven lechugas en el almuerzo? "Claro que sí" ¿Y es que lo confunden con un ternero? Todos rieron y se dieron cuenta de que era humilde pero no era tonta.
Bernardita pidió ser admitida en la Comunidad de Hijas de la Caridad de Nevers. Demoraron en admitirla porque su salud era muy débil. Pero al fin la admitieron. A los 4 meses de estar en la comunidad estuvo a punto de morir por un ataque de asma, y le recibieron sus votos religiosos, pero enseguida curó.
En la comunidad hizo de enfermera y de sacristana, y después por nueve años estuvo sufriendo una muy dolorosa enfermedad. Cuando le llegaban los más terribles ataques exclamaba: "Lo que le pido a Nuestro Señor no es que me conceda la salud, sino que me conceda valor y fortaleza para soportar con paciencia mi enfermedad. Para cumplir lo que recomendó la Santísima. Virgen, ofrezco mis sufrimientos como penitencia por la conversión de los pecadores".
Uno de los medios que Dios tiene para que las personas santas lleguen a un altísimo grado de perfección, consiste en permitir que les llegue la incomprensión, y muchas veces de parte de personas que están en altos puestos y que al hacerles la persecución piensan que con esto están haciendo una obra buena.
Bernardita tuvo por superiora durante los primeros años de religiosa a una mujer que le tenía una antipatía total y casi todo lo que ella hacía lo juzgaba negativamente. Así, por ejemplo, a causa de un fuerte y continuo dolor que la joven sufría en una rodilla, tenía que cojear un poco. Pues bien, la superiora decía que Bernardita cojeaba para que la gente al ver las religiosas pudiera distinguir desde lejos cuál era la que había visto a la Virgen. Y así en un sinnúmero de detalles desagradables la hacía sufrir. Y ella jamás se quejaba ni se disgustaba por todo esto. Recordaba muy bien la noticia que le había dado la Madre de Dios: "No te haré feliz en esta vida, pero sí en la otra".
Duró quince años de religiosa. Los primeros 6 años estuvo trabajando, pero fue tratada con mucha indiferencia por las superioras. Después los otros 9 años padeció noche y día de dos terribles enfermedades: el asma y la tuberculosis. Cuando llegaba el invierno, con un frío de varios grados bajo cero, se ahogaba continuamente y su vida era un continuo sufrir.
Deseaba mucho volver a Lourdes, pero desde el día en que fue a visitar la Gruta por última vez para irse de religiosa, jamás volvió por allí. Ella repetía: "Ah quién pudiera ir hasta allá, sin ser vista. Cuando se ha visto una vez a la Santísima. Virgen, se estaría dispuesto a cualquier sacrificio con tal de volverla a ver. Tan bella es".
Al llegar a la Comunidad reunieron a las religiosas y le pidieron que les contara cómo habían sido las apariciones de la Virgen. Luego le prohibieron volver a hablar de esto, y en los 15 años de religiosa ya no se le permitió tratar este tema. Son sacrificios que a los santos les preparan altísimo puesto en el cielo.
Cuando ya le faltaba poco para morir, llegó un obispo a visitarla y le dijo que iba camino de Roma, que le escribiera una carta al Santo Padre para que le enviara una bendición, y que él la llevaría personalmente. Bernardita, con mano temblorosa, escribe: "Santo Padre, qué atrevimiento, que yo una pobre hermanita le escriba al Sumo Pontífice. Pero el Sr. Obispo me ha mandado que lo haga. Le pido una bendición especial para esta pobre enferma". A vuelta del viaje el Sr. Obispo le trajo una bendición especialísima del Papa y un crucifijo de plata que le enviaba de regalo el Santo Padre.
El 16 de abril de 1879, exclamó emocionada: "Yo vi la Virgen. Sí, la vi, la vi ¡Que hermosa era!" Y después de unos momentos de silencio exclamó emocionada: "Ruega Señora por esta pobre pecadora", y apretando el crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. Tenía apenas 35 años.
A los funerales de Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. Y ella empezó a conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedían su ayuda. Y el 8 de diciembre de 1933, el Santo Padre Pío Once la declaró santa.
Bernardita: tú que tuviste la dicha de ver a la Madre de Jesús aquí en la tierra, haz que nosotros tengamos la dicha de verla y acompañarla para siempre en el cielo.

QUI DOCET, DISCIT. (ORIGEN DE LA IMAGINERÍA RELIGIOSA).


La imaginería es una especialidad del arte de la escultura, dedicada a la representación plástica de temas religiosos, por lo común realista y con finalidad devocional, litúrgica, procesional o catequética. Se vincula a la Religión Católica debido al carácter icónico de la misma, por lo que la encontramos especialmente en países de cultura católica: España, Italia, Portugal, Iberoamérica y en menor medida Francia, Canadá, Países Bajos, Filipinas y Austria.
Técnica
La técnica más habitual es la talla en madera policromada, que busca el realismo más convincente, a veces mediante vestidos y ropajes con telas elaboradas, cabellos postizos, ojos de vidrio y otros atractivos de orfebrería. Hoy en día, es frecuente encontrar artistas particulares, que las hacen en barro cocido, escayola y en pasta de papel, para poder llegar al público a un precio más accesible. Existen incluso talleres que fabrican imágenes en serie, de muy escasa calidad artística.

Historia
Si bien la representación artística de los misterios religiosos acompaña al Cristianismo desde sus primeros siglos, será en la Edad Media, con el arte Románico y Gótico (siglos XII-XV) donde comience la evolución de la escultura en madera o imaginería, con fines de formación religiosa. Hasta el Renacimiento tienen mucha importancia los maestros flamencos y franceses. Sin embargo a partir del Concilio de Trento (1545 - 1563) la Iglesia Católica, en respuesta a la Reforma luterana, decide potenciar las artes plásticas como medio para alcanzar la atención de los fieles, desarrollándose extraordinariamente la imaginería durante el período Barroco, en la Península Ibérica y América. Este estilo artístico se caracterizó por una gran ostentación de imágenes y altares recubiertos con láminas de oro, para dar sensación de grandeza, tal es el caso de muchas iglesias en Perú y México.
España
En este país es donde más espectacularmente se desarrolle este tipo de escultura, destacándose distintas escuelas de importante valor artístico y religioso como son:
Escuela castellana
Valladolid es su centro. Con los precedentes del siglo XVI como el francés Juan de Juni o el palentino Alonso Berruguete, se inicia una escuela tremendamente realista, que continúa Pompeyo Leoni, escultor italiano afincado en la ciudad a las órdenes de Felipe II, cuyas señas de identidad son el realismo, la talla completa, el estofado y la policromía. Dominan las composiciones de muchos personajes, de gran teatralidad, especialmente en los pasos procesionales de Semana Santa.
Ya de lleno en el Barroco, Francisco de Rincón es el que consigue hacer cuajar el nuevo estilo artístico, sobre todo con su paso procesional La elevación de la Cruz, de 1604. Fallecido de forma prematura (pese a lo cual dejó una obra importante), fue maestro de Gregorio Fernández, que dejó una obra extena a lo largo del primer tercio del siglo XVII, sobre todo en Valladolid. Del taller de éste salieron importantes discípulos que se extienden por la mitad de centuria y que difunden su estilo y a los que se les suele agrupar en sentido extricto bajo la denominación de "Escuela Castellana", como Andrés Solanes, Francisco Fermín, Francisco Díaz de Tudanca o Antonio de Rivera.
En la segunda mitad del siglo XVII coexisten otros autores como Bernardo del Rincón (nieto de Francisco de Rincón), Juan Antonio de la Peña, Juan de Ávila y Alonso de Rozas y su hijo José de Rozas.
El s. XVIII se inicia con Pedro de Ávila, aunque el máximo exponente es Luis Salvador Carmona. Otro nombre a tener en cuenta es Alejandro Carnicero, que trabajó en Salamanca y Madrid.
Escuela andaluza
La Escuela andaluza se caracteriza por la suavidad en el modelado y por el uso de ropas y vestimentas para ornar las imágenes. Los pasos procesionales tienden a la figura exenta y devocional y a la riqueza ornamental. Existen cuatro grandes subescuelas:
Escuela murciana
Se desarrolla en el siglo XVIII en torno a la figura de Francisco Salzillo. Recoge influencias mediterráneas, especialmente de Italia, a través del arte del Belén, que se introduce y desarrolla en España en ese siglo.
Escuela canaria
Aunque con anterioridad habían trabajado en las islas imagineros destacados, como por ejemplo Lázaro González de Ocampo, se considera que tiene su inicio en el siglo XVII con la llegada al archipiélago de uno de los discípulos de Alonso Cano, el manchego Martín de Andújar Cantos quien en su taller de la Villa de Garachico forma a sus dos principales discípulos, el gomero Francisco Alonso de la Raya y el garachiquense Blas García Ravelo. En siglos posteriores, surgen figura de gran importancia dentro de la Historia del Arte en Canarias como Sebastián Fernández Méndez, José Rodríguez de la Oliva o Fernando Estévez.
Sin embargo se considera a José Luján Pérez como el máximo exponente, no solo de la escuela canaria, sino el más importante imaginero y escultor canario de todos los tiempos. Constituye una referencia obligada en el marco de los estudios de la plástica canaria, ya que participa en una etapa trascendental para la evolución del arte en estas islas.

La imaginería del siglo XX
En el siglo XIX continúa la tradición de los imagineros, más cercana a la artesanía que a la escultura. En el caso de Zamora, Ramón Álvarez, continuando la esencia de la escuela castellana de Gregorio Fernández, realiza grades obras para las cofradías de la ciudad, creando un nuevo estilo en materiales, continuado por sus grandes discípulos. Pero en el siglo XX, un puñado de nombres acercan la imaginería a la escultura contemporánea, dándole un nuevo enfoque, alejándose del barroquismo y siguiendo unos cánones neoclásicos, cada uno con su estilo personal.
La imaginería en el arte criollo argentino
La imaginería popular ocupa un destacado lugar entre las manifestaciones históricas del arte criollo. No obstante aún quedan actualmente en el país algunos santeros herederos de una tradición que sembraron los imagineros españoles del siglo XVI.
Desde el punto de vista técnico, imágenes populares argentinas pueden clasificarse en tres grupos: imágenes de talla completa, imágenes de vestir e imágenes de talla y tela encolada. Se incluye en el primero aquellas que, talladas en madera o piedra, no necesiten de ningún aditamento posterior que las complete, como no sea el característico pintado y policromado. Las del segundo grupo son aquellas constituidas por una estructura de madera (candelero), con cabeza, manos y pies tallados en madera o modelados en pasta. El tercer grupo está formado por aquellas imágenes en que la vestidura de tela es reemplazada por paños encolados, los cuales una vez estucados y policromados simulan a la perfección una escultura.
Además de imágenes individuales de Jesucristo, la Virgen María en sus numerosas advocaciones, santos y ángeles tradicionales, realizaron retablos, figuras para pesebres, etc.
HISTORIA DE LA TÉCNICA DE LAS TELAS ENCOLADAS
La historia del encolado data del siglo XVII cuando, según la tradición,  un carpintero dejo caer por accidente cola (goma elaborada a base de cartílagos de animal) sobre la muñeca de su pequeña hija. La madre de la niña para resolver el asunto del daño del vestido de la muñeca que se endureció cuando la cola secó, decidió encolarle todo el vestido a la muñeca y luego pintarlo y decorarlo. De este pequeño accidente nació la técnica del encolado en tela. Si esto fue cierto o no, no lo sabemos, pero como anécdota es interesante ¿no les parece?