miércoles, 1 de octubre de 2025

El hábito religioso franciscano (1º parte).


 El hábito que usó San Francisco de Asís y que se conserva en la basílica del santo en Assisi, Italia.



Por: Fr. Tomás Gálvez | Fuente: fratefrancesco.org


De las túnicas que se conservan de San Francisco sabemos que éstas tenían forma de cruz o de tau, como expresión de que el Hermano Menor debe crucificar en sí mismo las pasiones de este mundo.

Al ser lo primero que salta a la vista de quien se acerca a los franciscanos, el tema del hábito suscita curiosidad y extrañeza a la vez, pues su forma y color varía según las distintas familias franciscanas. 

Hay que aclarar, en primer lugar, que ninguna de las actuales órdenes o congregaciones franciscanas, ni por forma ni por color, viste el hábito de San Francisco, que era en forma de cruz y de lana gris. El paño, en efecto, no era teñido, sino tejido con lana blanca y negra natural entremezclada que le daba un color ceniciento.

Hay quien afirma que el Santo de Asís y sus compañeros al principio no vestían de forma diferente a los pobres y campesinos de su tiempo, pero eso no es lo que se deduce de sus escritos y biografías. 

Es cierto que el modo de vestir de los frailes Menores (túnica larga, capucho, cuerda y calzones) era más pobre que el de cualquier religioso de aquel tiempo, mas no por eso dejaba de ser una divisa religiosa que los diferenciaba de los seglares.

Las dos Reglas de San Francisco y los biógrafos del Santo hablan de la humildad y vileza del hábito de los Hermanos Menores, sin ofrecer detalles en cuanto al color o la forma de la túnica y del capucho, pues lo más importante para Francisco y a sus compañeros era la modestia y la pobreza. 

La segunda Regla impone a los frailes no juzgar ni despreciar "a los que visten ropas suaves y de colores", por lo que deducimos que el color debía de ser natural. 

Gracias a los biógrafos y a las túnicas que se conservan de San Francisco sabemos que éstas tenían forma de cruz o de tau, como expresión de que el Hermano Menor debe crucificar en sí mismo las pasiones de este mundo.

En cuanto al color, sólo en el Espejo de Perfección leemos que el Santo prefería a la alondra entre todas las aves, porque "tiene un capucho como los religiosos y es un pájaro humilde... Su ropaje, o sea las plumas, tiene el color de la tierra, y ella da ejemplo a los religiosos de que no hay que tener ropa delicada o de colores, sino modesta en el precio y el color, igual que la tierra, que es el elemento más vulgar". 

Pero la tierra, como todos sabemos, tiene infinidad de tonalidades. Tomás de Celano, en el Tratado de los Milagros, habla de un "paño ceniciento" como el de los cistercienses de Tierra Santa, que Jacoba de Settesoli le trajo de Roma a Francisco moribundo. 

La única referencia al color del hábito del Santo la encontramos en la Crónica de Roger de Wendover (muerto en 1236) y de Mateo Paris, donde se dice que "los frailes que se llaman menores... caminaban descalzos, con cinturón de cuerda, túnicas grises, largas hasta los tobillos y remendadas, con un capucho basto y áspero".


En un documento del año 1233, el rey de Inglaterra ordenaba al vizconde de Londres la adquisición de una cierta cantidad de paños, la mitad de "blaunchet" o blanco para los Dominicos, y la mitad de "griseng" o gris para los Menores.

 En 1259, el vizconde de Cerwich compraba también ciertos paños de "russet" para las tunicas de los frailes Menores de Reading. El "russet" era el "rusetus pannus" de color rojizo, resultado de la mezcla natural de lana blanca y parda. Las Constituciones de Narbona del 1260 establecían que "las túnicas exteriores no sean ni del todo negras, ni del todo blancas", lo cual dejaba un amplio margen de tonalidades de grises. 

En los frescos de Giotto de la Basílica superior de Asís podemos ver, en una misma escena, hábitos grisáceos y rosados, pero siempre en tonos claros. Las Constituciones Farinerias del 1354 sólo imponen que los superiores no permitan el uso de paños con "motas de diferentes colores, ni demasiado cercanos al blanco ni al negro".

Nueva imagen de Santa Cecilia, patrona de los músicos.


Esta imagen de Santa Cecilia, la he realizado con la técnica de telas encoladas y masillas epoxídicas. Es la misma técnica de telas encoladas, que se ha utilizado para hacer la imagen del Padre Pío, Santa Teresita, Padre Damián, etc., con lo que les doy la pauta de las múltiples imágenes artesanales, e irrepetibles que se pueden hacer. ¿Cómo se hace? te lo cuento ahora por si no leíste el anterior:

  

 

1) Se parte de un soporte (que puede ser de alambre, madera, plástico, cartón, telgopor, etc.). En este caso trabajaré con estructuras plásticas y alambres. TENER EN CUENTA LAS PROPORCIONES. En otro artículo  (VER QUI DOCET, DISCIT del 1º de septiembre de 2011) te he contado sobre las proporciones corpóreas más comunes.

Se sigue con la cabeza, los pies y las manos. Vamos pensando cómo va a ir ubicada la ropa (te recomiendo que veas algunas estampas) y las actitudes que les quieras dar a la imagen, esto lleva bastante tiempo, pero es importante hacerlo. Se va pensando en todos los detalles que se le quieren hacer (ubicación de las manos, de los pies, manto, etc.) en este caso la haré sosteniendo la palma (que indica el martirio) y una cítara griega (ya que es la patrona de los músicos) ya las voy haciendo así quedan listas para el armado final.

  

 

   

2) Si hiciera falta, se van añadiendo pequeñas almohadillas con algodón para darle volumen a las partes del cuerpo. Como es una mujer, le damos un poco más las caderas y marcaremos la zona de los pechos. Se pinta la cara y las manos. Se añade la cabeza que se fija con masilla epoxídica, junto a las otras partes nombradas. La base de la imagen es de madera tratada y la he barnizado para protegerla más. Se la resguarda con papel adherente para que no se ensucie. Se diagrama la vestimenta en tela de algodón o lino (NO SINTÉTICO) y se le pasa una mezcla de cola de carpintero, tiza, enduído y colorantes. Por lo menos 2 manos.

  
  

  
  
  
  
  
  

3) Dejar secar muy bien entre tela y tela, de esta manera cada una de las partes, quedará correctamente fija y ubicada, en el lugar que le corresponde. ¡Mucha PACIENCIA! De esto va a depender la calidad de la imagen. Lo adherimos todo muy bien al cuerpo y lo dejamos secar. Nos vamos a ayudar haciendo algún “andamio” con palitos, hilos, alfileres, etc. Para que fragüe todo en el lugar correcto. Antes de poner el manto, recuerda de ponerle el cinturón. Luego va el manto y por último el velo.

  
    

4) Por último, el pintado de las telas y los detalles finales, como ser puntillas, galones, dorados, etc. También puedes ir pintando a medida que se van secando las telas, cualquiera de las dos opciones son válidas. Sacar el papel adherente de la base y seguir decorando con otros detalles, por ejemplo con una aureola. Retocar con pigmentos al tono las marquitas que hubiéramos dejado y todo el perfilado es retocado con dorado y otros colores para crear sombras. 

Como les digo siempre, nada reconforta más que hacer una imagen religiosa, mientras se realiza se reza, se pide, se agradece, en fin siempre hace bien al alma.

El paso a paso: