domingo, 12 de octubre de 2025

12 de octubre VIRGEN DEL PILAR.



La tradición, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que, por entonces (40 AD), el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España. Aquellas tierras no habían recibido el evangelio, por lo que se encontraban atadas al paganismo. Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión.

Los documentos dicen textualmente que Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso".
En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio".

Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresarse a Judea. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.

Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza.  El mas antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.

Asimismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, "donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente", cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.

La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y piadosa creencia".

Numerosos milagros de la Virgen

 En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Sta.y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros".

El Gran milagro del rengo de Calanda (1640)  Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna.  Un día años mas tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio.  Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro.




 El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.

Tres rasgos peculiares que caracterizan a la Virgen del Pilar y la distinguen de las otras:

1- Se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. A diferencia de las otras apariciones la Virgen viene cuando todavía vive en Palestina: ¨ Con ninguna nación hizo cosa semejante", cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen.

2- La Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad.

3- La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española.

Simbolismo del pilar

El pilar o columna: la idea de la solidez del edificio-iglesia con la de la firmeza de la columna-confianza en la protección de María.

La columna es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra, "manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre bajo la influencia de Dios". Es soporte de los sagrado, soporte de la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, la escala de Jacob, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo.

 Las columnas garantizan la solidez del edificio, sea arquitectónico o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. María es también la primera piedra de la Iglesia, el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.

Vemos en Ex 13, 21-22, que una columna de fuego por la noche acompañaba al pueblo de Israel peregrino en el desierto, dirigiendo su itinerario.

En la Virgen del Pilar el pueblo ve simbolizada "la presencia de Dios, una presencia activa que, guía al pueblo de elegido a través de las emboscadas de la ruta".

Liturgia Eucarística del Pilar:

Los textos utilizados son: en la primera lectura, 1 Crónicas 15, donde se recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, la presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La segunda lectura (He 1, 12-14) y el evangelio (Lc. 11, 272-28) nos hablan también de la presencia de la Virgen en la iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, "esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo". Durante la oración colecta se pide por intercesión de la Virgen "fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor", así como en la oración de las ofrendas, donde se muestra el deseo de "permanecer firmes en la fe".

Antífona de entrada: se piensa en la Virgen como "la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto", y en el salmo responsorial se recuerda "el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado".

En el aleluya: "afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca una cántico nuevo".

Domina en la liturgia la idea de la presencia de María en la Iglesia y de la firmeza que su intercesión y su devoción procura al pueblo de Dios.

El día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los devotos de la Virgen del Pilar cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, pues ese mismo día, conocido hoy como el Día de la Raza, era ya el día de la Virgen del Pilar.

La Basílica de la Virgen del Pilar es la más extraordinaria que tiene España como prueba de una antiquísima y profunda devoción por la Santísima Virgen María. Esa gran basílica mariana con sus once cúpulas y sus cuatro campanarios es famosa en el mundo entero, puesto que en el año 40 AD se apareció ahí la Madre de Dios al Apóstol Santiago. La Virgen vino mientras aún vivía en la tierra. Es decir apareció en carne mortal. Desde entonces, a través de los siglos, ha mostrado su protección especial con repetidas gracias, milagros y portentos, ganándose la piedad de los españoles, que le tributan culto con gran devoción.
 
El interior de la Basílica es de una gran belleza y una serena grandiosidad. Toda la traza del templo está acomodada a la idea, siempre defendida por el Cabildo del Pilar, de no mover de su sitio la Sagrada Columna de la Virgen.

La Basílica de Nuestra Señora del Pilar es visitada por millares de personas cada día. Son los hijos que vienen a rezarle a su madre quien nunca los abandona.

Historia de la Basílica

Al principio del siglo XVI, el arzobispo Alonso de Aragón, hijo del rey católico, transformó en estilo gótico la iglesia anterior, erigida en el lugar mismo de la aparición de la Virgen, que quedó así incluida desde entonces dentro del templo; el lugar mas sagrado de esta capilla lo constituía y lo sigue constituyendo el que ocupa la santa columna, su mas preciada reliquia, en la que se asienta la imagen de la Virgen.
 Por la necesidad que se vio de cobijar a las inmensas muchedumbres de peregrinos y poder atender mejor a los numerosos asistentes en los actos de culto, en 1681 se puso la primera piedra del nuevo templo, donde se incluyó también la santa capilla, conservando intacto el lugar de asentamiento de la columna de la Virgen. En 1872 se concluyeron las diversas capillas y cúpulas, más tarde se añadirán las cuatro torres, la última se concluyó en 1961.

 
Los sitios de Zaragoza, (1808) durante la guerra de independencia, dieron notoriedad a la devoción de la Virgen del Pilar. Junto a su manto se reunía el pueblo buscando en ella protección y aliento; se le representaba velando el sueño de los soldados y se le nombró: " capitana de la tropa aragonesa". Un siglo mas tarde en 1908, la devoción a la Virgen del Pilar, afianzo su dimensión hispánica con el tributo que se le ofreció de todas las banderas de las naciones hispanoamericanas, que cuelgan actualmente en los muros del Pilar.

El Papa Juan Pablo II en 1984, al hacer escala en su viaje a Santo Domingo para iniciar la conmemoración del descubrimiento de América, reconoció a la Virgen del Pilar como "patrona de la hispanidad".

 No nos podemos olvidar la importancia que tuvo en aumentar la devoción a la Virgen del Pilar, la guerra civil de 1936-1939. Las tres bombas que cayeron sobre el templo no estallaron y muchos vieron en este hecho un signo de la especial protección de la Virgen sobre las tropas nacionalistas. De toda España acudían peregrinos a pie a dar gracias a la Virgen por haberlos librado de los peligros de la guerra. 

12 de octubre fiesta de San Carlo Acutis.

 

Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres, Reino Unido, proviene de una familia italiana, originaria de Lombardía. Sus padres, Andrea Acutis y Antonia Salzano se encontraban en Londres, por motivos profesionales. Tras el nacimiento de Carlo la familia Acutis regresó a Italia en septiembre de 1991, instalándose en Milán unos meses más tarde. 

Allí Carlo asistió a la escuela primaria y secundaria con las Hermanas Marcelinas, luego fue al Liceo Clásico León XIII, dirigido por los jesuitas.​ 

Fue criado en una familia bastante tradicional pero no practicante, a temprana edad mostró su gusto por la piedad, le gustaba rezar en las iglesias y durante los viajes familiares insistía a sus padres en visitar los santuarios de la región.


 

Desde muy joven tuvo una devoción muy especial por la Eucaristía y por la Virgen María, a quien luego definirá como "la única mujer de su vida". Le gustó especialmente la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Lourdes y de la Virgen de Fátima. Carlo también fue un apasionado de la vida de los santos, sus modelos fueron Luis Gonzaga y Tarsicio, pero en particular se interesó por Francisco de Asís, Antonio de Padua, Domingo Savio y los tres pastores de la Virgen de Fátima: Francisco Marto, Jacinta Marto y Lucía dos Santos.​ Su madre se apuntó a unas clases de teología para poder contestar a las cuestiones que Carlo le planteaba.​

 

Carlo manifestó su deseo de recibir la comunión a la que llamó «mi autopista hacia el cielo». ​ Para no ceder a lo que creen que es un capricho, sus padres consultaron a monseñor Pasquale Macchi, exsecretario de Pablo VI. Tras constatar la madurez espiritual del niño, el prelado lo autorizó a realizar su primera comunión a los siete años. 

 

La ceremonia tuvo lugar en el Monasterio Ambrosiano de Perego el 16 de junio de 1998. Desde entonces, y hasta su muerte, Carlo asistió todos los días a la Misa, en una ocasión dijo: "Si nos acercamos a la Eucaristía todos los días, vamos directo al paraíso". También rezó el rosario todos los días, se confesaba una vez por semana y participa en el catecismo que enseña a los niños de su parroquia.​

Su adolescencia fue como la de cualquier otro joven, que tiene muchos amigos, amaba el fútbol, la música y los animales. Dedicaba parte de su tiempo en ayudar a personas sin hogar, como voluntario en los comedores populares y como catequista. Estaba particularmente interesado en las tecnologías de la información y la comunicación, entre sus pasiones estaba la informática, por la que mostró un gran talento y sus habilidades en este campo sorprendieron a los profesionales. 

Editó películas, creó sitios web (especialmente para su parroquia y escuela secundaria) y sirvió a los niños, los ancianos y los más pobres para quienes este mundo era menos accesible. Por esta razón, se ha pensado en él como posible patrono del Internet.​

  

Aficionado a la informática, ideó y organizó un material audiovisual relacionado con sus creencias religiosas acerca de la Eucaristía y los milagros eucarísticos, siendo precursor del uso de estos materiales para la difusión masiva de contenidos religiosos. La obra más importante que creó fue su exposición de los milagros eucarísticos dos años de investigación y viajes, en los que también participaron sus padres, fruto de su trabajo, fue una exposición sobre los milagros eucarísticos en el mundo. 

La exposición, que recoge un total de 136 milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia católica, con fotografías y descripciones. Inicialmente un simple sitio web, su exposición se materializó y se ha difundido por los cinco continentes. Solo en los Estados Unidos ha llegado a millares de parroquias y a cien universidades; en el resto del mundo, a cientos de parroquias y algunos de los santuarios marianos más famosos, como Fátima, Lourdes y Guadalupe.

 

 

A nivel escolar, asistió a la escuela Marcellines en Milán y luego al Instituto León XIII, una escuela secundaria dirigida por jesuitas. Sus maestros lo notaron por sus buenos resultados y sus compañeros lo apreciaron por su buen humor, su generosidad y su amabilidad hacia los demás. En la capellanía de la escuela secundaria, ejerció cierta influencia con su ejemplo. Les transmitió en particular la importancia que tenía para él la Eucaristía: "Es la calzada que lleva al cielo".​

También dedicaba su tiempo libre a visitar a los ancianos y ahorraba dinero para dárselo a los más necesitados, a menudo decía: “La felicidad es mirar a Dios. La tristeza es mirarte a ti mismo."

 

Enfermedad y fallecimiento

A principios de octubre de 2006, enfermó; parecía una gripe normal y corriente, pero era una leucemia del tipo M3, la más agresiva. No había ninguna posibilidad de curación. Al cruzar la puerta del hospital, Carlo le dijo a su madre: «de aquí ya no salgo». Más tarde, también les comentó a sus padres: «ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia católica, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al Cielo». Cuando la enfermera le preguntaba cómo se sentía con esos dolores, Carlo respondía: «Bien. 

Hay gente que sufre mucho más que yo. No despierte a mi madre, que está cansada y se preocuparía más».​ Pidió la unción de los enfermos y tres días después del diagnóstico, el 12 de octubre de 2006 falleció en el hospital San Gerardo de Monza, Italia.​

 

Antes de conocer su enfermedad, Carlo hizo un vídeo donde dijo que, si moría, le gustaría que lo enterraran en Asís. Por ello ha sido sepultado allí.

Fama de santidad

El día de su funeral tanto la iglesia como el cementerio estaban llenos de gente. Su madre recuerda que había gente que ella no conocía de nada. Personas sin hogar, inmigrantes, mendigos, niños, etcétera. Un montón de gente que le hablaba de Carlo. De lo que él había hecho por ellos, y ella no sabía nada.​

 

Existen más de doscientos sitios y blogs que hablan sobre él en diferentes idiomas. Ya hay muchas historias de conversión relacionadas con él, que ocurrieron tras su muerte.​ Los padres recibieron cartas y solicitudes de oración de todo el mundo, y gran parte de este material fue recolectado durante la fase de beatificación diocesana.​

El proceso de canonización lo inició el cardenal Angelo Scola, en la Arquidiócesis de Milán el 13 de mayo de 2013, la causa de beatificación y canonización de Carlo Acutis.​

 

Exhumación y confusión

El 5 de julio de 2018 Carlo Acutis fue declarado venerable por el papa Francisco. El cuerpo fue exhumado y se encontró en un estado de Incorruptibilidad cadavérica "bien integrado". Con el propósito de preservar su cuerpo fue sometido a un proceso de embalsamamiento y su rostro fue reconstruido utilizando una máscara de silicona que recreó su apariencia para la posterior exposición.

Las imágenes del cuerpo con el rostro reconstruido a la perfección contribuyeron a una confusión, ya que en diversos periódicos y en las redes sociales trascendió que su cuerpo se encontró intacto después de catorce años de fallecido.​

 

El 6 de abril de 2019, después de unos momentos de oración en la basílica inferior de San Francisco de Asís y en la catedral de San Rufino los restos del beato Carlo Acutis fueron trasladados a la iglesia de Santa Maria Maggiore también llamada santuario della Spogliazione (“del despojamiento”) en Asís, mientras que su corazón fue puesto en un relicario que se quedó en la basílica inferior de San Francisco, a ambas ceremonias asistieron varios miles de personas.

 

El 1 de octubre de 2020 se abrió su tumba para exponer sus restos reconstruidos a la veneración de los fieles, como parte de los hechos previos a su beatificación. En una nota difundida ese mismo día por la diócesis de Assisi-Nocera Umbra-Gualdo Tadino, el obispo Domenico Sorrentino señaló que las noticias que circulaban en torno a las reliquias del beato Carlos Acutis no respondían a la verdad al decir que el cuerpo haya sido encontrado incorrupto.​

«Al acto de la exhumación en el cementerio de Asís, ocurrida el 23 de enero de 2019 en vista al traslado al santuario, este fue encontrado en el normal estado de transformación propio de la condición post mortem (...) el cuerpo, si bien transformado, pero con varias partes todavía en su conexión anatómica, fue tratado con técnicas de conservación y de integración normalmente practicadas para exponer con dignidad a la veneración de los fieles los cuerpos de los beatos y de los santos. Una operación que se llevó a cabo con arte y amor.

 La reconstrucción de la cara con una máscara de silicona fue particularmente exitosa»

En este mismo sentido durante las ceremonias de traslado de las reliquias, el rector de la iglesia de Santa Maria Maggiore, Carlos Acácio Gonçalves Ferreira, explicó que el cuerpo del beato Carlos Acutis se encontraba "en un estado muy íntegro, no intacto, pero íntegro",​ aclarando de nuevo el mal entendido.

 

Existen más de doscientos sitios y blogs que hablan sobre él en diferentes idiomas. Ya hay muchas historias de conversión relacionadas con él, que ocurrieron tras su muerte.17​ Los padres recibieron cartas y solicitudes de oración de todo el mundo, y gran parte de este material fue recolectado durante la fase de beatificación diocesana.​

Beatificación

El proceso de canonización lo inició el cardenal Angelo Scola, en la Arquidiócesis de Milán el 13 de mayo de 2013, la causa de beatificación y canonización de Carlo Acutis.​

 

El 24 de noviembre de 2016, la investigación diocesana se envió a Roma para ser estudiada por la Congregación para las Causas de los Santos. Tras el informe positivo de las distintas comisiones, el papa Francisco lo declaró venerable el 5 de julio de 2018, en reconocimiento a sus virtudes heroicas, otorgándole el título de Venerable​ continuando con la decisión de hacerlo venerable en tan corto espacio de tiempo ha sido acogido con entusiasmo y es motivo de consideración para todos aquellos que ven en Carlo un modelo de evangelizador del siglo XXI. «Su jornada giraba en torno a Jesús, que estaba en el centro. 

Las personas que se dejan transformar por Jesús y tienen esta fuerte amistad con Dios interpelan a los otros, irradian la imagen de Dios», afirmaba su madre.​

 

El 21 de febrero de 2020, el papa Francisco aprobó un milagro atribuido a Carlo Acutis, que permitió iniciar el proceso de su beatificación, consistente en la curación inexplicada de un niño en Brasil. El padre Marcelo Tenorio, vicepostulador de la causa de canonización de Carlo,​ cuenta lo sucedido aquel día: «El 12 de octubre de 2010, en la capilla de Nuestra Señora Aparecida, en nuestra parroquia de Campo Grande (Mato Grosso del Sur), en el momento de la bendición con la reliquia, se acercó un niño acompañado por su abuelo. 


El niño estaba enfermo de páncreas anular, una enfermedad congénita que se estaba tratando. Esta enfermedad causaba que el niño vomitara todo el tiempo, lo que lo debilitaba y lo abatía mucho, porque todo lo que comía lo devolvía, incluido el líquido. Ya llevaba una toalla, porque su situación era grave. Cada vez más débil, debilitado, encontraría una muerte segura. 

Durante la bendición, el niño le preguntó a su abuelo qué debía pedir y este le dijo que rezara, pidiendo "para dejar de vomitar", y así sucedió. Cuando llegó el turno del enfermo, tocó la reliquia de Carlo y dijo con voz firme: "dejar de vomitar" y, a partir de entonces, ya no vomitó más». En febrero de 2011, la familia solicitó que se realizaran nuevas pruebas al niño y se descubrió que estaba completamente curado.​

 

El sábado 10 de octubre de 2020 Carlo fue beatificado en Asís. La ceremonia realizada en la Basílica de San Francisco de Asís, fue presidida por el cardenal Agostino Vallini, delegado del papa Francisco, se presentó una urna que contenía como reliquia, el corazón del nuevo beato de la Iglesia católica; se decretó que su memoria se celebre el 12 de octubre de cada año.​

sábado, 11 de octubre de 2025

11 de octubre fiesta de San Juan XXIII





(Sotto il Monte, 1881 - Roma, 1963) Pontífice romano, de nombre Angelo Giuseppe Roncalli. Era el tercer hijo de los once que tuvieron Giambattista Roncalli y Mariana Mazzola, campesinos de antiguas raíces católicas, y su infancia transcurrió en una austera y honorable pobreza. Parece que fue un niño a la vez taciturno y alegre, dado a la soledad y a la lectura. Cuando reveló sus deseos de convertirse en sacerdote, su padre pensó muy atinadamente que primero debía estudiar latín con el viejo cura del vecino pueblo de Cervico, y allí lo envió.

Lo cierto es que, más tarde, el latín del papa Roncalli nunca fue muy bueno; se cuenta que, en una ocasión, mientras recomendaba el estudio del latín hablando en esa misma lengua, se detuvo de pronto y prosiguió su charla en italiano, con una sonrisa en los labios y aquella irónica candidez que le distinguía rebosando por sus ojos.

Por fin, a los once años ingresaba en el seminario de Bérgamo, famoso entonces por la piedad de los sacerdotes que formaba más que por su brillantez. En esa época comenzaría a escribir su Diario del alma, que continuó prácticamente sin interrupciones durante toda su vida y que hoy es un testimonio insustituible y fiel de sus desvelos, sus reflexiones y sus sentimientos.

En 1901, Roncalli pasó al seminario mayor de San Apollinaire reafirmado en su propósito de seguir la carrera eclesiástica. Sin embargo, ese mismo año hubo de abandonarlo todo para hacer el servicio militar; una experiencia que, a juzgar por sus escritos, no fue de su agrado, pero que le enseñó a convivir con hombres muy distintos de los que conocía y fue el punto de partida de algunos de sus pensamientos más profundos.

El futuro Juan XXIII celebró su primera misa en la basílica de San Pedro el 11 de agosto de 1904, al día siguiente de ser ordenado sacerdote. Un año después, tras graduarse como doctor en Teología, iba a conocer a alguien que dejaría en él una profunda huella: monseñor Radini Tedeschi. Este sacerdote era al parecer un prodigio de mesura y equilibrio, uno de esos hombres justos y ponderados capaces de deslumbrar con su juicio y su sabiduría a todo ser joven y sensible, y Roncalli era ambas cosas. Tedeschi también se sintió interesado por aquel presbítero entusiasta y no dudó en nombrarlo su secretario cuando fue designado obispo de Bérgamo por el papa Pío X. De esta forma, Roncalli obtenía su primer cargo importante.

Dio comienzo entonces un decenio de estrecha colaboración material y espiritual entre ambos, de máxima identificación y de total entrega en común. A lo largo de esos años, Roncalli enseñó historia de la Iglesia, dio clases de Apologética y Patrística, escribió varios opúsculos y viajó por diversos países europeos, además de despachar con diligencia los asuntos que competían a su secretaría. Todo ello bajo la inspiración y la sombra protectora de Tedeschi, a quien siempre consideró un verdadero padre espiritual.

En 1914, dos hechos desgraciados vinieron a turbar su felicidad. En primer lugar, la muerte repentina de monseñor Tedeschi, a quien Roncalli lloró sintiendo no sólo que él perdía un amigo y un guía, sino que a la vez el mundo perdía un hombre extraordinario y poco menos que insustituible. Además, el estallido de la Primera Guerra Mundial fue un golpe para sus ilusiones y retrasó todos sus proyectos y su formación, pues hubo de incorporarse a filas inmediatamente. A pesar de todo, Roncalli aceptó su destino con resignación y alegría, dispuesto a servir a la causa de la paz y de la Iglesia allí donde se encontrase. Fue sargento de sanidad y teniente capellán del hospital militar de Bérgamo, donde pudo contemplar con sus propios ojos el dolor y el sufrimiento que aquella guerra terrible causaba a hombres, mujeres y niños inocentes.

Concluida la contienda, fue elegido para presidir la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe y pudo reanudar sus viajes y sus estudios. Más tarde, sus misiones como visitador apostólico en Bulgaria, Turquía y Grecia lo convirtieron en una especie de embajador del Evangelio en Oriente, permitiéndole entrar en contacto, ya como obispo, con el credo ortodoxo y con formas distintas de religiosidad que sin duda lo enriquecieron y le proporcionaron una amplitud de miras de la cual la Iglesia Católica no iba a tardar en beneficiarse.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Roncalli se mantuvo firme en su puesto de delegado apostólico, realizando innumerables viajes desde Atenas y Estambul, llevando palabras de consuelo a las víctimas de la contienda y procurando que los estragos producidos por ella fuesen mínimos. Pocos saben que si Atenas no fue bombardeada y todo su fabuloso legado artístico y cultural destruido, ello se debe a este en apariencia insignificante cura, amable y abierto, a quien no parecían interesar mayormente tales cosas.

Una vez finalizadas las hostilidades, fue nombrado nuncio en París por el papa Pío XII. Se trataba de una misión delicada, pues era preciso afrontar problemas tan espinosos como el derivado del colaboracionismo entre la jerarquía católica francesa y los regímenes pronazis durante la guerra. Empleando como armas un tacto admirable y una voluntad conciliadora a prueba de desaliento, Roncalli logró superar las dificultades y consolidar firmes lazos de amistad con una clase política recelosa y esquiva.

En 1952, Pío XII le nombró patriarca de Venecia. Al año siguiente, el presidente de la República Francesa, Vicent Auriol, le entregaba la birreta cardenalicia. Roncalli brillaba ya con luz propia entre los grandes mandatarios de la Iglesia. Sin embargo, su elección como papa tras la muerte de Pío XII sorprendió a propios y extraños. No sólo eso: desde los primeros días de su pontificado, comenzó a comportarse como nadie esperaba, muy lejos del envaramiento y la solemne actitud que había caracterizado a sus predecesores.

Para empezar, adoptó el nombre de Juan XXIII, que además de parecer vulgar ante los León, Benedicto o Pío, era el de un famoso antipapa de triste memoria. Luego, abordó su tarea como si se tratase de un párroco de aldea, sin permitir que sus cualidades humanas quedasen enterradas bajo el rígido protocolo, del que muchos papas habían sido víctimas. Ni siquiera ocultó que era hombre que gozaba de la vida, amante de la buena mesa, de las charlas interminables, de la amistad y de las gentes del pueblo.

Como pontífice dio un nuevo planteamiento al ecumenismo católico con el Secretariado para la Unidad de los Cristianos y el acogimiento en Roma de los supremos jerarcas de cuatro Iglesias protestantes. 

Su pontificado abrió nuevas perspectivas a la vida de la Iglesia y, aunque no se dieron cambios radicales en la estructura eclesiástica, promovió una renovación profunda de las ideas y las actitudes.

Su propósito pronto fue claro para todos: poner al día la Iglesia, adecuar su mensaje a los tiempos modernos enmendando pasados yerros y afrontando los nuevos problemas humanos, económicos y sociales. 

Para conseguirlo, Juan XXIII dotó a la comunidad cristiana de dos herramientas extraordinarias: las encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terris. 

En la primera explicitaba las bases de un orden económico centrado en los valores del hombre y en la atención de las necesidades, hablando claramente del concepto "socialización" y abriendo para los católicos las puertas de la intervención en unas estructuras socioeconómicas que debían ser cada vez más justas.



En la segunda se delineaba una visión de paz, libertad y convivencia ciudadana e internacional vinculándola al amor que Cristo manifestó por el género humano en la Última Cena. Ambas encíclicas suponían una revolución copernicana en la visión católica de los problemas temporales, pues aceptaban la herencia de la Revolución Francesa y de la democracia moderna, haciendo de la dignidad del hombre el centro de todo derecho, de toda política y de toda dinámica social o económica.

Poco antes de su muerte, acaecida el 3 de junio de 1963, Juan XXIII aún tuvo el coraje de convocar un nuevo concilio que recogiese y promoviese esta valerosa y necesaria puesta al día de la Iglesia: el Concilio Vaticano II. A través de él, el papa Roncalli se proponía, según sus propias palabras, "elaborar una nueva Teología de los misterios de Cristo, del mundo físico,  del tiempo y las relaciones temporales, de la historia, del pecado, del hombre, del nacimiento, de los alimentos y la bebida, del trabajo, de la vista, del oído, del lenguaje, de las lágrimas y de la risa, de la música y de la danza, de la cultura, de la televisión, del matrimonio y de la familia, de los grupos étnicos y del Estado, de la humanidad toda".

Se trataba de una tarea de titanes que sólo un hombre como Juan XXIII fue capaz de concebir e impulsar, y que sus herederos recibirían como un legado a la vez imprescindible y comprometedor. Pablo VI, su sucesor y amigo, declaró tras ser elegido nuevo pontífice que la herencia del papa Juan no podía quedar encerrada en su ataúd. Él se atrevió a cargarla sobre sus hombros y pudo comprobar que no era ligera.

Fue beatificado el 3 de septiembre del 2000 por el Papa Juan Pablo II y junto a él, es canonizado el 27 de abril de 2014.