viernes, 6 de abril de 2018

La vida consagrada enfrenta grandes retos: Papa Francisco.





 La “cultura de lo provisorio”, el relativismo y la “dictadura del dinero” han alejado a los jóvenes de la vida consagrada. “Necesitamos contagiar a los jóvenes con la alegría del Evangelio”. 

Son palabras que el Papa Francisco ha dicho respecto a la vida consagrada, en un mensaje que dirigió a los participantes en la reunión plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, que han reflexionado el tema “Fidelidad y abandono”, en enero del año 2017.

En el encuentro con esa Congregación vaticana que anima los esfuerzos de los religiosos y religiosas, el Papa propuso algunas medidas para hacerle frente a esa preocupante “hemorragia” que debilita la vida consagrada.

Fidelidad puesta a prueba

“Podemos decir que, en este momento, la fidelidad es puesta a prueba; lo demuestran las estadísticas. Estamos ante una ‘hemorragia’ que debilita la vida consagrada y la vida de la misma Iglesia. El abandono en la vida consagrada nos preocupa. Es verdad, que algunos dejan por un acto de coherencia, porque reconocen, después de un discernimiento serio, que nunca tuvieron la vocación; pero, otros con el pasar del tiempo faltan a la fidelidad, muchas veces sólo pocos años después de la profesión perpetua ¿Qué ha sucedido?”.

Francisco reconoció que hay numerosos factores que condicionan la fidelidad “en éste que es un cambio de época y no sólo una época de cambio, en el que resulta difícil asumir compromisos serios y definitivos”: el contexto social y cultural, el mundo juvenil y las situaciones de contra-testimonio en la vida consagrada.

El Papa dijo que el primer factor es el contexto social y cultural que “no ayuda a mantener la fidelidad”, por el contrario impulsa lo provisorio, y conduce al vivir a la carta y a ser esclavos de las modas, alimentando el consumismo, que olvida la belleza de la vida sencilla y austera, y que provoca un gran vacío existencial, con un fuerte relativismo, con valores ajenos al Evangelio:

“Vivimos en una sociedad donde las reglas económicas sustituyen las reglas morales, dictan leyes e imponen sus propios sistemas de referencia en detrimento de los valores de la vida; una sociedad donde la dictadura del dinero y del provecho propugna una visión de la existencia que descarta al que no rinde. En esta situación, está claro que uno debe dejarse evangelizar antes, para luego comprometerse en la evangelización”.


 En el segundo factor, el mundo juvenil, el Papa recordó que no faltan jóvenes generosos, solidarios y comprometidos en ámbito religioso y social; y además se refirió a los desafíos que afronta la juventud y alentó a contagiar la alegría del Evangelio:


“Hay jóvenes maravillosos y no son pocos. Pero, también entre los jóvenes hay muchas víctimas de la lógica de la mundanidad, que se puede sintetizar así: búsqueda de éxito a cualquier precio, del dinero fácil y del placer fácil. Esta lógica seduce también a muchos jóvenes. Nuestro compromiso no puede ser otro que el de estar a su lado, para contagiarlos con la alegría del Evangelio y de la pertenencia a Cristo. Hay que evangelizar esa cultura si queremos que los jóvenes no sucumban”.



En el tercer factor, “que proviene del interior de la vida consagrada, donde al lado de tanta santidad no faltan situaciones de contra-testimonio”, el Santo Padre reiteró la centralidad de Jesús, en la misión profética de los consagrados:

“Si la vida consagrada quiere mantener su misión profética y su fascinación y seguir siendo escuela de fidelidad para los cercanos y los lejanos (cfr Ef 2,17) debe mantener el frescor y la novedad de la centralidad de Jesús, la atractiva de la espiritualidad y la fuerza de la misión, mostrar la belleza del seguimiento de Cristo e irradiar esperanza y alegría”.

Francisco subrayó la importancia de la vida fraterna en la comunidad, alimentada en la oración, la Palabra, los Sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación; sin olvidar, la cercanía a los pobres y la misión en las periferias existenciales, centrada en el Evangelio. A demás alentó la preparación de formadores y acompañantes cualificados en la vida consagrada para favorecer el discernimiento de los y las jóvenes.



Mi reflexión personal

Ya he publicado algunos otros comentarios sobre este tema, esta vez quiero hacer mi reflexión con preguntas. Espero que algunos Superiores/as y bien religiosos/as las puedan leer y responderse a ellos mismos.

   ¿Por qué están surgiendo desde hace ya varios años nuevas Congregaciones religiosas, con carismas muy parecidos a las ya existentes y estas nuevas cuentan con vocaciones para la vida religiosa?


            ¿Por qué las comunidades religiosas que tienen como centro la Eucaristía y la vida fraterna, no están sufriendo ese vacío vocacional tan sanguinario?

                    ¿Por qué en algunas comunidades religiosas han dejado en segundo plano la oración en común, el trabajo en conjunto y las horas de recreación junto a sus otros hermanos/as de comunidad?

              ¿Por qué muchos consagrados/as han dejado de usar su distintivo hábito religioso, original o decorosamente adaptado, para vestir traje común como cualquier laico?



                  ¿Por qué sus vidas ya no giran alrededor de la Eucaristía y los sacramentos?

      ¿Por qué muchas Congregaciones se han apartado diametralmente de su carisma fundacional y han perdido la sana y santa alegría diaria de sentirse seguidores de Cristo en pleno siglo XXI?

         ¿Por qué muchos religiosos/as llevan una vida individual en lugar de sentirse parte de una comunidad y trabajar todos juntos con un mismo ideal?

     ¿Por qué muchas Congregaciones dejaron de lado una buena formación teológico-filosófica, de vida espiritual y comunitaria y la han cambiado por una formación de asistencial, sin saber que esta va en segundo plano? Recuerdo palabras de Santa Teresa de Calcuta a sus religiosas: “Ustedes son religiosas antes que asistentes sociales”.


      ¿Por qué algunas Congregaciones les ofrecen a los jóvenes valientes de este siglo, lo mismo que hacían en sus casas y el mundo, sin darse cuenta que los jóvenes de hoy se quieren aggiornar a algo distinto de lo meramente secular?

Y podría enumerar algunas preguntas más, lo principal es que todos nos respondamos a esto. Los laicos nos preguntaremos si realmente hemos rezado lo suficiente por las buenas y santas vocaciones y si hemos colaborado para su desarrollo. Los superiores y el resto de las comunidades, deberán responderse qué han hecho con el carisma de su fundador/ra y con el vivir cotidiano de su vida religiosa, que por lo que se ve no viene entusiasmando a nadie para poder seguir en ese camino de entrega a Cristo y a sus hermanos.

Que María, nuestra Buena Madre, nos ayude a todos a encontrar el verdadero camino y que nunca haga faltar obreros a la mies.

 








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