Esta imagen de la Santísima Virgen
de Lourdes está hecha con telas de lino y algodón encoladas, goma laca,
pigmentos naturales, yeso betalfa y masillas epoxídicas. ¿Cómo se hace? te lo
cuento ahora por si no leíste los anteriores trabajos en los que explico la
técnica.
1) Lo
primero que hay que hacer es la base. En este caso utilicé una rodaja de madera
de araucaria. A ella le añadí una imitación de piedras, hechas con yeso y
masilla epoxídica. Luego comencé a hacer el rosal que las rodea, sus hojas, espinas,
etc. Las rosas son de telas encoladas y se añaden al final. Recordar que según
el relato de Santa Bernadette, la Virgen tenía sobre cada uno de sus pies una
rosa amarilla. Una vez terminado esto, lo protegemos con un plástico para que
no se manche. Sobre las piedras ponemos el soporte.
2) El
soporte (puede ser de alambre, madera, plástico, cartón, telgopor, etc.) En
este caso es un cilindro de plástico forrado con cintas y endurecido con cola
de carpintero, alambres y masillas epoxídicas. Se le van marcando las partes
del cuerpo. TENER EN CUENTA LAS PROPORCIONES CORPÓREAS. Hay un artículo en la
serie QUI DOCET, DISCIT en el que te lo explico.
3) Se
sigue con la cabeza y las manos (es lo primero que hice y a partir de ahí saqué
las otras proporciones). Vamos pensando cómo va a ir ubicada la ropa (para esto
es preciso ver imágenes, para que sea lo más real posible) y las actitudes de
la imagen (esto lleva bastante tiempo). La Virgen de Lourdes no es complicada,
es toda blanca, con un lazo en color celeste y lleva un rosario colgando en su
brazo derecho.
4) Si
hiciera falta, se van añadiendo pequeñas almohadillas con algodón para darle
volumen a las partes del cuerpo. Como es una mujer, le damos un poco menos a la
caja torácica y a la espalda y más para las caderas. Se pinta la cara y las
manos y se las fijan al soporte.
5) Se
diagrama la vestimenta en tela de algodón o lino (NO SINTÉTICO). Se le pasa una
mezcla de cola de carpintero, tiza, enduído y colorantes hasta llegar al color
original de la imagen. Por lo menos 2 manos. Esta tarea ya la conoces muy bien
por los trabajos anteriores. Dejar secar muy bien entre tela y tela, lo mismo
cuando se pinta. Uno de los secretos de esta técnica es esto.
6) Mucha
PACIENCIA a la hora de anexar las telas encoladas. En este caso la secuencia
es: mangas, vestido, cinturón, cofia (pequeña, sólo para sujetar al velo) y
velo que debe ser bastante largo, puesto que hace de capa también y se mete
entre los brazos, esa es la imagen original de la Virgen de Lourdes. Lo
adherimos muy bien al cuerpo y lo dejamos secar. Nos vamos a ayudar haciendo
algún “andamio” con palitos, hilos, alfileres etc. Para que fragüe todo en el
lugar correcto. No exagerar con la tela, caso contrario perderíamos las
proporciones del cuerpo. Atención con esto.
7) Una
vez que todo haya secado muy bien, preparamos pintura con goma laca y pigmentos
naturales y con mucho cuidado empezamos a pintar. Si bien la imagen es casi
toda blanca, el cinturón es celeste y eso les puede traer un dolor de cabeza,
si manchan el blanco. Por último hacemos el rosario que lo tenemos que
confeccionar en la misma imagen para que quede enganchado al brazo derecho.
8) Sacar
el papel adherente de la base, las manos y la cabeza y seguir decorando con
otros detalles (aureola, puños, cuellos, dobladillos, puntillas etc.). Retocar
con pigmentos al tono las marquitas que hubiéramos dejado y creamos sombras.
El paso a paso:
Un poco de historia de esta
aparición a la que le tengo una especial devoción heredada de mi querida madre,
fiel devota de esta advocación, cuya fiesta litúrgica es el 11 de febrero. Les
cuento algo también sobre Santa Bernadette (Bernardita) que fue su vidente.
Desde
el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de julio del mismo año, la Santísima.
Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita. Las apariciones las podemos leer en
detalle en el día 11 de febrero. Nuestra Señora le dijo: "No te voy a
hacer feliz en esta vida, pero sí en la otra". Y así sucedió. La vida de
la jovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades,
penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de
santidad tan grande que se ganó enorme premio para el cielo.
Las
gentes le llevaban dinero, después de que supieron que la Virgen Santísima se
le había aparecido, pero ella jamás quiso recibir nada. Nuestra Señora le había
contado tres secretos, que ella jamás quiso contar a nadie. Probablemente uno
de estos secretos era que no debería recibir dineros ni regalos de nadie y el
otro, que no hiciera nunca nada que atrajera hacia ella las miradas. Por eso se
conservó siempre muy pobre y apartada de toda exhibición. Ella no era hermosa,
pero después de las apariciones, sus ojos tenían un brillo que admiraba a
todos.
Le
costaba mucho salir a recibir visitas porque todos le preguntaban siempre lo
mismo y hasta algunos declaraban que no creían en lo que ella había visto.
Cuando la mamá la llamaba a atender alguna visita, ella se estremecía y a veces
se echaba a llorar. "Vaya ", le decía la señora, ¡tenga valor! Y la jovencita
se secaba las lágrimas y salía a atender a los visitantes demostrando alegría y
mucha paciencia, como si aquello no le costara ningún sacrificio.
Para
burlarse de ella porque la Virgen le había dicho que masticara unas hierbas
amargas, como sacrificio, el señor. alcalde le dijo: ¿Es que la confundieron
con una ternera? Y la niña le respondió: ¿Señor alcalde, a usted si le sirven
lechugas en el almuerzo? "Claro que sí" ¿Y es que lo confunden con un
ternero? Todos rieron y se dieron cuenta de que era humilde pero no era tonta.
Bernardita
pidió ser admitida en la Comunidad de Hijas de la Caridad de Nevers. Demoraron
en admitirla porque su salud era muy débil. Pero al fin la admitieron. A los 4
meses de estar en la comunidad estuvo a punto de morir por un ataque de asma, y
le recibieron sus votos religiosos, pero enseguida curó.
En
la comunidad hizo de enfermera y de sacristana, y después por nueve años estuvo
sufriendo una muy dolorosa enfermedad. Cuando le llegaban los más terribles
ataques exclamaba: "Lo que le pido a Nuestro Señor no es que me conceda la
salud, sino que me conceda valor y fortaleza para soportar con paciencia mi
enfermedad. Para cumplir lo que recomendó la Santísima. Virgen, ofrezco mis
sufrimientos como penitencia por la conversión de los pecadores".
Uno
de los medios que Dios tiene para que las personas santas lleguen a un altísimo
grado de perfección, consiste en permitir que les llegue la incomprensión, y
muchas veces de parte de personas que están en altos puestos y que al hacerles
la persecución piensan que con esto están haciendo una obra buena.
Bernardita
tuvo por superiora durante los primeros años de religiosa a una mujer que le
tenía una antipatía total y casi todo lo que ella hacía lo juzgaba
negativamente. Así, por ejemplo, a causa de un fuerte y continuo dolor que la
joven sufría en una rodilla, tenía que cojear un poco. Pues bien, la superiora
decía que Bernardita cojeaba para que la gente al ver las religiosas pudiera
distinguir desde lejos cuál era la que había visto a la Virgen. Y así en un
sinnúmero de detalles desagradables la hacía sufrir. Y ella jamás se quejaba ni
se disgustaba por todo esto. Recordaba muy bien la noticia que le había dado la
Madre de Dios: "No te haré feliz en esta vida, pero sí en la otra".
Duró
quince años de religiosa. Los primeros 6 años estuvo trabajando, pero fue
tratada con mucha indiferencia por las superioras. Después los otros 9 años
padeció noche y día de dos terribles enfermedades: el asma y la tuberculosis.
Cuando llegaba el invierno, con un frío de varios grados bajo cero, se ahogaba
continuamente y su vida era un continuo sufrir.
Deseaba
mucho volver a Lourdes, pero desde el día en que fue a visitar la Gruta por
última vez para irse de religiosa, jamás volvió por allí. Ella repetía:
"Ah quién pudiera ir hasta allá, sin ser vista. Cuando se ha visto una vez
a la Santísima. Virgen, se estaría dispuesto a cualquier sacrificio con tal de
volverla a ver. Tan bella es".
Al
llegar a la Comunidad reunieron a las religiosas y le pidieron que les contara
cómo habían sido las apariciones de la Virgen. Luego le prohibieron volver a
hablar de esto, y en los 15 años de religiosa ya no se le permitió tratar este
tema. Son sacrificios que a los santos les preparan altísimo puesto en el
cielo.
Cuando
ya le faltaba poco para morir, llegó un obispo a visitarla y le dijo que iba
camino de Roma, que le escribiera una carta al Santo Padre para que le enviara
una bendición, y que él la llevaría personalmente. Bernardita, con mano
temblorosa, escribe: "Santo Padre, qué atrevimiento, que yo una pobre
hermanita le escriba al Sumo Pontífice. Pero el Sr. Obispo me ha mandado que lo
haga. Le pido una bendición especial para esta pobre enferma". A vuelta
del viaje el Sr. Obispo le trajo una bendición especialísima del Papa y un crucifijo
de plata que le enviaba de regalo el Santo Padre.
El
16 de abril de 1879, exclamó emocionada: "Yo vi a la Virgen. Sí, la vi, la
vi ¡Que hermosa era!" Y después de unos momentos de silencio exclamó
emocionada: "Ruega Señora por esta pobre pecadora", y apretando el
crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. Tenía apenas 35 años.
A
los funerales de Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. Y ella empezó a
conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedían su ayuda. Y el 8 de
diciembre de 1933, el Santo Padre Pío XI la declaró santa. Su cuerpo se
encuentra incorrupto en una urna de cristal, en Nevers, (Francia) en la casa
Madre de las Hermanas de la Caridad.
2 comentarios:
Quien como Dios? Cordial saludo desde Colombia
De parte de familia ortiz
Es cierto flia. Ortiz, por eso es nuestro primer Mandamiento. Bendiciones desde Argentina.
Publicar un comentario