DOMINGO
27 DE JULIO 2014
El
Sumo Pontífice dio en una entrevista un decálogo de sugerencias para hallar el
bienestar en la vida. Además, se refirió a la posibilidad de ganar el Premio
Nobel de la Paz y reveló la historia detrás de la medalla que lleva guardada
junto al corazón.
Aunque
preocupado por las guerras que tensionan distintas regiones del mundo, el papa
Francisco no descuida la importancia que la familia y las relaciones personales
tienen para una sociedad. Por eso, advierte contra el peligro de las nuevas
tecnologías, invita a fortalecer los lazos familiares y pide: "Todos
tienen que estar comprometidos con el asunto de la paz".
El
Sumo Pontífice recibió a la revista Viva en la residencia de Santa Marta y, en
el encuentro de 77 minutos, se refirió a la posibilidad de ganar el Premio
Nobel de la Paz, habló de arte, se refirió a los distintos conflictos bélicos
que azotan al mundo y reveló el significado de un amuleto que lleva guardado
junto al corazón.
Preocupado
por los conflictos bélicos y los dramas de la inmigración, Francisco no dejó de
destacar también la importancia de lograr la felicidad en la vida para alcanzar
una vida plena. Consultado por el periodista Pablo Calvo, dejó diez consejos
para buscar el bienestar.
"TODOS
TIENEN QUE ESTAR COMPROMETIDOS CON EL ASUNTO DE LA PAZ"
1)
Viví y dejá vivir. "Acá los romanos tienen un dicho y podríamos
tomarlo como un hilo para tirar de la fórmula esa que dice: 'Anda adelante y
deja que la gente vaya adelante'. Viví y dejá vivir, es el primer paso de la
paz y la felicidad".
2)
Darse a los demás. "Si uno se estanca, corre el riesgo de ser
egoísta. Y el agua estancada es la primera que se corrompe"
3)
Moverse remansadamente. "En Don Segundo Sombra hay una cosa muy
linda, de alguien que relee su vida. El protagonista. Dice que de joven era un
arroyo pedregoso que se llevaba por delante todo; que de adulto era un río que
andaba adelante y que en la vejez se sentía en movimiento, pero lentamente
remansado. Yo utilizaría esta imagen del poeta y novelista Ricardo Güiraldes,
ese último adjetivo, remansado. La capacidad de moverse con benevolencia y
humildad, el remanso de la vida. Los ancianos tienen esa sabiduría, son la
memoria de un pueblo. Y un pueblo que no cuida a sus ancianos no tiene
futuro".
4)
Jugar con los chicos. "El consumismo nos llevó a esa ansiedad de
perder la sana cultura del ocio, leer, disfrutar del arte. Ahora confieso poco,
pero en Buenos Aires confesaba mucho y cuando venía una mamá joven le
preguntaba: '¿Cuántos hijos tenés? ¿Jugás con tus hijos?' Y era una pregunta
que no se esperaba, pero yo le decía que jugar con los chicos es clave, es una
cultura sana. Es difícil, los padres se van a trabajar temprano y vuelven a
veces cuando sus hijos duermen, es difícil, pero hay que hacerlo".
5)
Compartir los domingos con la familia. "El otro día, en Campobasso,
fui a una reunión entre el mundo de la universidad y el mundo obrero, todos
reclamaban el domingo no laborable. El domingo es para la familia".
6)
Ayudar a los jóvenes a conseguir empleo. "Hay que ser creativos con
esta franja. Si faltan oportunidades, caen en la droga. Y está muy alto el
índice de suicidios entre los jóvenes sin trabajo. El otro día leí, pero no me
fío porque no es un dato científico, que había 75 millones de jóvenes de 25
años para abajo desocupados. No alcanza con darles de comer: hay que
inventarles cursos de un año de plomero, electricista, costurero. La dignidad
te la da el llevar el pan a casa".
7)
Cuidar la naturaleza. "Hay que cuidar la creación y no lo estamos
haciendo. Es uno de los desafíos más grandes que tenemos".
8)
Olvidarse rápido de lo negativo. "La necesidad de hablar mal del
otro indica una baja autoestima, es decir: yo me siento tan abajo que en vez de
subir, bajo al otro. Olvidarse rápido de lo negativo es sano".
9)
Respetar al que piensa distinto. "Podemos inquietar al otro desde
el testimonio, para que ambos progresen en esa comunicación, pero lo peor que
puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza: 'Yo dialogo contigo
para convencerte', no. Cada uno dialoga desde su identidad. La Iglesia crece
por atracción, no por proselitismo".
10)
Buscar activamente la paz. "Estamos viviendo en una época de mucha
guerra. En África parecen guerras tribales, pero son algo más. La guerra
destruye. Y el clamor por la paz hay que gritarlo. La paz a veces da la idea de
quietud, pero nunca es quietud, siempre es una paz activa".
Es
ese llamado por la paz y sus invitaciones al diálogo en Medio Oriente, Ucrania
y Venezuela, entre otras regiones en conflicto, que ya lo han puesto como uno
de los mayores candidatos a lograr el Premio Nobel de la Paz. Pero él le resta
importancia: "Es un tema que no entra en mi agenda, le digo la verdad.
Nunca acepté doctorados y esas cosas que ofrecen, sin despreciar. Ni se me
ocurre pensar en eso, y menos (se ríe) voy a pensar qué haría con esa plata (el
Premio Nobel de la Paz otorga un millón de dólares a su ganador), con toda
franqueza. Pero evidentemente, prescindiendo de un premio o no premio, creo que
todos tienen que estar comprometidos con el asunto de la paz, hacer todo lo que
uno puede, lo que puedo hacer yo desde acá. La paz es el lenguaje que hay que
hablar".
El
periodista Pablo Calvo fue recibido en una audiencia privada en la residencia
de Santa Marta junto a un grupo de argentinos exiliados hace muchos años en
Suecia. La única carta que llevó para entregarle al Papa fue un escrito de la
mujer que cuida a su hijo desde hace 13 años. Francisco sacó entonces una
medalla del Sagrado Corazón que llevaba colgada en el pecho.
"Es
de una señora que ayudaba a mi mamá a lavar la ropa, cuando no había lavarropas,
con la tabla, a mano. Éramos cinco nosotros, mamá sola, esta señora venía tres
veces por semana a ayudarla. Era una mujer de Sicilia que había emigrado a la
Argentina con dos hijos, viuda, después de que su marido muriera en la guerra.
Llegó con lo puesto, pero trabajó y sostuvo su hogar. Yo tenía unos 10 años,
hasta que se mudaron mis padres y dejé de verla.
Pasó mucho tiempo y un día
apareció a saludar por San Miguel. Yo ya era sacerdote. Después la volví a
perder de vista, pero siempre pedí la gracia de volverá a encontrar, porque mientras
lavaba, nos enseñaba mucho, nos hablaba de la guerra, de cómo cultivaban en
Sicilia. Era viva como el hambre, cuidaba el pesito, no se dejaba estafar,
tenía muchas cosas buenas".
"Por
fin la encontré, ya tenía 80 y tantos, y la acompañé diez años hasta su muerte.
Pero unos días antes se sacó esta medalla y me dijo 'quiero que la lleves vos',
y todas las noches cuando me la saco y la beso y todas las mañanas cuando me la
pongo, la imagen de esa mujer se me aparece.
Era una anónima, nadie la conocía,
pero se llamaba Concepción María Minuto. Murió feliz, con una sonrisa, con la
dignidad de quien trabajó. Es por eso que tengo mucho cariño a la mujer que
ayuda, a las empleadas domésticas, que tienen que tener todos los derechos
sociales, todos. Es un trabajo como cualquiera, no debe ser objeto de
explotación ni maltrato", concluyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario