jueves, 7 de septiembre de 2017

Mi peregrinación a Lourdes.

 

Como ya les he contando en dos entradas anteriores, mi viaje espiritual terminó en el Santuario de Lourdes, Francia. Comparto con ustedes un poco de esa experiencia vivida.

Venía de la canonización de la Madre Teresa en Roma, la alegría, el servicio y la caridad fueron su sello. Seguí en Ávila con el camino teresiano, donde el silencio y la oración brotaban por todos lados. 

Ahora llega el momento de amalgamar todo y para eso, nada mejor que recurrir a la Madre para que Ella misma nos aconseje, nos abrace y nos cuide. Lourdes fue el lugar elegido, no por azar, sino por convicción. 

Era la segunda vez que estaba allá. La emoción y las lágrimas brotaron naturalmente. Fue mi madre la que me dio a conocer esa advocación y la que de a poco me llevó a amarla y venerarla. 

La recordaba con mucho cariño y mi entrada al santuario la hice de la mano de las dos madres, fue una sensación que no puedo escribir en palabras, son esos sentimientos que no se pueden explicar ni transferir.

Ahora entiendo al Premio Nobel de Medicina,  Alexis Carrel. Su conversión se produjo en Lourdes y desde ese momento sus escritos maravillosos sobre la Virgen María empezaron a circular por todo el mundo en varios idiomas.

Durante el año, son millones las personas que pasan por allá, el Santuario está abierto las 24 horas y los 365 días del año. 


Hay actividades en forma continua en muchos idiomas, incluyendo las confesiones que cuentan con un lugar especial para ello, es un lugar donde las caras se ven transformadas por la serenidad y la alegría. Es ver en vivo y en directo la parábola del hijo pródigo.



En el Santuario existen varias capillas y basílicas las que pueden ser visitadas por cualquiera que se acerque allá, inclusive está la de San José donde se celebra la misa en castellano. En forma continua se ven llegar grupos de peregrinos de diversas partes del mundo, todos los continentes se unen y forman una nueva nación, la de los hijos de María.
 


Todas las noches se realiza la peregrinación de las antorchas (con velas), y consiste en marchar alrededor del santuario mientras se reza el santo Rosario en varios idiomas, es un momento de mucha piedad.

 
La gente va y viene, los enfermos son ayudados por voluntarios para que puedan llegar hasta los lugares del santuario, otras personas ayudan para acompañar a otros enfermos hacia las piletas, en donde se sumergirán por completo y le pedirán a la Buena Madre que los sane, si es la voluntad de  Dios. 

Sillas de ruedas y las muletas están por doquier, lo mismo que las lágrimas que brotan de miles de rostros de todos los colores, es que la Madre besa constantemente a los que se acercan a visitarla. 

El beso y la caricia de una madre, desarman a cualquiera y lo hace sentir en un estado ideal de paz y serenidad. Nos viene a la mente las palabras de Cristo en la cruz cuando "Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Luego dice al discípulo: "He ahí a tu madre"" (Jn. 19, 26-27).

Recorriendo las distintas basílicas, no solo nos deleitamos con los paisajes soberbios que rodean al lugar: las montañas, el río Gave y la forestación contribuyen, sino que nos encontramos con misas y rosarios rezados constantemente y cualquiera se puede unir en esos momentos. 

 

También nos encontramos con la urna que contiene la reliquia de Santa Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes y la imaginación nos hace recordar esos momentos de la visión que tanto hemos escuchado o leído.

Llegamos al momento máximo, la gruta donde se apareció la Santísima Virgen y el manantial que le hace “descubrir” a Santa Bernardita y que desde ese momento sigue brotando agua sin parar. 

La cola para pasar frente a ellos siempre está, pero nadie se inquieta, no hay apuros ni situaciones incómodas porque todo el mundo sabe lo que va a hacer, estar un ratito con su Madre y eso no se precede con malhumor o incomodidades.


 

Uno pierde la noción del tiempo, todo se pasa muy lento y rápido a la vez, no se puede explicar, lo mismo ocurre con las conversiones que ocurren minuto a minuto y los milagros que se suscitan a diario, luego la iglesia tendrá que verificarlos.


Si la voluntad de Dios les permite hacer este viaje, no lo duden, háganlo y verán que es real todo lo que les comento, quedarán sin palabras y con un corazón renovado y todo esto se debe al amor y la protección que María de Lourdes nos regala a diario. Dios los bendiga.

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