¿Es verdad que los católicos adoran imágenes?
Más de una vez hemos escuchado: “¡Los católicos adoran estatuas!” A pesar de que este reclamo es ridículo, la gente continúa haciendo esta acusación. Dicen que porque los católicos tienen estatuas en sus iglesias y oran delante de ellas, están violando el mandamiento de Dios: “No te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en el mar debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni les rindas culto” (Ex. 20, 4-5). “Realmente el pueblo cometió un gran pecado al hacerse un Dios de oro” (Ex. 32,31).
Estos renglones van a examinar los argumentos fundamentalistas de orden contra la antigua práctica cristiana de usar imágenes y proveerá una respuesta bíblica a estos argumentos, mostrando la evidencia en las Escrituras para esta práctica.
Primero señalaremos que es correcto advertirle a la gente contra el pecado de la idolatría. Pero la acusación de que los católicos son idólatras porque tienen imágenes de Cristo y los Santos es completamente incorrecto, estando basados en un malentendido o ignorancia de lo que dice la Biblia sobre el propósito y el uso (ambos buenos y malos) de estatuas.
El escritor anticatólico Loraine Boettner, en su libro Catolicismo Romano, declara que es un pecado tener estatuas porque “Dios ha prohibido el uso de imágenes en la adoración” (pág. 281). Muchos protestantes abrazan esta afirmación y sin embargo si ellos estudiaran las Escrituras (Jn. 5,39) encontrarían que la verdad es exactamente lo opuesto.
Aun cuando no queda ninguna duda de que Dios condenó la adoración de estatuas, hay que decir que El nunca condenó el uso de estatuas en la adoración. Pero aun más, ¡en realidad Él recomendó su uso!
Dios dijo que las hagamos
Mientras que los protestantes y otros citan Éxodo 20,4-5 para reforzar su acusación a los católicos “adoradores de estatuas” ellos se olvidan de numerosos otros pasajes donde el Señor ordena el labrado de estatuas “...con dos seres alados de oro labrado a martillo en los dos extremos, haz el primer querubín en un extremo y el segundo en el otro. Los querubines formaran un cuerpo con el propiciatorio, en sus dos extremos. Estarán con las alas extendidas por encima, cubriendo con ellas el propiciatorio, uno en frente al otro, con las caras vueltas hacia el propiciatorio” (Ex. 25, 18-20).
David le dio un plano a Salomón “para el altar del incienso, oro acrisolado según el peso; asimismo el modelo de la carroza y de los querubines que extienden las alas y cubren el arca de la alianza de Yahveh. Todo esto conforme a lo que Yahveh había escrito de su mano para hacer comprender todos los detalles del diseño” (1Cro. 28, 18-19). Cabe notar que todo esto estaba dirigido de acuerdo a las Escrituras divinamente inspiradas. Ezequiel 41,18 describe a imágenes grabadas en el templo, “estaban cubiertos de grabados alternados de seres alados y palmeras”.
El uso religioso de las imágenes
Durante una plaga de serpientes Él envió a castigar a los malvados israelitas, Dios le dijo a Moisés: “hazte una serpiente como esas y ponla en el asta de una bandera. Cuando alguien sea mordido por una serpiente, mire hacia la serpiente del asta, y se salvará” (Núm. 21, 8-9).
El hecho de que uno debía mirar una estatua de bronce de una serpiente para ser sanado muestra que las estatuas podían ser usadas ritualmente y no meramente como decoraciones religiosas.
Los católicos usan estatuas, cuadros y otros objetos artísticos para recordar a la persona o la cosa que representa. De la misma manera que para recordar a nuestra madre nos servimos de su fotografía, así los católicos para recordar el ejemplo de los santos se sirven de sus imágenes.
Los católicos también usan estatuas como herramientas para enseñar. En la Iglesia primitiva eran especialmente útiles para la instrucción de los analfabetos. Muchos protestantes tienen ellos mismos cuadros de Jesús y otros cuadros bíblicos en sus escuelas dominicales con el propósito de enseñar a los niños, especialmente a aquellos que no han aprendido a leer. Los católicos también usan para conmemorar algunas personas y eventos, muy parecido a las escenas tridimensionales de la natividad que usan las iglesias protestantes. Si uno midiera a los protestantes con la misma regla entonces usando estas imágenes 'grabadas', ellos estarían practicando la 'idolatría' que ellos acusan a los católicos de practicar. Pero el hecho es que no hay actos de idolatría en estos casos. Dios prohíbe la adoración de imágenes, pero no prohíbe la hechura de imágenes en general. Si así lo hiciera, todas las películas, videos, fotos, escenas del pesebre, cuadros, dibujos y toda clase de cosas estarían prohibídas, puesto que esas también son imágenes.
¿Qué hay sobre la genuflexión?
A veces los anticatólicos citan Deut. 5,9, donde Dios dijo con respecto a las estatuas: “no te inclines delante de ellos”. Puesto que muchos católicos se inclinan o arrodillan frente a las estatuas de Jesús y de los Santos, los anticatólicos confunden la veneración legítima a una imagen sagrada con el pecado de idolatría. La realidad es que Deut. 5,9 no le ayuda al argumento de los anticatólicos.
Primero, recordar que si bien es cierto que la genuflexión puede ser usada como una postura en la adoración, no toda genuflexión es adoración. Por ejemplo, en Japón es costumbre que las personas muestren respeto y buenos modales al inclinarse al saludar (es el equivalente de dar la mano en occidente). Obviamente no se hacen ningún tipo de adoración en esto. El católico que se arrodilla frente a una estatua cuando ora no está adorando y ni siquiera orándole a la estatua más que el protestante que esta arrodillado con una Biblia en sus manos cuando ora está adorando u orándole a la Biblia.
Cuando las personas tenían que mirar a la serpiente de bronce para ser curados, no le estaban adorando, cosa que queda demostrada por el hecho de que, años después, cuando le empezaron a adorar (y hasta le dieron un nombre, 'Nehushtan') como un dios-culebra, el rey justo Hezekiaah lo hizo destruir (2 Reyes 18,4).
¿"Escondiendo" el segundo mandamiento?
Otros cargos hechos por los Protestantes es que la Iglesia Católica “esconde” el segundo mandamiento. Esto porque en el Catecismo Católico el primer mandamiento es; “No tengas otros dioses aparte de Mi” (Ex. 20,3) y el segundo es: 'No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios” (Ex. 20,7). Argumentan que los católicos han eliminado la prohibición de la idolatría para poder justificar su uso de las estatuas religiosas.
Pero esto es falso. El hecho es que, los católicos simplemente agrupan los mandamientos de manera diferente de lo que los Protestantes han hecho tradicionalmente y los han abreviado para facilitar su memorización.
Tal abreviación les resulta razonable también a los Protestantes que se demuestra por la traducción que ellos mismos hacen del Mandamiento del Sábado como: “Recuerden el Sábado para mantenerlo sagrado”, aunque el texto actual del mandamiento es bastante largo: “Recuerda el día de descanso, para mantenerlo sagrado. Trabajarás seis días, pero el séptimo día es dedicado al Señor tu Dios, ese día no harás ningún trabajo tu o tus hijos, tus criados o tus criadas o tu ganado o tu jornalero que este en tu propiedad, porque el Señor hizo en seis días el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó ; por eso bendijo el Señor el día Sábado y lo hizo sagrado” (Ex. 20, 8-11). Martín Lutero reconoció que en las declaraciones : “No tendrás otros dioses delante de Mi” (Ex. 20,3) y “No te hagas ningún ídolo o figura ni de lo que hay arriba en los cielos ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra” (Ex. 20,4) son en realidad dos partes de un mismo mandamiento y las abrevió a “No tendrás otros dioses delante de Mi”. El catecismo de la Iglesia Católica explica que la división y la enumeración de los mandamientos han variado en el curso de la historia. El presente Catecismo sigue la división de los mandamientos establecidos por San Agustín, la cual se ha hecho tradicional en la Iglesia Católica. Lo mismo sucede con la confesión luterana. Los patriarcas griegos han hecho una división un poquito diferente que se encuentra en las Iglesias Ortodoxas y las Comunidades Reformadas. (CCC 2066).
Algunos anticatólicos usan Deut. 4,15-18 que dice “...tengan cuidado de no caer en la perversión de hacer figuras que tengan forma de hombre o de mujer...” y tratan de usar este texto para “probar” la prohibición de estatuas o imágenes.
Hemos demostrado ya, que Dios no prohíbe la hechura de estatua o imágenes de varias criaturas (ejemplo: ángeles, serpientes, bueyes, flores, leones, etc.) con propósito religiosos (Cf. 1Re. 6,29-32 ; 8,6-67 ; 2Cro. 3,7-14). ¿Pero qué hay de estatuas o imágenes que representan a Dios mismo? Muchos protestantes dirán que esto está mal porque Deut. 4 dice que Dios no tiene forma, por tanto, no deberíamos tratar de hacer imágenes de Él. ¿Pero, en realidad, Deut. prohíbe esta clase de imágenes del Señor? La respuesta es NO
Al comienzo de su historia en Israel estuvo prohibido hacer representación de Dios porque Él no se había revelado (todavía) en una forma visible. Si los israelitas hubiesen hecho representaciones de Dios, quizás se hubiesen visto tentados a adorarle en la forma de un animal o algún objeto natural (ejemplo, un toro o el sol) de la misma forma en que alaban tales imágenes los paganos que los rodeaban.
Pero después Dios sí se reveló bajo formas visibles como Daniel 7,9: “Mientras yo contemplaba: se aderezaron unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura blanca como la nieve: los cabellos de su cabeza, puros como la lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente”. Los protestantes hacen descripciones del Padre bajo esta forma cuando hacen ilustraciones de las profecías del Antiguo Testamento.
El Espíritu Santo se reveló bajo por lo menos dos formas visibles: aquella de una paloma, en el bautismo de Jesús (Mt. 3,16 ; Mc. 1,10 ; Lc. 3,22 ; Jn. 1,32) y como lenguas de fuego, en el día de Pentecostés (Hechos 2,1-4). Los Protestantes hacen uso de estas imágenes (especialmente de la paloma) cuando dibujan o pintan estos episodios bíblicos y cuando usan solapines del Espíritu Santo o cuando colocan emblemas de paloma en sus autos.
Pero más importante todavía es notar que en la Encarnación de Cristo, su Hijo, Dios mostró a la humanidad un icono de sí mismo. Pablo dijo “El es imagen (en griego: ikon) del Dios invisible, el primero nacido de toda creación”. Cristo mismo es el “icono” divino e intangible del Dios invisible e infinito del universo. Leemos de los Magos que cuando “entraban a la casa vieron al niño con María su madre, y cayeron al suelo y le adoraron. Luego abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos, oro, incienso y mirra” (Mt. 2,11).
El fondo del asunto es que los protestantes también usan todo tipo de imágenes religiosas: retratos de Jesús y otros personajes bíblicos aparecen en una miríada de Biblias, libros de ilustraciones bíblicas, joyas, stickers, cartas postales, CDs, y escenas del pesebre. Cristo es simbólicamente representado por medio del símbolo del ictus -el emblema del “pez”, popular entre los evangélicos americanos.
El sentido común nos dice que, puesto que Dios se ha revelado en varias imágenes, y especialmente en Jesucristo Encarnado, nos damos cuenta que no es malo que nosotros usemos imágenes de estas formas para fortalecer y profundizar nuestro conocimiento y amor a Dios. Ese es exactamente el propósito que tienen las estatuas de Jesús y de los santos católicos: ellas son imagen que representan personas a las que no podemos ver con nuestros ojos materiales.
La idolatría es condenada por la Iglesia Católica.
Desde los tiempos de los Apóstoles, la Iglesia Católica ha condenado clara y consistentemente al pecado de idolatría. La Iglesia primitiva de los primeros Padres nos advierte contra este pecado, y los concilios de la Iglesia también se ocuparon de este tema. Aquí unos ejemplos:
El segundo concilio de Nicea (787) que se ocupó especialmente de la cuestión de la veneración de imágenes sagradas, y de iconos, dijo: “El que nos redimió de las tinieblas de la insanidad idólatra, Cristo Nuestro Dios, cuando tomó como su esposa a la Santa Iglesia Católica, sin mancha ni arruga, prometió que la guardaría y les aseguro a sus santos discípulos: Yo estaré con vosotros hasta el día último”. Esta promesa, sin embargo, no la hizo sólo a ellos, sino también a nosotros, que gracias a ellos hemos llegado a creer en su nombre. A esta gratuita oferta, algunas personas no le dieron importancia, siendo atraídos por el traicionero mal, abandonaron la verdadera forma de razonar y cayeron en la incapacidad de distinguir lo santo de lo profano, asegurando que los iconos de Nuestro Señor y de sus santos no eran diferentes de las imágenes de madera de los ídolos satánicos. Ciertamente que ese modo de pensar (el de la adoración de las imágenes) no está de acuerdo con nuestra fe, que propiamente da adoración a la naturaleza divina, aun cuando haya gestos que tengan apariencia de adoración, como aquellos con los que se honra la figura de la vivificante cruz o los libros santos de los evangelios así como otros objetos sagrados.
El catecismo del Concilio de Trento (1566) enseñó que se comete idolatría “adorando ídolos e imágenes como si fueran Dios, o creyendo que ellos poseen alguna divinidad o virtudes que les dé derecho a recibir nuestra adoración, a elevarle nuestras oraciones o a poner nuestra confianza en ellos” (p. 374).
El Catecismo de la Iglesia Católica (1993) explica que “la Escritura constantemente nos recuerda que hay que rechazar los ídolos, de plata y oro, la obra de manos de los hombres. Ellos tienen boca pero no hablan, ojos pero no ven”. Estos ídolos vacíos hacen vacíos a sus adoradores “aquellos que los hacen son como ellos, así como todos aquellos que confían en ellos' (Sal 115,4-5, 8). Dios, sin embargo, es el “Dios viviente” (Cf. Josué 3,10 ; Sal 42,3) que da la vida e interviene en la historia”.
“La idolatría no sólo se refiere a la falsa adoración pagana. Es una tentación constante en contra de la fe. La idolatría consiste en divinizar lo que no es Dios, sea esto dioses o demonios (por ejemplo, satanismo), el poder, el placer, la raza, los antepasados, el estado, el dinero, etc. La idolatría rechaza el Señorío único de Dios; es por tanto incompatible con comunión con Dios”.
“La vida humana encuentra su unidad en la adoración de un solo Dios. El mandamiento de adorar sólo a Dios integra al hombre y lo salva de una desintegración sin fin”.
“La idolatría es una perversión del sentido religioso innato del hombre, un idólatra es alguien que transfiere su indestructible noción de Dios a cualquier otra cosa que no sea Dios” (CCC 2112-2114, citando Orígenes, Contra Celso 2:40).
Gentileza de: http://apologetica.org
Estudio de textos bíblicos en contexto
Tradujo el P. José Marcone, IVE
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