viernes, 1 de marzo de 2013

SAN PÍO DE PIETRELCINA

Esta imagen de San Pío de Pietrelcina la he realizado con la técnica de telas encoladas y masillas epoxídicas. Es la misma técnica que se ha utilizado para hacer la imagen de la Madre Teresa, San Juan de Dios, Juan Pablo II, etc., con lo que les doy la pauta de las múltiples imágenes artesanales, e irrepetibles que se pueden hacer. ¿Cómo se hace? te lo cuento ahora por si no leíste el anterior:


1) Se parte de un soporte (que puede ser de alambre, madera, plástico, cartón, telgopor, etc.) En este caso es un tallado en yeso betalfa. Se le van marcando las partes del cuerpo. TENER EN CUENTA LAS PROPORCIONES. (Ver el QUI DOCET, DISCIT sobre las proporciones corpóreas más comunes).



  


2) Se sigue con la cabeza y las manos Vamos pensando cómo va a ir ubicada la ropa (para esto es preciso ver estampas para que sea más real) y las actitudes de la imagen (esto lleva bastante tiempo). Hay muchas fotos del Padre Pío, por eso busca en internet y guárdalas, para luego ir cotejando con la imagen. Manos a la obra. Se va pensando en todos los detalles que se le quieren hacer (ubicación de las manos, de los pies, manto, etc.). Yo lo voy a hacer con las manos juntas como si estuviera rezando. 




4) Si hiciera falta, se van añadiendo pequeñas almohadillas con algodón para darle volumen a las partes del cuerpo. Como es un varón, le damos un poco menos a las caderas y marcaremos la zona pectoral. Se pinta la cara y las manos. Se añade la cabeza que se fija con masilla epoxídica.

5) La base de esta imagen es de yeso betalfa simulando mármol. La barnizamos muy bien y la protegemos con film adherente para que no se ensucie.

6) Se diagrama la vestimenta del Padre Pío en tela de algodón o lino (NO SINTÉTICO) y se le pasa una mezcla de cola de carpintero, tiza, enduído y colorantes. Por lo menos 2 manos. Atención con la capucha, lo podemos hacer con la cabeza cubierta o no, eso va a gusto de cada uno, yo lo haré con la cabeza descubierta.



  
7) Dejar secar muy bien entre tela y tela, lo mismo cuando se pinta, DEJAR SECAR MUY BIEN ENTRE MANO Y MANO. Mucha PACIENCIA. Lo adherimos todo muy bien al cuerpo y lo dejamos secar. Nos vamos a ayudar haciendo algún “andamio” con palitos, hilos, alfileres, etc. para que fragüe todo en el lugar correcto.

8) Sacar el papel adherente de la base, la cara y las manos y seguir decorando con otros detalles (aureola, cinturón, rosario, etc.).

9) Retocar con pigmentos al tono las marquitas que hubiéramos dejado y retocar con los colores apropiados para crear sombras. A disfrutar de nuestra imagen terminada.



  
El paso a paso



ALGO MÁS SOBRE EL PADRE PÍO:

Festividad 23 de septiembre

Pío de Pietrelcina era de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, también conocido como Padre Pío (1887–1968). Fue un religioso franciscano y santo italiano. Famoso por los hechos sobrenaturales que se le atribuyen, como estigmas, curaciones, bilocaciones y lectura de conciencias a los que iban a confesarse con él. Fue beatificado el 2 de mayo de 1999 y el 16 de junio del 2002, Juan Pablo II lo canonizó bajo el nombre de «san Pío de Pietrelcina».

Una breve biografía.

Francesco Forgione nace en Pietrelcina en el año de 1887, sus padres fueron Grazio María Forgione y María Giussepa di Nunzio. Su familia era de clase humilde, trabajadora y muy devota. Desde niño mostró mucha piedad e incluso actitudes de penitencia. Su infancia se caracterizó por una salud frágil y enfermiza. Es desde esta edad donde manifestó un gran deseo por el sacerdocio, nacido por el encuentro que tiene con un monje capuchino del convento de Morcone (a 30 km de Pietrelcina) llamado Fray Camillo quien pasaba por su casa pidiendo limosna. Su padre tuvo que emigrar a América para poder pagar sus estudios, en 1898 a Estados Unidos y en 1910 a Argentina. Desde su niñez sufre los llamados «encuentros demoníacos», que lo acompañaran a lo largo de su vida. Amigos y vecinos testificaron que en más de una ocasión le vieron pelear con su propia sombra.

Comienza la vida de fraile

El 6 de enero de 1903, con 16 años, fue aceptado como novicio en el convento de Morcone. El maestro de novicios era el padre Tommaso da Monte Sant’Ángelo, a quien el padre Pío recordaba como «un poco severo pero con un corazón de oro, muy bueno, comprensivo y lleno de caridad con los novicios».

La vida en el noviciado era muy dura, llena de ayunos y mortificaciones que influyeron en el carácter y espíritu de los novicios los ayudaba a discernir si tenían verdadera vocación; fue en este período que las enfermedades que arrastraba desde niño fueron creciendo y se quedaron con él hasta el día de su muerte. El maestro de novicios testificó que fray Pío «fue siempre un novicio ejemplar, puntual en la observancia de la regla y nunca daba motivo para ser reprendido».

El 22 de enero de 1904 terminó su noviciado y pronunció sus votos temporales.

El 25 de enero de ese mismo año se trasladó al convento de Sant’Elía para continuar con sus estudios. Es en este convento donde sucede su primera bilocación asistiendo al nacimiento de Giovanna Rizzani, futura hija espiritual suya, nacida en Udine, Venecia, lejos de donde físicamente se encontraba el padre Pío en ese momento.

El 27 de enero de 1907 hizo la profesión de sus votos solemnes. Ese mismo año fue trasladado al convento de Serracapriola, ubicado a quince kilómetros del mar, pero no le hizo nada bien y su salud decayó. Sus superiores lo enviaron de regreso a Pietrelcina para ver si el clima de su casa le hace bien. En esta época la gente de su pueblo confiaban en él, pidiéndole consejo, y así Francisco empezó una dirección de almas.

En 1908 regresó al convento, pero esta vez a Montefusco. En noviembre de ese año recibió las órdenes menores (portero, lector, exorcista, acólito) y luego el subdiaconado. Toda esta época fue para él de mucha oración y estudio.

El 10 de agosto de 1910 fue consagrado sacerdote en la catedral de Benavento. Pero permaneció con su familia hasta 1916 por motivos de salud. Allí en su pueblo natal dijo haber recibido los estigmas. En septiembre de 1916 fue enviado al convento de San Giovanni Rotondo, donde vivió hasta su muerte. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió en el cuerpo médico italiano (1917-1918).

Los estigmas


Sin duda alguna lo que hizo más famoso al padre Pío fue el fenómeno de los estigmas, llamados pasionarios (por ser semejantes a los de Jesucristo en su Pasión): heridas en manos, pies, costado y hombro, dolorosas aunque invisibles entre 1911 y 1918, y visibles desde este último año hasta su muerte. Su sangre tenía al parecer perfume de flores, aroma asociado a la santidad. La noticia de que el padre Pío tenía los estigmas se extendió rápidamente. Muy pronto miles de personas acudían a San Giovanni Rotondo para verle, besarle las manos, confesarse con él y asistir a sus misas. Se trató del primer sacerdote estigmatizado.


Ante la fama del padre, la Santa Sede envió a investigar a una celebridad en materia de psicología, el padre Agostino Gemelli, franciscano, doctor en medicina, fundador de la Universidad Católica de Milán y amigo del papa Pío XI. Cuando el padre Gemelli se fue de San Giovanni, publicó un artículo en que afirmaba que los estigmas eran de origen neurótico. El Santo Oficio se valió de la opinión de este psicólogo e hizo público un decreto el cual declaraba que «no se constata la sobrenaturalidad de los hechos».


En los años siguientes hubo otros tres decretos y el último fue condenatorio, prohibiendo las visitas al padre Pío o mantener alguna relación con él, incluso epistolar. Como consecuencia, el padre Pío pasó 10 años ―de 1923 a 1933― aislado completamente del mundo exterior.


A raíz de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el padre fundó los «Grupos de Oración del Padre Pío». Los grupos se multiplicaron por toda Italia y el mundo. A la muerte del padre los grupos eran 726 y contaban con 68.000 miembros, y en marzo de 1976 pasaban de 1400 grupos con más de 150.000 miembros.


El hospital Casa Alivio del Sufrimiento


El 9 de enero de 1940, el padre Pío reunió a tres de sus grandes amigos espirituales y les propuso un proyecto al cual él mismo se refirió como «su obra más grande aquí en la Tierra»: la fundación de un hospital que habría de llamarse Casa Alivio del Sufrimiento. El 5 de mayo de 1956 se inauguró el hospital con la bendición del cardenal Lercaro y un inspirado discurso del papa Pío XII. La finalidad del hospital es curar a los enfermos tanto desde el punto de vista espiritual como físico.


En 1940, el padre Pío inició planes para abrir su hospital en San Giovanni Rotondo, que se llamaría la Casa Sollievo della Sofferenza (o Casa de Alivio del Sufrimiento). Barbara Ward, una humanitaria británica y periodista en misión en Italia, jugó un papel importante en la obtención de una subvención de 325.000 dólares por parte del UNRRA (United Nations Relief and Rehabilitation Administration: Socorro de las Naciones Unidas y Administración de Rehabilitación). El hospital abrió sus puertas en 1956.


Con el fin de que el padre Pío pudiera supervisar este proyecto directamente, en 1957 el papa Pío XII le concedió la dispensa de su voto de pobreza.


Sin embargo, en 1959, periódicos y semanarios empezaron a publicar informaciones acerca de la administración que el padre Pío hacía de la Casa Alivio del Sufrimiento, acusándolo de apropiación indebida de fondos.3 En Italia, la izquierda lo había bautizado «el monje más rico del mundo».


Después de varias investigaciones conducidas por la Curia Romana, se le quitó la administración del hospital. A sus seguidores se les recomendó no asistir a sus misas ni confesarse con él. Pero estos se negaron a seguir las recomendaciones.


Muerte


El 20 de septiembre de 1968 el padre Pío cumplió 50 años de sufrir los estigmas, celebrando una misa multitudinaria. Sus fieles ubicaron alrededor del altar 50 grandes macetas con rosas rojas, por sus 50 años de sangre.


Tres días después, el 23 de septiembre de 1968, el padre Pío falleció. Su funeral fue tan multitudinario que se tuvo que esperar cuatro días para que la multitud de personas pasara a despedirse. Se calcula que hubo más de 100.000 participantes en el entierro.


Tras su muerte


Tiempo antes de morir ―al no disponer de privacidad, bajo control médico― los estigmas que había padecido los últimos 50 años cicatrizaron. Cuando le quitaron los guantes prácticamente no quedaban marcas de ellos.


Al padre Pío se le atribuyen numerosas sanaciones y milagros, que fueron informados al Vaticano.


El padre Pío fue beatificado el 2 de mayo de 1999 y el 16 de junio del 2002, Juan Pablo II lo canonizó bajo el nombre de san Pío de Pietrelcina.


Dones del padre Pío


Según los creyentes en el padre Pío, sus dones fueron:


Discernimiento extraordinario: capacidad de leer las conciencias, don que utilizó frecuentemente durante el ministerio del sacramento de la confesión.


Profecía: pudo anunciar eventos del futuro.


Curación: curas milagrosas mediante el poder de la oración.


Bilocación: estar en dos lugares al mismo tiempo.


Perfume: en su presencia se podía percibir fragancia de flores (el «olor de santidad»).


Lágrimas: cuando rezaba el Rosario a veces derramaba lágrimas.


Estigmas: exhibió estigmas desde el 20 de septiembre de 1918 y los llevó durante 50 años hasta tiempo antes de su muerte (en septiembre de 1968).



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