Juan
Nepomuceno Neumann nació en 1811 en Prachatitz, entonces parte del Imperio
Austro-Húngaro, hoy población checa. Juan fue el tercero de una familia de seis
hijos. Durante los estudios de filosofía, realizados con los cistercienses, su
afición eran las ciencias naturales tanto que pensó en estudiar medicina, pero,
motivado por su madre, ingresó al seminario.
En el
año 1831, mientras estudiaba teología en el seminario de Budweis se interesó
vivamente por las misiones y decidió dedicarse a la evangelización en América.
Habiéndole
llegado la hora de la ordenación sacerdotal, su obispo la defirió por tiempo
indefinido. En esas circunstancias decidió partir para Estados Unidos, invitado
por el obispo de Filadelfia. Desde Budweis escribió a sus padres: “Mi
inalterable resolución, hace ya tres años acariciada y ahora próxima a
cumplirse, de ir en auxilio de las almas abandonadas, me persuade de que es
Dios el que me exige este sacrificio... Yo os ruego, queridos padres, que
llevéis con paciencia esta cruz que Dios ha puesto sobre vuestros hombros y los
míos.”
Llegó a
Nueva York en 1836, siendo ordenado sacerdote ese mismo año en la catedral de
San Patricio. Inmediatamente se le destinó a la región de las cataratas del
Niágara. Movido por un deseo de mayor entrega a Dios e impresionado por la
eficacia del apostolado realizado por los misioneros redentoristas, quienes
intentaban establecerse en aquellas tierras, pidió ser admitido en la
congregación. Como redentorista ejerció el ministerio sagrado en Baltimore. Fue
nombrado sucesivamente vicario del provincial, consejero, y finalmente superior
de comunidad, en Filadelfia.
Estando
esta ciudad, fue nombrado obispo de Filadelfia. En su labor pastoral, ideó un
plan llamado sistema de escuelas parroquiales para dotar a cada parroquia con
una escuela católica; en sus ocho años de episcopado se abrieron setenta
escuelas. En el centenario de su muerte, celebrado en Pennsylvania en el año
1960, fue reconocido por el Senado como hombre insigne, pionero y promotor del
sistema escolar católico de Estados Unidos.
Entre
1854 y 1855 se ausentó de su diócesis para ir a Roma en visita “ad límina”. El
8 de diciembre recibió la gracia de estar presente en la basílica de San Pedro
cuando el papa Pío IX proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción.
A él correspondió sostener el libro en el que el Papa leyó las palabras de la
proclamación del dogma.
De
regreso a su diócesis llevó a cabo un permiso recibido del papa Pío IX: recibió
los votos religiosos de tres mujeres que pertenecían a la tercera orden de San
Francisco y convirtió su asociación en congregación religiosa: las Hermanas
Terciarias Franciscanas, para quienes redactó unas constituciones. Murió en
1860. Fue beatificado en 1963 y canonizado en 1977 por el papa Pablo VI.
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