El
mes de María es una antigua y muy bella tradición, que tiene sus inicios en
Europa, continente que se caracteriza precisamente, por sus profundas raíces
cristianas, como lo testifica su historia, su cultura y su religión.
El Mes de María, en Europa y el hemisferio
Norte, se festeja en Mayo, en el llamado “mes de las flores”, que se llama así,
porque con la llegada del buen tiempo y tras las lluvias invernales, el campo y
los jardines comienzan a cubrirse de un verde intenso y de los colores y aromas
de las flores. Es el apogeo de la primavera.
En el continente americano, fueron los misioneros españoles los que difundieron y promovieron la tradición de dedicar el mes de mayo al mes de Maria. Por este motivo, existe una gran devoción popular y afecto hacia la Madre de Dios, como así lo testimonian los innumerables santuarios marianos bajo diversas advocaciones.
Pero aquí tuvieron que modificar la fecha de su celebración. Tradicionalmente en Europa el Mes de María se reza en Mayo, en el llamado “mes de las flores”. Sin embargo, en Sudamérica en ese mes el frío es intenso, motivo por el cual se trasladó y va del 7 noviembre con la fiesta de María Medianera de todas las Gracias, y termina con la fiesta de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre.
Y así, desde la edad media se consagró el
“mes de las flores” a la Virgen María para rendir culto a las virtudes y
bellezas de la Madre de Dios. La primera
noticia clara que se tiene de la consagración del mes de mayo a la Virgen,
viene de Alfonso X, “el Sabio”, rey de España, en el siglo XIII.
Con el florecimiento espiritual del siglo XVI
se dio gran impulso a esta hermosa práctica, con especiales ejercicios de
piedad durante todos los días, en los que se van considerando diversos
misterios, títulos y excelencias de la Madre del Señor. La universalización de
esta práctica vino a verificarse en el siglo XIX, cuando fue favorecida y
enriquecida con indulgencias por los sumos Pontífices Pío VII y Pío VIII.
Ya en el siglo XIII, el Rey Alfonso X, el
Sabio invitaba a alabar e invocar a María, ante su altar, en el mes de las
flores.
En Italia fue San Felipe Neri, en el siglo
XVI, el iniciador del Mes de Mayo dedicado a María, con la costumbre de invitar
a los jóvenes a cantar, llevar flores y ofrecer sacrificios a la Virgen.
¿Qué podemos hacer y practicar en el mes de
María, en
honor de la Santísima Virgen?
En la Iglesia, durante la adoración, en la
visitas al Santísimo Sacramento del Altar, o en casa en los momentos libres,
solo o en familia, podemos y sería muy beneficioso para el crecimiento de
nuestra vida espiritual, hacer algo de lo que te proponemos:
Reflexionar
en los principales misterios de la vida de María.
Reflexionar implica hacer un esfuerzo con la
mente, la imaginación y, también, con el corazón, para profundizar en las
virtudes que la Virgen vivió a lo largo de su vida. Podemos meditar en cómo
María se comportó, por ejemplo, durante:
-la
Anunciación (Lc 1, 26)
-la
Visita a su prima Isabel (Lc 1, 39)
-el
Nacimiento de Cristo (Lc 2, 1)
-la
Presentación del Niño Jesús en el Templo (Lc 2, 22)
-el
Niño Jesús perdido y hallado en el templo (Lc 2, 40)
-las
Bodas de Caná (Jn 2, 1)
-María
al pie de la cruz. (Jn 19, 25)
Recordar
las apariciones de la Virgen.
En Fátima, en Lourdes, o en Guadalupe, la
Virgen entrega diversos mensajes, todos relacionados con el amor que Ella nos
tiene a nosotros, sus hijos.
Meditar
en los cuatro dogmas acerca de la Virgen María que son:
Su
Inmaculada Concepción: A la única mujer que Dios le permitió ser concebida y
nacer sin pecado original fue a la Virgen María porque iba a ser madre de
Cristo.
Su
maternidad divina: La Virgen María es verdadera madre humana de Jesucristo, el
hijo de Dios.
Su
perpetua virginidad: María concibió por obra del Espíritu Santo, por lo que
siempre permaneció virgen.
Su
asunción a los cielos: La Virgen María, al final de su vida, fue subida en
cuerpo y alma al Cielo.
Recordar
y honrar a María como Madre de todos los hombres.
María nos cuida siempre y nos ayuda en todo
lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado
de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre
de la Iglesia.
Reflexionar
en las principales virtudes de la Virgen María.
María era una mujer de profunda vida de
oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer humilde, es decir,
sencilla; era generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía
gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José
y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía
aceptar la voluntad de Dios en su vida.
Vivir
una devoción real y verdadera a María.
Se
trata de que nos esforcemos por vivir como hijos suyos. Esto significa:
* Mirar
a María como a una madre: contarle todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo.
Saber acudir a ella en todo momento.
* Demostrarle
nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo
del día.
* Confiar
plenamente en ella: Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de
María, y es ella quien intercede ante su Hijo por nuestras dificultades.
* Imitar
sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.
Tratar
de no pecar, porque siendo corredentora paga supratemporalmente con dolor por
cada pecado nuestro.
Rezar
en familia las oraciones especialmente dedicadas a María.
La Iglesia nos ofrece bellas oraciones como
la del Ángelus (que se acostumbra a rezar a mediodía), el Regina Caeli, la
consagración a María y el Santo Rosario ante la imagen de la Virgen...o simplemente decirle que la amamos.




No hay comentarios:
Publicar un comentario