Se
estima que Lucía nació en Siracusa, Italia, en el 281 de nuestra era.
Siracusa
era una importante ciudad griega que fue tomada por los romanos en el 212 y era
considerada una de las más importantes de la provincia de Sicilia.
El
cristianismo había llegado a través del obispo Marciano, enviado por San Pedro.
Y San Pablo estuvo allí tres días de paso hacia Roma.
Cuando
nació Lucía, la comunidad cristiana era numerosa y había en el lugar templos y
catacumbas.
Lucía
pertenecía a una familia que provenía de la nobleza terrateniente. El padre
murió cuando tenía cinco años. Su madre se llamaba Eutiquia.
Los cristianos
del lugar peregrinaban todos los años a la ciudad de Catania, para venerar los
restos de Santa Águeda, que había muerto en el 251, durante le persecución de
Dedo.
Águeda
era venerada por los cristianos, pero sobretodo era muy conocida por los numerosos
milagros que había operado. El 5 de febrero de 301, fiesta de la santa, Lucía y
su madre peregrinaron hasta Catania para rogar por la curación de Eutiquia que
sufría de hemorragias desde hacia cuarenta años.
En el
templo Lucía se durmió y en sueños se le apareció Águeda diciéndole:
"Lucía, ¿por qué me pides lo que tú misma puedes conceder? Tu fe ha
alcanzado gracia y tu madre está curada".
Al
despertarse, Lucía le contó a su madre el sueño y Eutiquia descubrió que estaba
completamente curada.
El suceso
sirvió para que madre e hija iniciaran una relación más estrecha. Lucía le
confió que había decidido consagrarle su vida al Señor y Eutiquia le anticipó
que había decidido dejar en sus manos su cuantiosa fortuna.
A su
regreso, Lucía comenzó a vender sus bienes y a repartirlo entre los pobres. El
hecho fue interpretado por las autoridades como un claro indicio de que Lucía
se había hecho cristiana.
Un
joven que había manifestado su intención de casarse con Lucía y que no fue
correspondido, se dejó llevar por su resentimiento y la denunció ante el
prefecto.
Pascasio
era quien gobernaba Siracusa. La detuvo y cuando la comenzó a interrogar, Lucía
le dijo: "Usted trata de agradar por todos los medios al emperador y yo
pongo lo mejor de mi para agradar a Dios. Haga lo que tenga que hacer que yo me
comportaré como dicte mi espíritu".
Pascasio
dispuso que la atormentaran a lo cual le dijo Lucía: "Dios ha dicho:
Cuando los conduzcan ante los reyes y antes los tribunales de los príncipes no
se preocupen de qué dirán o cómo se habrán de defender, porque entonces no
hablarán ustedes; será el Espíritu Santo el que hablará por boca de
ustedes".
Pascasio
se enfureció diciendo: "Te llevaré a un lugar de perdición así se alejará
el Espíritu Santo".
Pascasio
hizo llamar a los soldados para llevar a Lucía, pero no pudieron. Luego hizo
traer bueyes, y tampoco lo logró. Convencido de que Lucía era una bruja dispuso
quemarla, pero las llamas no le causaron daño alguno. Entonces decidió
decapitarla.
Antes,
Lucía se dirigió a la muchedumbre y les anticipó que la persecución contra los
cristianos estaba llegando a su fin y que, llegaría la paz para la Iglesia. Y
les profetizó que su memoria iba ser venerada en Siracusa y en Catania. Fue
decapitada el 13 de diciembre de 304.
Hoy el
nombre de Lucía y Águeda se mencionan unidos en la liturgia cristiana.
El
cuerpo de Santa Lucía fue depositado en las catacumbas que reciben su nombre y
es considerada la santa de los siracusanos. Su culto se extendió a otros
lugares de Europa y llegó también a América y África. Su nombre se incluyó en
la misa a partir de 604.
Desde
antiguo se la considera la protectora de la vista por los prodigios que se le
atribuyen.
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