Glorias
para Nuestro Dios
Un
artista, contemporáneo de Claudio, nos ha dejado un retrato, pintado cuando
éste tenía entre treinta y cinco y cuarenta y un años: rostro alargado, ojos
pequeños pero brillantes y de mirada penetrante, frente amplia, boca bien
proporcionada y mentón un tanto afilado.
Se dice
que cuando Claudio entró en la Compañía de Jesús era más bien robusto, de
carácter muy alegre, de elevados ideales, prudente y agradable. La vida
religiosa no hizo sino desarrollar sus dones naturales.

La fuente de su vida interior era la unión con
Dios en la oración, a la que se entregaba constantemente. Llegó a habituarse de
tal modo a referirlo todo a Dios, que el respeto humano y los motivos mundanos
no existían para él. Este extraordinario despego del mundo fue su
característica principal.
Nacimiento
y más acontecimientos
El
santo Claudio nació en Saint-Symphorien d'Ozon, cerca de Lyón, en 1641. Su
familia estaba bien relacionada, era piadosa y gozaba de buena posición. No
poseemos ningún dato especial sobre su vida antes de ingresar en el colegio de
la Compañía de Jesús de Lyón.
Aunque
sentía gran repugnancia por la vida religiosa, logró vencerla y fue
inmediatamente admitido en la Compañía. Hizo su noviciado en Aviñón y, a los
dos años, pasó al colegio de dicha ciudad a completar sus estudios de
filosofía. Al terminarlos fue destinado a enseñar la gramática y las
humanidades, de 1661 a 1666.
Desde
1659, la ciudad de Aviñón había presenciado choques constantes entre los nobles
y el pueblo En 1662, ocurrió en Roma el famoso encuentro entre la guardia
pontificia y el séquito del embajador francés. A raíz de ese incidente, las
tropas de Luis XIV ocuparon Aviñón, que se hallaba en el territorio de los
Papas.

Cuando
la paz quedó restablecida, Aviñón celebró la canonización de San Francisco de
Sales. En el más antiguo de los dos conventos de la Visitación se llevó a cabo
una gran función litúrgica.
En
aquella ocasión, el Santo Claudio desplegó por primera vez sus dotes de orador,
pues, aunque todavía no era sacerdote, fue uno de los elegidos para predicar el
panegírico del santo obispo en la iglesia del convento. El texto que escogió
fue: "De la fuerza ha brotado la suavidad" (Jueces: 14, 14), y el
sermón resultó magnífico.
Entre
tanto, los superiores habían decidido enviar al joven Claudio a terminar sus
estudios de teología en París, centro de la vida intelectual de Francia. En
dicha ciudad se le confió el honor de velar por la educación de los dos hijos
del famoso Colbert.
Lo que
ocurrió, probablemente, es que Colbert descubrió la envergadura intelectual de
Claudio y lo escogió para ese importante oficio, aunque él personalmente no era
amigo de los jesuitas. Sin embargo, las relaciones del santo con esa
distinguida familia terminaron mal, pues una frase satírica que Claudio había
escrito llegó al conocimiento del ministro, quien se mostró sumamente ofendido
y pidió a los superiores de la Compañía que enviaran al santo nuevamente a su
provincia.
Esto no
pudo realizarse, sino hasta 1670.
La
Palabra es proclamada y el Corazón elevado
En
1673, el joven sacerdote fue nombrado predicador del colegio de Aviñón. Sus
sermones, en los que trabajaba intensamente, son verdaderos modelos del género,
tanto por la solidez de la doctrina como por la belleza del lenguaje.

El
santo, durante su estancia en París, había estudiado el Jansenismo con sus
verdades a medias y sus calumnias, a fin de combatir, desde el púlpito sus
errores, animado como estaba por el amor al Sagrado Corazón, cuya devoción
sería el mejor antídoto contra el Jansenismo. A fines de 1674, el P. La Chaize,
rector del santo, recibió del general de la Compañía la orden de admitirle a la
profesión solemne, después de un mes de ejercicios espirituales en la llamada
"tercera probación".
Ese
retiro fue de gran provecho espiritual para Claudio que se sintió, según
confesaba, llamado a consagrarse al Sagrado Corazón.
El
santo añadió a los votos solemnes de la profesión un voto de fidelidad absoluta
a las reglas de la Compañía, hasta en sus menores detalles. Según anota en su
diario, había ya vivido durante algún tiempo en esa fidelidad perfecta, y
quería consagrar con un voto su conducta para hacerla más duradera.
Tenía
entonces treinta y tres años, la edad en la que Cristo murió, y eso le inspiró
un gran deseo de morir completamente para el mundo y para sí mismo. Como
escribió en su diario: "Me parece, Señor, que ya es tiempo de que empiece
a vivir en Tí y sólo para Tí, pues a mi edad, Tú quisiste morir por mí en
particular".
Escogido
por y para el Corazón de Jesús
Dos
meses después de haber hecho la profesión solemne, en febrero de 1675, Claudio
fue nombrado superior del colegio de Paray-le-Monial. Por una parte, era un
honor excepcional confiar a un joven profeso el gobierno de una casa; pero por
otra parte, la pequeña comunidad de Paray, que sólo tenía cuatro o cinco
padres, era insignificante para las grandes dotes de Claudio.

Siguiendo
las indicaciones de su superiora, la madre de Saumaise, Margarita se había
confiado a un sacerdote muy erudito, pero que carecía de conocimientos de
mística.
El
sacerdote dictaminó que Margarita era víctima de los engaños del demonio, cosa
que acabó de desconcertar a la santa. Movido por las oraciones de Margarita,
Dios le envió a su fiel siervo y perfecto amigo, Claudio de la Colombiére.
El P.
La Colombiére fue un día a predicar a la comunidad de la Visitación.
"Mientras él nos hablaba escribió Margarita, oí en mi corazón estas
palabras: "He aquí al que te he enviado" Desde la primera vez que
Margarita fue a confesarse con el P. La Colombiere, éste la trató como si
estuviese al tanto de lo que le sucedía.
La
santa sintió una repugnancia enorme a abrirle su corazón y no lo hizo, a pesar
de que estaba convencida de que la voluntad de Dios era que se confiase al
santo.
En la
siguiente confesión, el P. La Colombiere le dijo que estaba muy contento de ser
para ella una ocasión de vencerse y, "en seguida -dice Margarita-, sin
hacerme el menor daño, puso al descubierto cuanto de bueno y malo había en mi
corazón, me consoló mucho y me exhortó a no tener miedo a los caminos del
Señor, con tal de que permaneciese obediente a mis superiores, reiterándome a
entregarme totalmente a Dios, para que Él me tratase como quisiera. El padre me
enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir Sus comunicaciones con fe y
humildad". Este fue el gran servicio del P. La Colombiere a Margarita María.
Por
otra parte, el santo trabajó incansablemente en la propagación de la devoción
al Sagrado Corazón, pues veía en ella el mejor antídoto contra el jansenismo.
El
santo no estuvo mucho tiempo en Paray. Su siguiente ocupación fue muy
diferente. Por recomendación del P. La Chaize, que era el confesor de Luis XIV,
sus superiores le enviaron a Londres como predicador de María Beatriz d´ Este,
duquesa de York.
El
santo predicó en Inglaterra con el ejemplo y la palabra. El amor al Sagrado
Corazón era su tema favorito. El proceso de beatificación habla de su
apostolado en Inglaterra y de los numerosos protestantes que convirtió. La
posición de los católicos en aquel país era extremadamente difícil, debido a la
gran hostilidad que había contra ellos.
En la
corte se formó un movimiento para excluir al duque de York, que se había
convertido al catolicismo, de la sucesión a la Corona sustituyéndole por el
príncipe de Orange o algún otro candidato. El infame Titus Oates y sus secuaces
inventaron la historia de un "complot de los papistas", en el que el
P. La Colombiere se hallaría complicado con el resto de los católicos.
El
complot tenía por objeto, según los calumniadores, el asesinato del rey Carlos
II y la destrucción de la Iglesia de Inglaterra, Claudio fue acusado de ejercer
los ministerios sacerdotales y de haber convertido a muchos protestantes.
Aunque fue hecho prisionero, la intervención de Luis XIV impidió que sellase su
vida con el martirio. El santo fue simplemente desterrado de Inglaterra.

El
P.Claudio llega a Paray en Abril de 1681, enviado por los médicos en busca de
la salud que le negaban otros climas; siendo así hubo comunicación entre el P.
Claudio y la Hermana Margarita. Hablando de los ardores de sus almas y
proyectos apostólicos en favor del Sagrado Corazón.
Aquí se
agravó la enfermedad del P.Claudio; estaba listo para ir a otros climas, pero
Sta. Margarita avisa que si le era posible sin faltar a la obediencia se
quedara en Paray. Y le envía este mensaje: El me ha dicho que quiere aquí el
sacrificio de vuestra vida. Tan categórica afirmación deshizo todos los
preparativos de viaje.
Muerte
y gloria
En
efecto, después de haber dado maravilloso ejemplo de humildad y paciencia,
Claudio La Colombiére entregó su alma a Dios al atardecer del 15 de febrero de
1682.
Al día
siguiente Santa Margarita María recibió un aviso del cielo en el sentido de que
Claudio se hallaba ya en la gloria y no necesitaba de oraciones.
Así
escribió a una persona devota del querido difunto: "Cesad en vuestra aflicción. Invocadle.
Nada temáis; mas poder tiene ahora que nunca para socorrernos."
El P.
La Colombiére fue beatificado en 1929 y su Santidad Juan Pablo II lo declaró
santo en 1992.
No hay comentarios:
Publicar un comentario