Quiero compartir con todos ustedes mi experiencia en este santuario Mariano. Dios me ha regalado la dicha de poder estar allí, tres veces: en el año 1990, 2017 y 2020.
En lo personal, me siento en casa, es como si fuera a la casa de mi Madre, donde ella me espera siempre con los brazos abiertos y una sonrisa.
Urna con las reliquias de Santa Bernadette
Siempre tiene algo para contarme, para aconsejarme, pero más que nada para amarme, sabiendo que no he hecho las cosas del todo bien, conociendo mis defectos e inseguridades, mis pecados y mi pequeñez. Sabiendo todo eso, me ama, me recibe y me anima a seguir y como si fuera poco siempre me regala algo y me hace emocionar hasta las lágrimas, literalmente lo digo.
La gruta y el manantial
La primera vez quedé deslumbrado por encontrar un lugar con tanta paz y tan cosmopolita. La segundavisita iba para hacer un retiro de 5 días en soledad y nada de eso ocurrió, la Madre quería otra cosa y como somos lápices en las manos de Dios, escribió conmigo otra historia.
Me hizo conocer a personas extraordinarias: la hermana Myrian de la congregación de las hijas de la fidelidad, Silvia, Javier, etc. y lo que iba a hacer mi soledad junto a Ella, se transformó en ser un guía espiritual laico para otros.
Terminé dando catequesis y preparando para la confesión a varias personas, fui guía turístico de los lugares por donde había pasado Santa Bernadette y rezando el Rosario junto a la gruta en español.
Conversando con sor Myriam, todas estas cosas y sabiendo ella a qué iba, recuerdo sus palabras: "Daniel, llegó la hora de partir, tu misión en Lourdes ha terminado, Ella te quería acá para todas estas cosas, gracias por el sí". Ahí comprendí que Dios escribe derecho en renglones torcidos.
En el 2020 vino el reencuentro con la hermana Myriam, la alegría de volvernos a ver, de saber que siempre estuvimos unidos en las oraciones y la sorpresa de que habían publicado mi historia pasada en la revista de Lourdes, la Madre siempre generosa y dando alegrías. Esta vez sí me dejó más tiempo para rezar y meditar.
Lourdes para mí es el santuario mariano por excelencia, me siento identificado y seguro de la presencia de María allí. Siempre es un canto a la vida y a la esperanza, si alguna vez están por ahi, no dejen de pasar y verán que la experiencia es única.
Qué María nuestra Buena Madre, nos proteja y guíe.
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