lunes, 16 de diciembre de 2024

16 de diciembre fiesta del Beato Mario Borzaga y compañeros mártires en Laos.


El sueño de un llamado a ser un hombre feliz

"Oré, estudié, soñé ...."

Mario Borzaga nació en Trento (Italia) el 27 de agosto de 1932,  le encantaba trepar a los árboles, andar a caballo o por las calles en una bicicleta demasiado grande para él o bien caminando por las montañas.

Al crecer en un ambiente de familia, profundamente cristiana experimentó una atracción para el sacerdocio y fue al seminario menor diocesano, del cual escribió: "Me encantó Jesús en los sacramentos y las devociones a María, en este lugar: oró, estudió con éxito y soñó”.

En el seminario mayor descubre su amor por la naturaleza, madurado en él una observación sensible de la gente y las cosas que se expresan, esto lo manifestaba regularmente en su diario. Sus compañeros seminaristas hablaron acerca de su profundidad espiritual que llamó a Mario, a un compromiso más profundo.

UN SUEÑO MISIONERO.

Mientras escucha el discurso de un misionero visitante, Mario se dio cuenta de su vocación al apostolado de frontera como Misionero Oblato, y para lograr esto, fue necesario cortar vínculos con su familia y amigos.

Él, en consecuencia comenzó su año de noviciado en la Congregación de los Misioneros Oblatos de la Virgen María Inmaculada, definiéndolo como "el año en el que probamos nuestras posibilidades de entrega total al Señor, un año en el que nos encontramos con las renuncias, debemos vaciarnos por completo de nosotros mismos, del mismo modo que vaciar una bolsa de basura, sin remordimientos, sin quejas. "

Durante sus años de preparación para ser un misionero, tenía un objetivo espiritual claro: parecerse lo más posible a Cristo sacerdote, víctima y apóstol.
Quería lograr esto por medio de la Eucaristía y su profunda devoción a María Inmaculada. 

La Eucaristía como fruto del sacrificio de Cristo en la cruz, es decir, el gran acto de amor. María Inmaculada, porque ella dio a Jesús al mundo, y Mario quería imitarla hasta el punto de convertirse en un misionero como ella: como portador de Cristo Salvador.


LAOS, la desilusión.

A los 25 años fue ordenado sacerdote y en 1957 fue enviado a Laos en misión, con el primer grupo de misioneros italianos, uno de los países más pobres del mundo con un pequeño porcentaje de  cristianos.

 Su primer año fue difícil y lo pasó en el remanso de la misión. No fue capaz de comunicarse con la gente, se esforzó por aprender el idioma local, y fue incapaz de ejercer su ministerio sacerdotal plenamente, esto lo llevó a expresar sentimientos de inutilidad para la misión: "Mi cruz soy yo mismo. 

Mi cruz es el idioma que no consigo aprender. Mi cruz es mi timidez que me impide decir una palabra en Laos. "
 Allí recibió una muestra de las dificultades por las que pasa un misionero extranjero, pero en ella buscó la presencia de Dios: "Todo es tuyo, incluso el malestar, la angustia, el remordimiento, la oscuridad ...

 Finalmente, a los 26 años de edad, recibió la responsabilidad de su primera misión. Las demandas aquí eran superiores a sus fuerzas: el cuidado de los que ya se habían convertido al cristianismo, el apostolado con los que estaban lejos, aprender un nuevo idioma, atender  una escuela de formación para los nuevos catequistas, y las colas de enfermos para ser atendidos todos los días.

Los retos eran difíciles, y Mario experimentó el peso de esta responsabilidad. En lugar de ceder, fue capaz de encontrar en su gran amor a Jesús la fuerza necesaria para seguir creyendo que estaba en este lugar porque era donde Dios quería que fuera: "Los misioneros estamos hechos de esta manera: dejar todo es normal, moverse constantemente  es una necesidad; mañana las carreteras serán nuestras casas; si estamos obligados a detenernos temporalmente en una casa, nos tenemos que transformar en un camino hacia Dios. "

Su breve existencia – no llegó a su cumpleaños número 28 - llegó a su fin en la soledad del bosque, después de caminar por la ladera de la montaña, mientras regresaba de un viaje apostólico con Paul Thoj Xyooj laico catequista de 19 años. Ellos fueron condenados a muerte por un grupo de guerrilleros comunistas, interrumpiendo así para siempre en esta tierra, el maravilloso sueño de este joven misionero. 

"Desapareció" en la última gira apostólica, junto con su catequista, que intentó defenderlo y corrió su misma suerte, en Kiukatiam (Loung Prabang), el 1º de mayo de 1960. Fueron asesinados por odio a la fe (martirio “in odium fidei”)  por guerrilleros comunistas del Pathet Lao, que después habrían asumido el control del país, hasta la proclamación de la República democrática popular de Laos en 1975. Para la Iglesia comenzó una fase crítica. 

En 1976 fueron expulsados todos los misioneros, mientras las iglesias, capillas y propiedades fueron confiscadas. Los primeros signos de una débil liberalización llegaron en 1991, con la aprobación de la nueva Constitución, que reconoce la libertad de culto. Después se fue dando la progresiva apertura hacia el mundo exterior hasta llegar a la situación de hoy, entre dificultades y perspectivas esperanzadora


Extra:

El martes 5 de mayo de 2015, el Papa Francisco recibió en audiencia al cardenal Angelo Amato SDB, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en ella autorizó a este Dicasterio promulgar el decreto de beatificación.

 Los obispos de Laos, esperan su visita “ad limina apostolorum” desde hace ocho años. Lo confirmó el Vicario apostólico de Luang Prabang, Tito Banchong Thopanhong, que definió este año 2015 como «un año de bendición para la pequeña Iglesia laosiana», y recordó que en diciembre de este mismo año serán ordenados tres nuevos sacerdotes en su vicariato: «Un signo de gran esperanza», que se suma al «fuerte impulso» que da la inminente beatificación de Borzaga y Thoj Xyooj.


«Qué alegría ser santos, ser apóstoles, ser mártires a fuego lento». Así escribió en su diario el joven misionero de los Oblatos de María Inmaculada Mario Borzaga, como si estuviera prediciendo el fin de su aventura terrena, en el norte de Laos en 1960.


«Cada instante es un paso hacia la santidad o un paso hacia atrás», escribió Borzaga en 1959. La figura del joven sacerdote misionero –explicó el postulador de la causa, Angelo Pelis– fascina especialmente a los jóvenes. Se ha editado: “Diario de un hombre feliz”, que describe la personalidad de Borzaga y su vocación a la santidad.


La figura del joven misionero italiano fue, seguramente, un impulso, pero el caso del catequista Pablo Thoj Xyooj, el primer laosiano que llega a la gloria de los altares, tiene un significado particularmente importante hoy. 

La Iglesia católica en Laos, efectivamente, está pasando por una delicada fase de transición en la que el pequeño rebaño de los fieles locales (45 mil católicos en un país de seis millones de habitantes y de mayoría budista) tiene cada vez más libertad, mientras gradualmente va disminuyendo la presión del régimen, presupuesto para una obra pastoral serena y para el crecimiento de la fe.  

El 11 de diciembre de 2016, la Iglesia Católica en Laos dio un paso histórico celebrando, en la catedral de la capital Vientiane, la solemne liturgia de beatificación de 17 nuevos mártires, entre misioneros y laicos laosianos.

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