San
Felipe.

Los
narradores antiguos dicen que este Apóstol después de Pentecostés se fue a
evangelizar a Bitinia, en el Asia Menor (cerca del Mar Negro). Papías, un autor
del siglo II afirma que San Felipe logró el milagro de resucitar a un muerto. Y
San Clemente de Alejandría dice que lo hicieron morir crucificado en una
persecución contra los cristianos.
Santiago
el Menor.
Se le llama
el Menor para diferenciarlo del otro apóstol, Santiago el Mayor (que fue
martirizado poco después de la muerte de Cristo).


Cuando San Pedro fue liberado por
un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde se hospedaban los discípulos
y les dejó el encargo de "comunicar a Santiago y a los demás", que
había sido liberado y que se iba a otra ciudad (Hech. 12,17).

Cuando los
apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer Concilio o reunión de todos
los jefes de la Iglesia,
fue este apóstol Santiago el que redactó la carta que dirigieron a todos los
cristianos (Hechos 15).
Hegesipo,
historiador del siglo II dice: "Santiago era llamado ‘El Santo’. La gente
estaba segura de que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne,
ni tomaba licores. Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al
fin se le hicieron callos en las rodillas.

Muchísimos judíos creyeron en Jesús,
movidos por las palabras y el buen ejemplo de Santiago. Por eso el Sumo
Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, un día de gran fiesta y de mucha
concurrencia le dijeron: "Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti
grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el
Mesías o Redentor".
Y Santiago se presentó ante el gentío y les dijo:
"Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse.
Y
lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios". Al oír
esto, los jefes de los sacerdotes se llenaron de ira y decían: "Si este hombre
sigue hablando, todos los judíos se van a hacer seguidores de Jesús". Y lo
llevaron a la parte más alta del templo y desde allá lo echaron hacia el
precipicio. Santiago no murió de golpe sino que rezaba de rodillas diciendo:
"Padre Dios, te ruego que los perdones porque no saben lo que hacen".
El
historiador judío, Flavio Josefo, dice que a Jerusalén le llegaron grandes
castigos de Dios, por haber asesinado a Santiago que era considerado el hombre
más santo de su tiempo.
Este
apóstol redactó uno de los escritos más agradables y provechosos de la S. Biblia. La que se
llama "Carta de Santiago".
Es un mensaje hermoso y sumamente
práctico. Ojalá ninguno de nosotros deje de leerla. Se encuentra al final de la Biblia. Allí dice
frases tan importantes como estas: "Si alguien se imagina ser persona
religiosa y no domina su lengua, se equivoca y su religión es vana".
"Oh ricos: si no comparten con el pobre sus riquezas, prepárense a grandes
castigos del cielo". "Si alguno está triste, que rece.
Ellos dicen que para salvarse no hacen
falta las buenas obras, sino solamente la fe. Pero el Apóstol Santiago sabía
mucho más que ellos, y repite que sin buenas obras, la fe queda muerta.
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