En la
festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer
dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera,
lo ayudara y lo aceptara como era.
Al
nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana.
Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.
¿Cómo
era la Sagrada Familia?
María y
José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal
como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.
José
era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen
como el “hijo del carpintero”.
María
se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.
Tal
como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo
el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos
suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a
ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres
humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.
¡Qué
enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio
de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para
esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los
más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.
Las
familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús
tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez,
bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.
La
familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos,
donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y
donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la
personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y
delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al
cielo. Esto se hace con amor y cariño.
“La
familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el
hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas,
sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias
en Chihuahua 1990).
El Papa
Juan Pablo II en su carta a las familias nos decía que es necesario que los
esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios,
para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse
continuamente en el amor.
Así como
Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras
familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a
ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres,
confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en
familia.
Recordemos
que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La
salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades
pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.
Oración
“Oremos
hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación
tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.
Oremos
especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se
ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida
para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)
“Oh
Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti,
protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de
la felicidad eterna.”
“Oh
María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por
nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre
nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”
“Oh San
José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades
espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús.
Amén.”
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